Redacción Canal Abierto | Una tarde saltando y cantando en un tablón para alentar al equipo y agredir al rival. Una melodía y una letra pegajosas que sobreviven en el inconsciente. Una inquietud que se acrecienta a medida que la tonada se repite una y otra vez. ¿Cómo se originó esa música?¿Cuál era su letra original? Ese es el disparador que llevó a Manuel Soriano a la escritura de su último libro, ¡Canten putos! Historia incompleta de los cantitos de cancha.
“De pibe, cuando iba a la cancha jugábamos a tratar de adivinar de qué canción venia cada cantito. Era una etapa anterior a Google, con lo que muchas búsquedas quedaban en la nada. Hace unos tres años pensé en escribir sobre la historia que hay detrás del cantito más conocido como `la concha de tu madre All Boooys´. Ahí me puse a escarbar un poquito y me di cuenta que cuanto más escarbaba, más material encontraba y más ramas se abrían. Eso pasa con las cosas que están metidas en el inconsciente y en lo popular. Es como que se iban abriendo más caminos hacia esa historia que yo estaba buscando que es llegar al autor original tanto de la melodía como de la letra. Todo ese recorrido, que a veces iba para atrás otras para adelante, algunas para atrás y para adelante al mismo tiempo y en ocasiones cruzaba el océano y volvía, con todo eso me propuse hacer una especie de crónica sobre la búsqueda. A la vez estuve repasando la vida de esta gente, en muchos casos desconocida. En el caso de ese primer cantito, la cantante es una mexicana que se llama Sonia Rivas y un argentino que se llamaba Richard Mochulske. Me meto con ese tipo de canciones que son las que están metidas en la cabeza de la gente, aunque no sepan de dónde vienen”, explica el autor a Canal Abierto.
A esta primera búsqueda le siguieron otras que desembocaron en el volumen editado por Gourmet Musical. El material fue organizado en dos grandes bloques: por un lado las crónicas de búsqueda de los orígenes y otro en el que se agrupan las piezas musicales de cancha según temáticas o tópicos como la política, referencias a genitales o contenidos homofóbicos.
¿Qué relación tienen los cánticos de las hinchadas con la realidad del fútbol?¿Y cuánto habla éste de nuestra realidad como sociedad? Soriano sostiene que “es una muestra de un sector y sobre todo lo que pasa en Argentina es que estamos un poco atrapados en esa paradoja, que por un lado estos cantitos y esta forma de ser hinchada de fútbol o de rock es lo que nos define y es lo que nos diferencia de otros países. A veces cuando vemos los cantitos de hinchadas en México o en España nos sale pensar que son medio inocentes o boludos ¿no? Entonces terminamos en esta situación en la que decimos que hay que cambiar ciertas cosas y poder ir a la cancha como vamos al teatro o al cine, que las dos hinchadas estén juntas, pero no queremos perder el folklore. Ahí se genera un equilibrio bastante fino que es por donde van los cantitos y por donde estamos ahora. Antes no se discutía casi nada”.
“Tuve como una especia de definición de que en este tema estaba una parte de la historia argentina. A través de esto se podía hacer una radiografía de la sociedad argentina. Quizá en 50 años alguien que quiere estudiar cómo era Argentina en este momento puede tranquilamente ver los videos de Capusotto y ver todos los perfiles sociales que él toma y parodia. Un poco desde este lado, creo que una de mis búsquedas fue esa. O más que mi búsqueda, fue el resultado. Creo que el libro habla muchísimo de cómo es Argentina. Me pasó al tratar de explicárselo a extranjeros que no entendían nada”, agrega.
Así, Soriano cuenta la situación vivida con el manager de Bonnie Tyler, interprete de It´s a heartache, cuya melodía fue adoptada por distintas hinchadas y en distintos contextos, yendo y viniendo del espíritu de la canción original, que “habla sobre una ruptura amorosa y una frustración. Traté de contactar a la cantante y Conseguí el mail del manager que es un alemán. Le escribí contándole que al principio empezó como un cantito de aliento y después de alguna forma las hinchadas volvieron a un cantito que es el que se hizo más famoso con esa melodía después que es el de «jugadores, la c… de su madre» que es el cantito por excelencia de ruptura y frustración de las canchas. Un poco en broma, a veces pienso que las propias hinchadas se dieron cuenta que esa melodía necesita dolor y frustración”.
“Yo trataba de explicarle eso al alemán, de ese movimiento pendular. Incluso se le cantaba a una hinchada de Rosario con «los gatos no se comen». Era raro tratar de explicarle a un alemán por qué en un estadio de futbol se le cantaba a la gente de determinada ciudad que los gatos no se comen. Es como tratar de explicar mucho más que eso. Es como empezar a explicar un poco que es la argentinidad. Eso me ayudó a partir de cero y ver las cosas con más perspectiva”, continúa el escritor.
Un aspecto que no pasa desapercibido a la hora de referirse a esta obra es su título, reflejo de uno de los aspectos de esta idiosincrasia que hoy se ponen en cuestión. Al respecto, el autor reconoce que “fue una decisión consciente. Es un título que sintetiza perfectamente el libro. De alguna manera lo que hace es decir exactamente las cosas como se dicen en la cancha y después las vamos a pensar y considerar, pero lo que se dice es esto. Y eso es lo que hago en el libro, pongo lo que se escucha y dice y después sí, a través de esa crónica que está dedicada exclusivamente a eso trato de pensar un poco y darle la vuelta a ese asunto. El subtítulo del libro también me parece importante porque es un libro que está muy vivo porque la gente siempre tiene algo que agregar. Las fechas son inciertas. Siempre aparece una hinchada que dicen que cantaron primero ellos. Es un terreno medio mitológico”.
¡Canten, putos! no hace una historia del folklore en las canchas, aunque Soriano cuenta que cita “artículos de sociólogos y antropólogos que si lo hicieron». «Los primeros cantitos eran tomados de las coplas murgueras y eran o bien para festejar a algún jugador o a algún equipo. Más o menos, a partir de los 70s es cuando las hinchadas empezaron a auto celebrarse y a tener como esa cosa de separase del rival y hay que decir que yo soy de tal equipo porque soy así y no del otro que es tal otra cosa. Ahí aparece esa idea del otro a diferenciarse. Esa es la visión que siempre se tuvo”.
“Lo que tienen los cantitos es que están hechos para ser cantados en grupo, al amparo de la masa. Incluso cuando a veces en las entrevistas o gente me mandaba cantitos y tenés que cantarlos solos para un audio de whattsapp te sentís realmente un boludo. No es algo que esté hecho para ser cantado solo, es muy difícil, terminás desafinando. Así que esa masa te da cierto anonimato. Cuando la gente canta esas letras pierde de vista lo que está cantando y lo toma como una especie de mini ficción. Es como que dentro de ese espacio puede decir ciertas cosas y se toman como algo metafórico y no literal y después se vuelve a la vida real. A veces ves a un oficinista con el hijo al lado gritando `quiero matarte el tercero´», concluye Soriano.