Redacción Canal Abierto | Luis Pilquimán es oriundo de Pilcaniyeu, una pequeña localidad de Río Negro a 70 kilómetros de Bariloche, en las últimas estribaciones de la meseta patagónica a medida que va cediendo lugar a los Andes del sur. Allí, como sus antepasados, abrazó su identidad mapuche.
El 10 de febrero de 2020 fue designado por el Gobierno nacional como vicepresidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) según dispone el Decreto presidencial 133/2020. Así, desde su creación en 1985, por primera vez un integrante de una comunidad originaria llega a ocupar un cargo de relevancia en este organismo descentralizado –bajo la órbita del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación– que implementa políticas públicas destinadas a los pueblos indígenas.
En el marco de la cobertura del Encuentro de Pueblos y Organizaciones del Abya Yala hacia la construcción de una América Plurinacional, convocado por el ex presidente Evo Morales en Cochabamba, Bolivia, Canal Abierto mantuvo una breve entrevista con el funcionario, también integrante del Parlamento Mapuche de la provincia de Río Negro y de la organización Matria (Mesa de Articulación Territorial Indígena en Argentina) y fuertemente cuestionado por la “vecindad blanca” de Bariloche por su intervención en el conflicto desatado tras la recuperación de tierras realizada por la Lof Lafquen Winkul Mapu en las inmediaciones de Villa Mascardi.
¿Por primera vez hay un hermano en el Instituto?
-Uno siempre dice que es algo histórico, esperemos que lo histórico se transforme en algo productivo. Nosotros entendemos que el Instituto debe estar conducido plenamente por indígenas ya que es un organismo estatal que atiende las políticas públicas con los pueblos. Aún no se ha dado, pero estar en la vicepresidencia brinda una esperanza. El siguiente paso es que, a los hermanos que les toque, lleguen a conducir el organismo.
Vos estuviste muy vinculado al conflicto surgido tras la recuperación de tierras de la lof Lafquen Winkul Mapu, ¿podés comentarnos la situación actual?
-En 2017 la comunidad reivindica ese lugar y lo habita durante tres meses sin ningún problema. En un momento, Parques Nacionales denuncia y, a partir de ahí, el gobierno de Macri-Bullrich acecha con toda la fuerza sobre ellos al punto de desalojar, maltratar a los niños y las mujeres de manera muy cruel y, al día siguiente, salen a cazar a los peñi y ahí es donde asesinan por la espalda a Rafael Nahuel.
En ese momento el grado de tensión y de militarización en la zona era sorprendente. Entendimos entonces que una manera de frenar esa situación era juntarnos con un montón de organizaciones sociales de Bariloche y algunas nacionales, para crear una Mesa de Diálogo, convocar al gobierno nacional y exigirle que pare de reprimir, retire las fuerzas represivas y poder imaginar una solución dialogada.
En el gobierno de Macri esto no funcionó. La Mesa sirvió para frenar la represión pero continuaron acechando a la comunidad, estigmatizando al pueblo mapuche, realizando persecución ideológica y nos declararon enemigos internos del gobierno. Se vivieron situaciones bien complejas.
Con el cambio de gobierno hay un abordaje distinto. La ministra de Seguridad, Frederic, entiende que ante un conflicto hay que conocerlo, abordarlo y buscar una instancia superadora a través del diálogo. esto abre una posibilidad distinta.
La comunidad ha vivido situaciones represivas tan fuertes por parte del Estado que le cuesta creer que eso pueda ser distinto. Es entendible, el Estado siempre ha sido el primer represor. Ante el cumplimiento de los derechos, ante las falta de políticas públicas, ante cualquier necesidad que hubo el Estado se ausentó, cuando no reprimió físicamente. Entonces hay una situación de descreer del Estado y de los gobiernos por parte de la comunidad que es entendible.
¿Cómo están acompañando?
-Desde el INAI, en conjunto con los ministerios de Seguridad y Ambiente hemos creado una Mesa Alternativa de Resolución de Conflictos Territoriales, en las que participan las áreas correspondientes de cada ministerio y se está haciendo un abordaje en cada uno de los lugares que hay conflicto o hay reivindicación territorial por parte de alguna comunidad. En algunos lugares ha tenido buen resultado, en otros, como en la Winkul, está un poco estancada la cuestión. Hay grandes deudas planteadas que no se han logrado dar respuestas por lo tanto las hermanas y los hermanos tienen una posición crítica, de desconfianza.
A esto se ha sumado que se han generado en la zona actos de racismo y xenofobia y expresiones en contra de la comunidad mapuche y de la lof Winkul. La gobernadora (Arabela) Carreras también ha tenido una posición nada favorable al diálogo y al encuentro.
¿Cómo se hace para construir convivencia en una sociedad basada en el despojo y la negación, el no reconocimiento?
-Hay varios aspectos a trabajar. Una es la autoidentificación de las personas mapuches –y de otras naciones– que luego de que el Estado generó un proceso de genocidio, de exterminio, de despojo y desplazamiento, la verdad mucha gente no se reconoce indígena. Es un trabajo que hay que hacer y es un trabajo de todos, no sólo de los indígenas, la sociedad y el Estado, con la responsabilidad que los gobiernos tienen, deben aportar a ello.
Luego, ese reconocimiento va a llevar a que se entienda ese despojo y se pueda ser colaborativo a crear políticas en esa línea. Es una realidad que viven el país y el continente, como vemos en los relatos de los hermanos de todo el Abya Yala en este encuentro.
Creemos que la organización y la unidad en la diferencia de los hermanos nos tiene que llevar a encontrar caminos comunes para ordenar nuestras demandas, para potenciarlas, para jerarquizarlas y tener mayor contundencia ante los gobiernos. También tenemos la necesidad de articular con otras organizaciones sociales, sindicales y políticas que nos puedan permitir dar cuerpo político para reclamar esto.
Cuando uno reclama la tierra no está reclamando poca cosa. Para los terratenientes es la economía, el dinero, el lucro; para los pueblos indígenas es la vida, la cultura, la ancestralidad, el traspaso de la memoria colectiva de una generación a otra. Hay una visión muy distinta de esa tierra y del uso que se le pueda dar. Es un desafío que Argentina y otros países de América Latina tienen para estos tiempos.
Entrevistas y realización: Melissa Zenobi y Nahuel Croza
Cobertura colaborativa de Canal Abierto, Agencia ACTA y Prensa ATE Nacional, desde Bolivia.