Redacción Canal Abierto | Como quien no quiere romper tradiciones, el 2021 inicia con una nueva denuncia contra Vicentin, la oleaginosa que vació las arcas del Banco Nación y tras su quiebra dejó a miles de preductores sin cobrar los granos que les habían entregado.
El portal Rosario Plus denunció días atrás una maniobra de evasión consistente en reemplazar remitos y declaraciones de exportaciones de aceite de soja por oleina del mismo cereal. Si se tiene en cuenta que el primero cotiza hoy 1024 dólares por tonelada en el mercado internacional contra 650 de la segunda, la evasión es de casi el 50%.
Este procedimiento desconoce de grietas políticas: según el artículo mencionado la práctica comenzó en 2014, cuando quien gobernaba era Cristina Fernádez; prosiguió durante toda la estadía de Mauricio Macri en la Casa Rosada y, de acuerdo a información a la que accedió Canal Abierto, continuó durante gran parte de la presidencia del Alberto Fernandez.
¿Cómo hizo la empresa para seguir operando en una situación de quiebra y concurso de acreedores? A través del Grupo Olio, representado por la empresa Diaz&Forti. Esta empresa no es otra que la que en la actualidad aparece alquilando la planta a Vicentin y realizando las operaciones que le correspondían a la empresa concursada.
Cabe destacar que desde que se hizo cargo de las operaciones de Vicentin, Díaz&Forti tuvo distintos apercibimientos judiciales y desde diciembre pasado una resolución del BCRA le impide operar en el comercio exterior. Sólo esta situación hace que el fraude no se siga cometiendo.
Fuentes vinculadas a las causas de la cerealera quebrada ubican en el pasado a Días&Forti filtrando todas las compras a carpetas de productores agropecuarios apócrifos que utilizaba el Grupo Vicentin en toda la zona de Chaco y Reconquista. Con lo cual se trataría de una empresa propia de Vicentín, creada por ellos mismos a los fines de blanquear el cereal en negro.
Con su nombre real o escondido tras una empresa pantalla, el intercambio de declaraciones le permite a Vicentin burlar al fisco en tres frentes. Por un lado, en las retenciones a la exportación. Aquí se produce una gran disminución en el monto de la retención por ser el monto de la base imponible de la oleina muy inferior al de aceite de soja.
Un segundo aspecto es en el impuesto a las ganancias: al ser menor el valor de venta de la oleína, la empresa que exporta dicho producto termina teniendo todos los costos para la producción de aceite de soja, pero con el ingreso de la supuesta exportación de oleína, con lo cual o bien terminaría disminuyendo ganancias por reducción de sus ingresos, o directamente teniendo importantes pérdidas.
Por último, la misma fuente señala que el perjuicio a las arcas públicas no se restringe a la evasión impositiva, sino que se prolonga con la fuga de divisas. El hecho de hacer figurar que se exporta oleína en lugar de aceite de soja hace que en principio ingresen al país solamente las divisas por el monto de la exportación de dicho producto, quedando el resto de los dólares por la diferencia entre la exportación de aceite de soja y de oleína en empresas radicadas en países de baja o nula tributación.
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