Por Sergio Rodríguez Gelfenstein | En medio de tanta desolación y angustia causada por la pandemia de COVID-19 y la crisis económica que ha provocado, la humanidad entera recibió con alivio, beneplácito y satisfacción la noticia de que el presidente Biden había acogido la propuesta de Rusia y del presidente Putin de extender por cinco años más el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, también conocido como START III.
Tan pronto como llegó a la Casa Blanca, Biden dio órdenes de negociar de inmediato con sus contrapartes rusos el acuerdo que venció el 5 de febrero y que es el único de su tipo que quedó en pie tras la avalancha anti multilateral desatada por Donald Trump.
Además de esa noticia, hubo otra que una vez dada a conocer, generó frescura y distensión en el ambiente internacional: los presidentes Putin y Biden sostuvieron una conversación telefónica el martes 26 en la que abordaron diferentes temas de la relación bilateral.
Pero hasta ahí llegaron los plácemes. Los lectores me van a perdonar, pero me veo obligado a exponer (en algunos casos en forma textual) cómo las partes informaron acerca de la conversación sostenida entre los dos mandatarios a fin de que cada quien saque sus propias conclusiones a partir del lenguaje utilizado y el talante que deja ver la mirada de uno y otro país sobre un mismo asunto y un mismo evento.
El Kremlin, en tono alentador y en el marco de un sentimiento de cooperación beneficioso comunicó que el presidente Putin había felicitado a Biden por el inicio de su gestión, haciendo un llamado a la “normalización” de las relaciones bilaterales, lo cual redundaría en provecho de los intereses de ambos pueblos. Así mismo, Rusia quiso reiterar la importancia que le concedía al hecho de que el presidente de Estados Unidos estuviera asumiendo la responsabilidad especial que tiene en el “mantenimiento de la seguridad y estabilidad en el mundo”.
El comunicado de la presidencia de Rusia continúa manifestando la satisfacción de los dos presidentes por haber llegado a un acuerdo para extender el START III, con la convicción de que en los próximos días se completarán todos los procedimientos para poner en efecto los mecanismos de ejecución de este transcendental instrumento jurídico internacional que mantendrá el armamento nuclear dentro los límites acordados.
Aprovechando la oportunidad, ambos presidentes conversaron acerca de otros aspectos de la agenda multilateral en temas que competen a las dos grandes potencias que como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU tienen la responsabilidad de mantener la paz en el planeta. En ese marco, abordaron otros asuntos como la “retirada unilateral de Estados Unidos del Tratado de Cielos Abiertos, el ´problema de la preservación` del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) sobre el programa nuclear iraní, la resolución de la situación en Ucrania a nivel nacional y la iniciativa rusa de celebrar una cumbre de miembros del Consejo de Seguridad de la ONU”.
El Kremlin concluyó afirmando que ambos estadistas “consideraron las posibilidades de cooperación» en materia de COVID-19 y en los aspectos económicos y comerciales. Y finaliza afirmando que: «En general, la conversación entre los líderes de Rusia y Estados Unidos fue de carácter profesional y franco” agregando que se había acordado mantener el contacto.
Ahora, veamos como informó del mismo hecho el gobierno de Estados Unidos en voz de la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca Jen Psaki, quien dio a conocer que la conversación había surgido a partir de una llamada del presidente Biden a su colega ruso y que la misma tenía la intención hacer patente la voluntad de su gobierno de extender el START III por cinco años. Pero también para “reafirmar nuestro firme apoyo a la soberanía de Ucrania frente a la ´agresión incesante de Rusia` y también para plantear cuestiones que preocupan”.
La vocera quiso reafirmar que el presidente Biden también tenía la intención de “dejar en claro que Estados Unidos actuará con firmeza en defensa de nuestros intereses nacionales y en respuesta a las ´acciones malignas de Rusia`”.
Parafraseando el dicho popular podríamos decir: “Dime como hablas y te diré quién eres”.
Estados Unidos no puede desprenderse de su lenguaje imperialista, agresivo y amenazante ni siquiera cuando conversa acerca de las necesarias medidas de distensión que todo el planeta celebra.
Con seguridad, aquellos que pensaban que Biden por ser demócrata, sería distinto, deben haber comenzado a desilusionarse. Con este discurso, el nuevo presidente de Estados Unidos ha empezado a hacer méritos para ganar el Premio Nobel de la Paz.
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