Redacción Canal Abierto | El 27 de marzo de 1991, el Congreso de la Nación sancionaba la Ley de Convertibilidad que establecía que la emisión estaba atada a las reservas de dólares existentes en el Banco Central. Así fue como durante más de una década existió una paridad entre nuestra moneda y la estadounidense.
La medida fue exitosa en cuanto respuesta a un proceso hiperinflacionario que se había desarrollado entre mediados de 1989 y fines de 1990 y que, entre otras cosas, había obligado al gobierno de Raúl Alfonsín a entregar el mando cinco meses antes a su sucesor Carlos Menem. Si bien tuvo un primer período de aceptación que le permitió a Menem obtener apoyo para modificar la Constitución Nacional y ser reelegido, en el segundo período se empezaron a sentir las contraindicaciones de la medida.
Cierres de fábricas, crecimiento del desempleo, extranjerización de la economía y crecimiento vertiginoso de la deuda fueron los costos que el pueblo argentino pagó por una década sin inflación. El segundo mandato de Menem estuvo signado por el crecimiento de los movimientos de desocupados y medidas de lucha de las víctimas del modelo implementado por el ministro Domingo Felipe Cavallo.
El siguiente gobierno fue encabezado por Fernando De La Rúa, quien buscó mantener ese modelo económico que hacía agua. Para ello volvió a convocar a Cavallo, bajo la lógica de que como creador del experimento sabría resolver sus supuestos efectos colaterales. Esto no fue así y De La Rúa terminó eyectado del poder, esta vez a la mitad del mandato en medio de una crisis social que dejó 30 asesinados por la represión a las protestas en las horas previas a su renuncia. Tras una semana en la que el sillón de Rivadavia tuvo cinco ocupantes, Eduardo Duhalde firmó el certificado de defunción de la convertibilidad, con medidas beneficiosas para capitales locales, pero no para el pueblo, que llegó a padecer 50% de pobreza.
A 30 años del inicio de ese período, Canal Abierto presenta un audioinforme con los análisis del economista y actual director del Banco Nación Claudio Lozano, y de la socióloga Mariana Luzzi.