Redacción Canal Abierto | Lejos quedaron los aplausos al personal de salud, los agradecimientos y el reconocimiento a su trabajo. A más de un año de pandemia, el estrés y el agotamiento se volvieron una constante en la vida de estos trabajadores que, a pesar de la precarización y la falta de incentivos, siguen manteniendo el compromiso con su profesión y la entrega hacia sus pacientes.
En el Día de la Enfermería, Canal Abierto conversó con Fabiola Reynoso, licenciada en enfermería y delegada adjunta de ATE en el Hospital Rivadavia. Trabaja específicamente en la terapia intermedia con pacientes que quedaron con secuelas luego de atravesar la infección.
¿Cómo es el panorama para enfermería después de un año y medio de pandemia?
-En el ámbito de la Ciudad, más de 50 compañeros perdieron la vida en esta pandemia. En el país son más de 500 personas del personal de salud que fallecieron. En el Hospital Rivadavia, donde trabajo, perdimos a tres compañeros.
Venimos con un año de arduo trabajo, muy estresante y con ningún incentivo sinceramente al menos para que una lo sienta como una palmadita de aliento porque los enfermeros venimos peleando por la inclusión para que nos consideren profesionales de la salud, ley de la que hemos sido excluidos los licenciados en enfermería.
El trabajo ha sido mucho y todavía lo es. Creemos que vamos a estar por lo menos un año más con este tipo de compromiso y con este ritmo.
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Hacia adentro, ¿cómo viven esta pandemia? ¿cómo es la vida fuera del hospital?
-El día a día nos ha cambiado a todos, más que nada por los cuidados que no se limitan al lugar de trabajo. El compromiso y el amor a la profesión siempre estuvieron, porque es de público conocimiento que para ser enfermera hay que tener un temple especial y una empatía muy grande para poder llevar adelante esta tarea.
Cada día que salimos de nuestras casas estamos corriendo riesgos porque nuestros horarios son bastante complicados. Enfermería está las 24 horas cubriendo la atención de pacientes, con sueldos mal pagos y eso bajonea bastante también. Pero no solo tenemos que cuidarnos en el lugar de trabajo, sino también en el transporte, ir a nuestras casas y seguir con los mismos cuidados. En particular, en mi casa sigo con barbijo y trato de mantener el aislamiento. Los únicos momentos en los que descanso del barbijo son cuando me voy a acostar y cuando me voy a duchar para no contagiar a mi familia. Si bien yo recibí las dos dosis de SputnikV y tengo una cobertura total, eso no implica que no pueda contagiar y eso es un gran peso. El sólo pensar que por mi trabajo ellos se puedan ver perjudicados es muy angustiante, y al mismo tiempo estás totalmente aislado. A veces lo hablamos entre los colegas, que elegimos no ver personas por el miedo a contagiar.
Más allá de que muchos reconocimientos no llegan y hay reclamos sin atender, ¿tienen contención o ayuda psicológica para atravesar el estrés de esta situación?
-Es mucho peso para nosotros. Yo estoy en una terapia intermedia atendiendo pacientes pos Covid, que quedan con secuelas respiratorias, motrices, y algunas otras complicaciones. A veces es como estar en una tortura permanente sentir el lamento y el dolor de los pacientes. Son cosas que ya superan nuestra capacidad de poder consolarlos. Nosotros hacemos nuestro trabajo pero el paciente se encuentra aislado, solo, sin su familia. Nosotros contenemos pero dentro de las posibilidades que tenemos. Se sabe que enfermería siempre es poca la cantidad de personal con la que cuenta, y eso es así en el mundo, y ahora tenemos que cumplir con más tareas que antes estaban delegadas en otros sectores.
A nosotros sinceramente no se nos ofrece ayuda psicológica, y en este momento la posibilidad ni siquiera existe porque el área de salud mental está destinada a ayudar a los pacientes que al estar desvinculados de sus familias necesitan la contención. Es muy difícil para nosotros poder acceder a ese tipo de ayuda, y tampoco buscan la forma de brindárnoslo.
¿Qué les dirías a tus colegas enfermeros en este día y en este contexto tan particular?
-A mis compañeros les diría que sigamos con el compromiso, más allá de los reconocimientos que no existen, o del apoyo que deberíamos sentir desde las personas que nos gobiernan o de nuestros pares, porque a veces nos pasa también que ni ellos ni nuestros superiores saben reconocer el esfuerzo que hace enfermería para poder brindar todos los cuidados y la atención que hoy nos sobrepasa. El compromiso es mayor y tenemos que seguir luchando para ser escuchados.