Por Carlos Fanjul | EL PELO DEL HUEVO
Ya está. Todo lo que tenía que decirse, se dijo, y algo de lo que podía hacerse, se hizo. La Copa América está en marcha, porque para impedirla además de decir cosas, había que hacerlas con otra firmeza, y porque, como ya dijimos en esta columna, la ‘calesita’ del fútbol funciona como sea. A pesar que una que otra muerte ocurra y debido a que con apenas amagues no se va a detener este emporio de guita que da vueltas a la par de la pelota.
Aquí habría que decir que alrededor del muy difundido boicot que iban a producir los jugadores brasileños, mal podía exigírseles a ellos que hicieran lo que no hicieron Duque en Colombia, Alberto en Argentina o Bolsonaro en Brasil. Los dos primeros mientras pudieron, y el brazuca hasta las últimas consecuencias, siempre apoyando el envión imparable de Alejandro Domínguez y la Conmebol para que se jugara sí o sí.
Ya está, incluso más allá de un ultimo intento por vía judicial del PT brasileño, la pelota rueda y, porque no aceptarlo, los futboleros no paramos de girar con ella.
El paraguayo Domínguez, que al igual que Don Julio 1º, fuma debajo del agua, hasta jugó a mostrarse sensible con la pandemia -a la que no le da pelota- y, en la inauguración, se mandó un homenaje a médicos y enfermeros. Justamente a ellos, que estarán entre los primeros en perder la vida si es que todo el movimiento de gente que generará la Copa, aumenta la cantidad de contagiados en un país ya devastado por el bicho asesino.
Temas menores para Don Alejandro, que terminó derrotando a todos, a las balas de Colombia, los contagios argentos y el repudio brasileño para que el torneo se juegue y él sea ya el gran ganador de la Copa. Copa maldita si las hay. Copa que nunca pudieron ganar ni Pelé, ni Maradona. Ni tampoco Messi y Neymar, las luminarias del hoy. Cosa e’mandinga.
Pitazo inicial. Brasil debutó a media máquina para ganarle fácil, a la diezmada Venezuela, disminuida por ocho casos de Covid, en lo que podría ser un anuncio de lo que todos tememos para la competencia. Alfaro, que hoy se ríe de las críticas boquenses, no pudo con los apellidos de una Colombia, lujosa de a ratos y ‘cualunque’ al final.
Y Argentina, ¡ay Argentina! Genera mucho y convierte poco, y la atacan poco y la dañan mucho. Podríamos decir que es un equipo espasmódico. Por ahí se enciende, acelera y aparece profundo de verdad. Por ahí se ralentiza y se vuelve un mate lavado, y sin gusto a yerba. Va con mucha gente al área enemiga, y vuelve desordenado y abierto.
Por suerte, el arquero Bravo no pudo, como si pudo la semana anterior, en el tiro libre de Messi, y, por más que lo conoce mejor que nadie, no logró evitar el mismo gol que el capitán hizo un montón de veces: tiro libre, comba por arriba de la barrera y la pelota que entra bien arriba en el ángulo izquierdo del 1.
“Es el momento de dar un golpe”, avisó Messi antes del debut. Se sigue esperando el ruido.
Mintieron. Tanto TyC Sport y la TV Pública en esta Copa América, como TNT Sport con la Eurocopa engañaron durante meses a sus televidentes con falsos anuncios de que iban a transmitir TODA esas competiciones. Sobre el comienzo de las mismas, nos han sorprendido ambos, con la triste novedad para los futboleros de que, en realidad, solo algunitos de los partidos son los televisados para los incautos abonados a Cablevisión o Telecentro.
De la competencia americana la señal de Magnetto y el canal de todos, solo tienen los cotejos de la selección argentina y unos ocho partidos más de los demás combinados. Muchas horas de gente hablando sobre el tema, pero fútbol de verdad poquito.
Del certamen europeo, el canal de Ted Turner solo retransmite un cotejo por día. Alguno, no siempre, el más atractivo.
La única señal que sí televisa TODO en ambas competencias, es la cada vez más pulpo DirecTV, que se viene quedando con la exclusividad de varias de las competencias más interesantes en los últimos tiempos. Se trata de una empresa yanki, fundada por Eddy Hartenstein, y que acá en Argentina es una mezcla de intereses del magnate norteamericano Howard Hughes, Gustavo Cisneros, de un grupo siempre ligado al chavismo venezolano –sí, asómbrese- y, minoritariamente, el Grupo Clarín, que siempre moja alguito, un poquito acá, un poquito allá.
Aquí me surge el recuerdo de mi viejo, que ironizaba a veces con la falta de billetes en el bolsillo y te clavaba: ‘Si te portás bien, mañana te llevo a ver comer helado’.
Pobre VAR. En general, los periodistas de la televisión argentina confunden a los televidentes con la pobre interpretación de para qué y cómo se usa esta herramienta. El VAR no decide las situaciones, solo permite observar con mayores detalles cada jugada para aplicar las reglas y recomendaciones que dispone la FIFA. Está creado para achicar lo más posible las sanciones injustas, no para calmar el nerviosismo de los hinchas y los periodistas.
Sin embargo, resulta hasta graciosa la manera en que la mayoría de los parlanchines se refiere a él. Lo tratan como si tuviera vida, como si no fuera apenas un sistema tecnológico para ver y medir diversas situaciones del juego.
Muchachos, no tiene una inteligencia maligna, ni está enviado a la tierra para arruinar sus días.
Si es off side por un hombro de diferencia o por un adelantamiento por milímetros, no es por culpa del VAR, sino porque así lo siguen estimando equivocadamente aquellos popes de la Internacional Board.
En las manos, claro que sigue existiendo aquella premisa fundamental de si el brazo va a la pelota o la pelota hacia el brazo (lo único que se agregó últimamente es eso de los brazos estirados en cruz, para hacer una oposición mas ancha). Únicamente esas son penales. Todas las demás interpretaciones, que en cataratas lanzan los periodistas especializados, solo están basadas en la preocupante ignorancia de quienes parlan con un micrófono en la mano.
El VAR consigue un consenso que todo político le desearía al rival: lo critican todos, y, generalmente, con argumentos de dudosa sabiduría