Redacción Canal Abierto | Hacia fines de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud advirtió sobre otra fantasma que acechaba a la humanidad: la infodemia, a la que describía como “una práctica que consiste en difundir noticias falsas sobre la pandemia y que aumente el pánico en las sociedades”.
Lo cierto es que en la actualidad, y pese a contar con cuantiosa información certera y documentada, redes sociales y medios de comunicación continúan haciéndose eco de noticias falsas o tergiversadas que van desde las teorías conspirativas más alocadas hasta soluciones mágicas contra el COVID-19.
El ejemplo más reciente fue la divulgación por estos días de un artículo publicado en la revista científica E Clinical Medicine -del grupo editor The Lancet– que ya había salido a la luz en 2020 sobre “Evaluación del efecto antiviral del fármaco ivermectina contra SARS-CoV-2”, a cargo de un consorcio público-privado liderado por Alejandro Krolewiecki, del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Tropicales de la Universidad Nacional de Salta (UNSA).
El estudio fue impulsado por varios equipos de investigación de Universiades, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, Argentina y Laboratorio ELEA / Phoenix, uno de los productores del medicamento propiedad de Hugo Sigman.
La ivermectina es una droga antiparasitaria de amplio uso en medicina humana y veterinaria. Se utiliza en el mercado legal hace más de 40 años, con dosis definidas para conservar un patrón de tolerancia y seguridad para indicaciones conocidas.
Su amplia disponibilidad y precio accesible ayudaron a que lograra protagonismo durante la pandemia, sobre todo tras la publicación de ensayos in vitro para determinar su potencial inhibidor de la replicación viral del SARS-CoV-2, el virus que produce el COVID-19.
Sin embargo, tanto la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) como las sociedades científicas vienen advirtiendo hace tiempo que su uso no está recomendado, y que incluso las primeras evidencias están n todavía muy lejos de respaldar su efectividad y seguridad. De hecho, la Administración de Medicamentos y Alimentos estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés) ha reportado diversos efectos secundarios que pueden asociarse al uso de ivermectina.
El tiempo entre dosis
“Llegaron casi 8 millones de la primera dosis de Sputnik-V pero solo 1,5 millones de la segunda. En muchos casos ya se cumplió el tiempo estimado de 90 días de espera entre dosis. Hay mucha gente angustiada @alferdez. Informe cuándo llegarán las segundas dosis que faltan”, tuiteó días atrás el diputado nacional y presidente de la UCR, Alfredo Cornejo.
Es que luego de agotado el ariete opositor en torno al no arribo de vacunas e general y la de Pfizer en particular, ahora toma impulso la crítica sobre el tiempo entre la primera y segunda inoculación.
Entiendo cuando me llega esta duda de algun ciudadano. Pero no así cuando lo escucho o leo de alguien referente, público que tiene los contactos y herramientas para asesorarse antes de llevar angustia innecesaria. Huelo un nuevo discurso impuesto para desprestigiar la campaña? 👇 https://t.co/vVoAhRTs9S
— Sole Gori (@Sole_Gori) June 21, 2021
Ante todo, hay un consenso entre los especialistas: todas las vacunas tienen un tiempo mínimo entre inyecciones, pero no un máximo. “Que demore la segunda dosis no implica que quedamos desprotegidos o que la primera no sirve más. No funciona así la memoria inmunológica. La dosis uno es la que genera la mayor respuesta, la dos es refuerzo, principalmente para que dure más”, explicó en redes sociales Soledad Gori, integrante de Ciencia Anti Fake News, un espacio donde biólogos, biotecnólogos, bioquímicos y científicos de otras diversas disciplina verifican información para la plataforma Confiar, desarrollada por Télam.
“Es una estrategia sanitaria porque estamos en pandemia y se tomó la decisión con expertos considerando la evidencia ya conocida en otras vacunas, la experiencia en otros países (como Reino Unido), la evidencia actual, el monitoreo y la situación de escasez, entre otras cuestiones”, indicó la bióloga e investigadora del CONICET. “Por ejemplo, para AstraZeneca se vio que distanciar las dosis por tres meses aumenta la eficacia. ¿Sería correcto no esperar? Con Sputnik hay 80% de eficacia de enfermedad sintomática con una sola dosis, un poquito más que la de Johnson & Johnson que su esquema es monodosis”.
Confiar
“Nos vimos abrumados por la cantidad de información falsa, tergiversada y no concluyente que circulaba por medios y nos mandaban nuestros familiares y amigos. Fue entonces que decidimos crear el espacio, se lo ofrecimos el proyecto al Conicet, que lo recibió y nos comentó que iba a formar parte de la plataforma confiar”, explicó a Canal Abierto la bioquímica María Ayelén Milillo, especialista en inmunología e integrante de Ciencia Anti Fake News.
La plataforma Confiar cuenta con distintas secciones sobre diferentes temáticas pero tal vez la parte más importante en este contexto es la que lleva adelante un equipo de 14 científicos y científicas junto a colaboradores en todo el territorio nacional. Divididos en tres comisiones, unos se encargan de recolectar la información, otros de buscar la evidencia científica, y los últimos de redactar la información en un lenguaje coloquial que sirva para difundir si se trata o no de una noticia falsa o fake news.
También te puede interesar: La ciencia, contra otra pandemia: las falsas noticias
“No es que decimos nosotros lo que es verdad y lo que no, lo que hacemos es buscar la evidencia científica y tratar de adaptarla a un lenguaje que todos y todas podamos entender”, subrayó.
Si bien es cierto que hay noticias falsas que no dañan a nadie, hay otras con claras intencionalidades políticas o económicas que pueden poner en riesgo la salud, e incluso la vida, de una persona. Un ejemplo fue la promoción del consumo de Dióxido de Cloro, un desinfectante prohibido por la ANMAT en 2017 que en muchos casos se ha mostrado como un tratamiento de prevención o de tratamiento “mágico” contra el Coronavirus.
“Es una enfermedad nueva y estamos viendo actuar a la ciencia en tiempo real, y la realidad es que frente a la desesperación mucha gente quiere una solución rápida que no existe”, comentó Milillo.
También te puede interesar: De (con) struyendo fake news: Capítulo tapabocas
Ilustración: Marcelo Spotti