¿Se refieren al campo magnético o al alfanumérico? Quizá al campo de las finanzas o al de golf. Y sí que debe protestar el campo. Lleva décadas haciéndolo. Y nadie, nunca, se ha puesto a escucharlo. El campo de veras, campo auténtico, campo de flores, de plantaciones. El campo de frutos coloridos, de vacas y ovejas y cerdos viviendo su vida, ya no existe. Todos los que viven a cuestas de la explotación perversa y sin límites de los favores del campo, ignoran y desprecian el valor de la tierra, y, por sobre todas las cosas, de los campesinos, o sea, de los que hacen que el campo, de algún modo, continúe siendo campo.
Los que protestan son los dueños del campo. Los que lo asfixian, los que lo corroen, los que lo humillan y lo envenenan y lo desbaratan y lo estropean: uso negligente y a raudales de herbicidas, plaguicidas y fungicidas; monocultivo de soja, y de eucaliptos para la celulosa; fertilizantes y pesticidas con alto contenido de átomos de cloro. Y, cuando lo han arruinado por completo, lo abandonan o lo venden al mejor postor.
El campo de veras se queja de su continuo envenenamiento, pero los terratenientes y estancieros no hacen más que taparle la boca con sus químicos ponzoñosos.