Redacción Canal Abierto | En las últimas semanas trascendió la voluntad del Gobierno de avanzar en una reforma tributaria para ampliar la base imponible de los llamados impuestos progresivos. En línea con el “Aporte Solidario Extraordinario”, el objetivo final sería que paguen más los que mas tienen.
Pese a la resistencia de un sector duro de la oposición y al ruido mediático, suma apoyos el proyecto para gravar las fortunas de los 12 mil residentes argentinos con una riqueza declarada superior a los 200 millones. No obstante, incluso los especialistas que respaldan la aplicación de este esfuerzo fiscal coinciden en que no redundará en mas que un parche transitorio para un agujero fiscal ensanchado por la pandemia.
Es que en caso de aprobarse, el gravamen recaudaría por única vez unos 300 mil millones de pesos. Es decir, el equivalente al 10% del total de gastos primarios ejecutados por el Estado nacional en los primeros seis meses del año.
“El proyecto tiene cuestiones a resolver, pero es necesario que salga y se mantenga en el tiempo”, opina el contador, docente de la UBA e integrante del Plan Fénix, Ricardo Koss. En esta entrevista, el especialista en teoría impositiva aborda los aspectos mas regresivos del sistema tributario argentino y los desafíos de cara a una reforma fiscal. ¿Qué sectores de la sociedad sostienen el funcionamiento del Estado y por qué hay cambios que son ineludibles?
¿Cuán cierto es que la presión fiscal en Argentina es demasiado alta?
– Es mucho mas baja que en los países del centro, y fundamentalmente en relación a naciones que siempre se buscan tomar como ejemplo, como son los países nórdicos. Nos solemos llenar la boca con lo bien que funciona Suecia, pero en ese país la tasa máxima del impuesto a las ganancias es del 81%. Y en Argentina es del 35%.
Tampoco tenemos un nivel muy alto de recaudación sobre producto bruto: según los últimos números, está por debajo del 30% mientras que en Europa o Estados Unidos se encuentra por arriba del 40%.
Una cosa es decir que pagamos muchos impuestos, otra cosa es probarlo.
¿Cuáles son las principales falencias del sistema impositivo en nuestro país?
– Hoy en Argentina rige un sistema tributario sumamente regresivo, donde la tasa nominal del impuesto es mayor para las personas de menores ingresos.
Para que se entienda qué quiere decir regresivo, te pongo un ejemplo de dos personas: un titular de un IFE que cobra 10 mil pesos por mes y que seguro los va a tener que gastar, paga mil pesos de un impuesto del 10%; y otra que gana 100 mil pesos por mes y -supongamos- gasta 40 mil pesos (el valor de la subsistencia mínima), lo que le genera una erogación de 4 mil pesos por el mismo impuesto que al primero. Alguien podría decir que estamos hablando de un tributo justo o equitativo. Pero la realidad es que la tasa efectiva del segundo termina siendo del 4% (4 mil sobre 100 mil) y no del 10%, como en el primer individuo.
“Hoy en Argentina rige un sistema tributario sumamente regresivo”
En general, los impuestos indirectos suelen afectar a los estratos de menores ingresos, mientras que los directos a los sectores más acomodados. En los impuestos indirectos, como el IVA, hay alguien que grava la tasa (un comerciante, por ejemplo) y otro que -a fin de cuentas- soporta el peso del impuesto (el consumnidor final): en cualquier caso, es regresivo porque se trata de una transferencia de la riqueza desde quienes menos tienen a quienes mas tienen.
Sin embargo, puede haber contra ejemplos, como un impuesto indirecto a la compra venta de automóviles de lujo o alta gama. Lo mismo sucede a la inversa pero con el impuesto a las ganancias, y que pagan tanto personas humanas como empresas. En los primeros, las personas no pueden trasladar ese costo. En cambio, las empresas que tengan una posición dominante si pueden terminar transfiriendo esa tasa. El problema es que en la Argentina, la gran mayoría de las grandes empresas, tienen posición dominante: si Techint tiene que pagar un impuesto a las ganancias del 25%, va a trasladar ese impuesto al costo de los caños sin costura que sólo ellos producen.
¿Qué incidencia o participación tienen los impuestos indirectos en Argentina?
– Significan alrededor del 70% de la recaudación total; y los directos, el otro 30%.
Analicemos un caso muy particular que da cuenta de este sistema regresivo: hoy, con ese 70%, el Estado paga la mitad del salario de las empresas que suscribieron el ATP. ¿No lo tendría que hacer el Gobierno? Claro que sí, porque es importante sostener el empleo. Lo que tiene que cambiar es de dónde viene la plata.
Parece claro que la presión impositiva afecta, sobre todo, a trabajadores y pequeñas y medianas empresas…
– Es cierto, pero la cuestión va incluso más allá. Por ejemplo, si comparas el impuesto inmobiliario y de patente automotor en la provincia de Buenos Aires, te das cuentas de que están casi a la par en recaudación. La cuestión es que en promedio, las tierras bonaerenses están catalogadas entre las tres más ricas del mundo: los girasoles de Rusia, el cinturón maicero de Estados Unidos y la pampa húmeda Argentina. La pregunta es la siguiente: ¿esas tierras generan los mismos recursos tributarios que el stock de automóviles de la provincia?
¿Cuáles son las alternativas?
– Ante todo, hay que decir que esta es una foto y no la película, y que el proceso de cambio no va a ser instantáneo: hay que caminar hacia una transformación para pasar de un sistema tributario fundamentalmente regresivo, a uno progresivo.
A esto iba a Angela Merkel cuando le preguntó a Alberto Fernández “por qué los ricos no pagan más impuestos en Argentina”. Porque en la mayoría de los países centrales, sus sistemas tributarios son fundamentalmente progresivos.
¿Qué instrumentos se pueden utilizar para hacer mas progresivo el sistema?
– Las soluciones son múltiples, no excluyentes, y se tienen que ir incorporando.
Son muchas y para cada sector pero -por ejemplo- uno de los tributos mas distorsivos del sistema argentino es el impuesto provincial sobre los ingresos brutos. Es distorsivo porque discrimina y juega en contra de los exportadores argentinos porque luego de que en cada etapa de producción se pague ingresos brutos, se exporta y nadie devuelve todos esos pagos. ¿Cómo se puede evitar o eliminar esta distorsión? Por ejemplo, tomando esos ingresos brutos como pago a cuenta del IVA.
Claro, estas modificaciones se pueden dar solamente si tenes las cuentas públicas equilibradas, porque no podes sacar impuestos alegremente sin que se produzca un agujero fiscal. Una forma de armonizar esas cuentas podría ser un impuesto directo, y no ya indirecto, al consumo y las divisas que se giran al exterior.
En definitiva, si me preguntas qué viene primero -el huevo o la gallina-, no me cabe ninguna duda: antes que nada tenes que establecer un impuesto directo que haga crecer la recaudación. Una vez que logres eso, podes pensar en cómo eliminar o reducir impuestos indirectos.
¿Cuál es tu opinión respecto del impuesto a las grandes fortunas?
– A mi modo de ver, creo que es un impuesto que debería instalarse y no ser extraordinario. Llámenlo como quieran, pero tendría que continuar. ¿Es sobre las grandes fortunas? Sí, lo es. ¿Puede resultar caro para algunos sectores de mayores ingresos? Sí, pero en este momento el país lo necesita. El impuesto a la riqueza especifica que sólo se verían afectadas unas 12.141 personas con una riqueza declarada superior a los 200 millones de pesos. Yo esa plata, te juro, no la tengo.
¿El proyecto tiene errores? Creo que los tiene, pero se pueden subsanar en las próximas semanas. Tiene cuestiones a resolver, pero creo que es necesario que se apruebe, se cobre y se mantenga hermanado al impuesto a los bienes personales. La diferencia entre uno y otro son las exenciones que tiene bienes personales: por ejemplo -y aunque parezca increíble- el campo no lo paga, mientras que las empresas tributan sólo un 0,5% cuando normalmente es del 2,5.
Esperemos que esta vez sea un tiro para el lado de la justicia, que paguen aquellos que tienen mas plata.
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