Redacción Canal Abierto | De cara a las elecciones de medio término que oficiarán de primera evaluación pública para la gestión del Frente de Todos, la gran incógnita es qué peso tendrá el factor económico en la decisión del voto.
Con una economía golpeada por la gestión macrista y la pandemia, la inflación lleva nueve meses seguidos por encima del 3% mensual y un 25,3% acumulado en el primer semestre, promedio impulsado por los alimentos de primera necesidad como las carnes y los productos de almacén.
En una entrevista reciente que el ex viceministro de Economía de la Nación durante la gestión de Axel Kicillof, Emmanuel Álvarez Agis, brindó a Radio con vos, le adjudicó al tipo de cambio desdoblado un papel fundamental en el deterioro del poder adquisitivo. Es necesario “apostar a tener un solo tipo de cambio porque tener dos con una brecha del 80% o 90% hace que el país sea inviable. Es un accidente esperando a pasar”, afirmó. Y agregó: “si la Argentina no le da una solución razonable a esto, vamos a terminar usando los billetes de $ 1000 para empapelar las paredes”.
Sin embargo, su opinión no es compartida por todos los economistas. Raúl Dellatorre, economista y editor general de portal especializado Motor Económico, consultado por Canal Abierto, realizó un recorrido por las principales políticas económicas y monetarias tomadas por el Gobierno, su efectividad, sus falencias, los factores que inciden sobre la inflación, el dólar y qué deberíamos esperar de cara a las elecciones.
¿Es un problema tener más de un precio para el dólar?
–Es una decisión del Gobierno el desdoblamiento cambiario. Hay un dólar mayorista que está en torno de los $100, que es con el que se comercia en importaciones y exportaciones. Ese es un dólar comercial, que además rige para las operaciones financieras que están autorizadas como pagar deuda o traer inversiones. También hay un dólar que opera a través de la bolsa o a través de la compra y venta de bonos de deuda, el contado con liquidación (contado con liqui), que permite la triangulación para convertir pesos en dólares. Después está el dólar ahorro: si querés comprar dólares y estás autorizado, que te venden con un máximo de 200 por mes, te cobran el 25% del impuesto país solidario y un 35% adicional por retención de Ganancias, así que ya te pusieron una diferencia del 60%, que nos puede parecer bien o mal, pero es una decisión que esté en torno de los $160. No hay un descontrol, se mantiene ahí.
Finalmente está el dólar blue, que es absolutamente dibujado, sus operaciones son ínfimas. Son cuatro o cinco entidades financieras que se ponen de acuerdo a la mañana y a las 10 los medios están dando la cotización que no está en ningún lado. Ese dólar no es costo para nadie, nadie paga ese dólar para comprar insumos. Sólo ocurre que, como está tan publicitado, lo toman como referencia para algunas operaciones atadas al dólar de forma arbitraria, en un mercado salvaje. Es un robo pero contra eso no hay política regulatoria posible, no se regula tirando dólares en el mercado, no se trata de oferta y demanda.
¿Y cómo está resultando esta política?
–Este desdoblamiento le está sirviendo al Gobierno para resolver las necesidades de importación, porque no tiene que estar exagerando las restricciones para importar porque el dólar con el que se rigen es manejable y se puede corregir ante un problema. Y para las operaciones financieras hay un dólar más alto, que no está a un precio forzado en este momento. Hay una política del Banco Central que le está saliendo bien.
En este escenario, ¿es esperable una devaluación o una corrida de cara a las elecciones?
–Hoy están las importaciones por abajo de las exportaciones, no hay un problema de presión sobre el tipo de cambio en ese sentido. El dólar blue tampoco marca tan arriba del mercado como para inducir a que haya una devaluación, empujando para arriba los precios. Además, tampoco veo que, porque vienen las elecciones, la gente vaya a comprar dólares: no sobra plata para ir a comprar dólares. Tampoco hay ningún indicador que muestre que vayamos camino a una devaluación, no es 2019. Hay menos expectativa de devaluación ahora, incluso, que en 2020. El año pasado había un run run, y esa pulseada la ganó el Gobierno: no se devaluó y se calmaron. Yo no veo una expectativa de tensión cambiaria.
Si no es el blue, ¿qué está impulsando la inflación?
–El dólar blue es un mal que provoca perjuicios, como en el mercado inmobiliario, porque si querés comprar una casa la tenés que pagar en dólares y los dólares los vas a terminar pagando al precio del blue. De todas formas, no es un factor importante en la suba de precios: la inflación tiene otra dinámica y otros motivos, que son fundamentalmente que hay diez o doce precios esenciales de la economía que son provistos por productores muy concentrados que se ponen de acuerdo entre sí. Esos sectores son los que empujaron los precios para arriba estos meses. Si, como el año pasado, creen que va a haber una devaluación, aumentan para adelantarse. Pero si no la hay, no vuelven los precios para atrás.
Estos grandes son los siete u ocho que producen los principales insumos de toda la actividad industrial, los bienes de consumo masivo más populares y algunas de las grandes cadenas comerciales de supermercados que fijan precios, ahí está concentrada la evolución de precios. El Gobierno se sentó con todos estos sectores desde enero, que no tienen intensión de negociar pero tampoco se van a levantar de la mesa. Entonces, negocian con el Gobierno, se dan vuelta y dan un aumento general. Son desleales en la negociación.
¿Qué le queda por hacer, entonces?
–De a poco, el Gobierno fue entendiendo que con estos sectores no se podía acordar sino que había que ir hacia una política pública más firme para tratar de contener los precios. Cuando la Unión Industrial Argentina cambia la conducción y saca a un (Miguel) Acevedo, más negociador con el Gobierno, y pone a (Daniel) Funes de Rioja, lo que está haciendo es mostrar los dientes. Es un hombre de los grandes conglomerados que no están disputando precios sino poder, que dicen “el país lo manejamos nosotros”.
La puja inflacionaria es eso: un Gobierno que todavía no asumió que con estos sectores no queda más remedio que pelearse, que no hay concertación posible, y del otro lado un sector muy poderoso que empieza a tomar nota de que está quedando en evidencia y ya no le es tan fácil hacer lo que se le antoja. Me parece que estamos en el medio de ese momento.
En términos económicos, ¿qué se juega estas elecciones?
–Hay en disputa dos sectores con posiciones antagónicos con respecto a qué hacer con los grandes monopolios. Hay una oposición en la Argentina, Juntos por el Cambio, que es la representación de estos sectores dominantes. Son esos sectores, incluso con sus apellidos. Del otro lado hay un Frente donde todavía estos temas están siendo discutidos, pero me parece que está claro que la representación de los sectores populares pasa por tener una posición más firme hacia quienes pretenden ser los dueños del país. Hay una disputa electoral que tiene que ver con eso.
Dentro del Gobierno hay definiciones por tomar: si van o no a apretar las clavijas a esos capitales. Por un lado está la decisión de hacerlo, que es una cuestión interna del propio Gobierno. Pero por otro está la posibilidad de hacerlo, que tiene que ver con el resultado electoral. Tiene que tomar decisiones más firmes y necesita ganar bien para poder hacerlo.
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