Redacción Canal Abierto | Gracias a HBO la teleaudiencia mundial conoció el incidente de la planta nuclear de Chernobyl en 1986. Menos conocida es la historia de los niños y niñas cuya salud se vio afectada por el estrago energético. Pocos saben que 26.000 niños Ucranianos fueron atendidos en Tarará, una pequeña villa cubana a media hora de La Habana.
El documental Tarará viene a saldar la deuda que Hollywood dejó pendiente. En 70 minutos el realizador argentino Ernesto Fontán relata la acción del sistema de salud cubano con respecto a estos chicos y sus familias con el propio Fidel Castro al frente de la gesta.
Filmada en un puñado de jornadas en enero de 2019, el equipo de realización abordó la historia desde múltiples voces: las de niños beneficiarios del programa que hoy son adultos que se quedaron a vivir en la isla, el médico que estuvo al frente del operativo, distintos referentes de la vida de Cuba como Silvio Rodríguez o Aleida Guevara, hija del Che, entre otros.
“No es casual que me llame Ernesto”, anuncia el director en la entrevista con Canal Abierto. “Conozco bastante la historia de la revolución, es una causa que heredé de mis viejos. Participo del Espacio de la Fraternidad Argentina Cubana. He viajado muchas veces allá y me jacto de conocer bastante. Sin embargo, nunca había escuchado nada de esta historia”, prosiguió al referirse a la génesis del documental.
“En 2018 produjimos un recital gratis de Silvio Rodríguez en Avellaneda. Después de eso, pensamos en hacer algo grande allá. Hablando con Paola Gallo Peláez, la presidenta del espacio y que hizo la asistencia de dirección decantó en que fuera un documental. Tenía que ser una historia de las tantas que tiene Cuba en su tradición internacionalista para contarla. Empezamos a investigar a ver qué podíamos contar y uno de los compañeros de la embajada charlando así normalmente nos habló de la historia de los chicos de Chernobyl. Nosotros nunca habíamos escuchado nada y ahí fue que empezamos a investigar qué era Tarará y nos metimos de lleno en el proyecto”, recordó.
La película pasó por la Semana del Cine de la Ciudad de Buenos Aires y a partir de hoy puede verse en la sección estrenos de CIne.Ar Play. También tendrá su recorrido por festivales de Europa, América Latina y se proyectará en la televisión cubana, ya que las salas aún se encuentran cerradas en la isla.
El programa de Tarará se dio en un momento particular. Si bien la explosión ocurrió en 1986, las secuelas tardaron en salir a la superficie. Para cuando esto ocurrió y Cuba se puso a disposición, la Unión Soviética se encontraba en etapa de cuenta regresiva. Los pequeños pacientes llegaron a la isla en 1990, un año después de la caída del Muro de Berlín y uno antes de la desintegración del bloque soviético.
Fontán contó que los entrevistados “lo recuerdan como el momento más difícil de su historia por lo que implicó la caída del muro y lo que fue el Período Especial. Sumado a que Estados Unidos recrudeció más el bloqueo con la ley Helms-Burton. Los años 90 fueron muy intensos desde el foco de Estados Unidos sobre Cuba”.
También encontró cierto paralelismo con lo que está pasando hoy. “Porque ahora también hay un momento muy difícil en Cuba. Lo que en ese momento fue la caída de la Unión Soviética ahora es la pandemia. Porque la pandemia cortó lo que es el ingreso de divisas a través del turismo, que es el principal ingreso que tienen hoy. En aquel momento la URSS era el 85% del comercio y de un día para el otro desapareció. Y con la pandemia también, de un día para el otro cerraron las fronteras, cerró el turismo, falta dinero y todo eso sumado a la variante delta. También hay un recrudecimiento del bloqueo a partir de medidas que dejó Trump antes de irse”, expresó.
Ese es sin embargo el factor que el realizador rescata del modelo cubano. “No tenían un mango y así todo colaboraron con gente del otro lado del Atlántico que nadie se imaginaba que iban a traer tanta cantidad de chicos, fueron más de 26.000 y no solo que se creó en el Período Especial, sino que lo mantuvieron 20 años”, subrayó.
“La solidaridad está muy intrínseca. En la película lo mostramos un poco esto de que la revolución fue una revolución cultural profunda de valores más un momento político de un país. Fue una revolución en la cultura y en el quehacer cubano que trajo los valores de José Martí con esa cosa de patria, de su humanidad y todos los valores que hablando con un cubano se le salen de la boca”, agregó
“Hoy la están pasando muy mal, pero desde afuera lo puedo ver como que el cubano no pierde esa cosa de darse. Porque lo que nos decían mucho era la frase de que el cubano no da lo que le sobra, sino que comparte lo poco que tiene”, concluyó el director.