Redacción Canal Abierto | En La niña comunista y el niño guerrillero, la ilustradora María Giuffra materializa en forma de comic su historia y la de otros nueve hijos e hijas de detenidos desaparecidos durante la última dictadura. Lo testimonios de las vivencias fueron tomados de manera oral a sus protagonistas por parte de la autora y sobre estos ella trabajó los dibujos.
«A mí siempre me interesó la historieta», cuenta Giuffra a Canal Abierto. «Desde que soy muy chica. Desde antes de aprender a a leer ya consumía historietas», agrega y menciona como sus primeras referencias a Mónica y La pequeña Lulú, que leyó durante su infancia en el exilio paulista.
El libro que acaba de publicar a través de la editorial Historieteca a partir de una beca del Fondo Nacional de las Artes, tiene un antecedente en su propia carrera. Es la serie de pinturas Los niños del proceso, en las que Giuffra reflejó esas realidades pero en formato de cuadros que fueron realizados entre el 2001 y el 2005.
Entre las influencias que reconoce en La niña comunista… Giuffra destaca Maus, clásico de la historieta alternativa en el que Art Spiegleman reflejó las vivencias de su familia en un campo de concentración nazi. «Para mi es como la Biblia. El trabaja sobre el testimonio de su padre, lo graba y después lo escribe. Hay muchas cosas que a mí me gustaron mucho de lo que él dice. Leyendo en Meta Maus, que es una versión extendida en la que él cuenta como lo fue haciendo, encontré algo muy loco, porque también yo hice lo mismo después, y es que no cambió el formato. Dibujó en el mismo formato que se editó. En general las historietas se hacen un poquito más grandes de lo que se ve y después se achica un toque. Bueno, él lo hizo del mismo tamaño y lo justificó diciendo que como era un testimonio necesitaba que sea lo más fiel posible», explica la autora.
Además de la traducción en el aspecto pictórico, Giuffra buscó la crudeza en los textos, que son la fiel transcripción de los testimonios que tomó a los protagonistas de los relatos a quienes visitó y tipeó sus historias. «No sabía el modo en en cómo llevarlo a cabo, por eso fui con la computadora. No quería ir con un grabador o una cámara porque no quería ser invasiva. A mí me parecía invasivo. Capaz que a ellos no les hubiera parecido así. Además yo quería lograr eso del testimonio bruto y que quedara así crudo, sin corrección de lo que a ellos le saliera decirme en ese momento«, dice.
La autora comparte un dato que le resultó llamativo: todos los testimonios duraron aproximadamente una hora. «Nadie habló más ni menos, se ve que en algún punto hay un patrón ahí. Me llamó la atención porque sin que yo les dijera nada cuando pasaba una hora me decían `ya está, ¿te sirve?´», recuerda Giuffra.
Los formatos elegidos para las historias no son uniformes. A lo largo de las más de 140 páginas que componen el volúmen, las 10 historias se ilustran de distintas maneras. El texto puede acompañar viñetas o desplegarse ante una única imágen que ocupa toda la página. «El único propósito que tuve desde el principio, cuando todavía no sabía cómo lo iba a hacer, era que fuera atractivo visualmente, que no sea aburrido, que no sea monótono. Ya la historia me parecía demasiado pesada y mi pretensión era que desde la parte de los dibujos hacerlo bien dinámico y que las imágenes también te llevaran a otras cosas. Por eso también hago muchas referencias a otros a pintores y a cuadros específicos. Quería que fuera diferente, que no sea todo un cuadrito y también que sea súper fiel a lo que decía el texto. Entonces hay textos que por ahí daban más para contar tipo historietita y otras partes que daba más para un una ilustración de página entera», plantea la artista.
La historia de vida de la propia autora también está incluida y la usó como forma de conectar las distintas historias. «Me resultó bastante fácil eso porque todos los testimonios tenían cosas que me disparaban a mi propia historia. Así que era muy fácil salir de un testimonio llegar a mi casa y escribir algo. Tengo cientos de bocetos de todo lo que fui haciendo en el proceso. Después uno va eligiendo, pero la verdad es que la única edición que hice fue con mi propio texto, que también fue bastante en crudo. Pero fui eligiendo qué texto correspondía para contar la unión entre historias. Además, muchas veces yo tenía que presentar un poco la historia de cada uno. Porque fue todo muy en bruto, no es que se presentaban diciendo `mi nombre es tal, mi historia es esta´, sino que simplemente estábamos charlando y se largaban a contar sin preámbulo ni nada», explica Giuffra.
Y agrega: «Hay como una idea errónea de que la dictadura vino en algún punto a frenar una guerrilla, fue justamente en algún punto al revés. Creo que justamente las guerrillas fueron la primer vanguardia que luchó contra la dictadura militar y por eso los mataron como los mataron. Lo que venía a hacer la dictadura era implementar el modelo económico que finalmente después tuvimos con Menem, Macri y bueno con el neoliberalismo en general. Por eso creo que hay que seguir hablando hasta que eso quede claro, no solo para nosotros, sino para toda la sociedad».
«Esto no tiene que ver solo con nuestra historia personal, sino con la historia de la sociedad. Y mientras no lo tengamos en claro, la dictadura y todos sus atrocidades van a seguir sucediendo a nivel económico, social y cultural», concluye.