Redacción Canal Abierto | Son menos de dos semanas el tiempo que resta para los comicios generales que delinearán la conformación parlamentaria con la que el gobierno del Frente de Todos deberá encarar la segunda mitad de su mandato.
Esta cuenta regresiva se inició el 12 de septiembre pasado, en las primarias que dieron un resultado adverso al oficialismo. Tras una semana de un reacomodamiento poco discreto, el Gobierno encaró este tramo de la campaña con el objetivo de llegar a noviembre con un mejor escenario en cuando a la economía cotidiana.
Estos aspectos son analizados por el último informe de coyuntura del Centro de Estudios económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO). Bajo el título ¿La política económica puede dar vuelta el resultado electoral?, el trabajo analiza las variables económicas, las principales medidas tomadas, sus efectos y limitaciones.
El CESO observa que la política fiscal llevada adelante había tenido una variación a partir de junio de este año, momento hasta el cual «el resultado fiscal de los primeros cinco meses era más cauteloso que el visto en cualquier año de la gestión de Macri, excepto por el 2019» .
Esta situación reflejaba «una política de austeridad que respondía tanto a las negociaciones para llegar a un acuerdo con el FMI como a los resabios monetaristas de quienes llevan adelante la política económica, sostenidos aún después del estrepitoso fracaso del programa de emisión cero de Macri y el FMI en 2019». El trabajo no deja de observar que la implementación de políticas fiscales más cercanas a la ortodoxia no implicó una baja ni control de la inflación.
Pero desde junio, el gobierno «fue menos celoso del resultado fiscal. Sin embargo, hay que considerar algunos cambios por el lado de la recaudación entre la primera y la segunda mitad del año. Por ejemplo, la primera parte del año tuvo concentrado el ingreso del Aporte Solidario y Extraordinario a las Grandes Fortunas y también es el período en el que se concentraron las liquidaciones de exportaciones. Teniendo esto en cuenta, se puede ver como en mayo se quiebra la pendiente de lo que era casi una línea recta y se empieza a tener un déficit mayor mes a mes», señala el informe.
El trabajo compara el comportamiento del gobierno actual con el de Macri hace dos años, cuando también sufrió una derrota estrepitosa en las PASO y se encaminaba a una general con pocas perspectivas de cambiar el resultado. La evaluación que se hace de ambos movimientos es que se trataron de anuncios con impacto más simbólico que lo que fue el esfuerzo económico que implicó al fisco.
«La recuperación económica continuó y, hasta en algunos rubros como turismo, esparcimiento y espectáculos públicos se aceleró bastante. Son rubros que mueven muchos sectores. Pero lo cierto es que por la política fiscal que hizo el Gobierno fueron más inflados incluso por la propia posición que lo que los gastos efectivamente significaron. Para poner en números, eso que denominaron Plan Platita eran 100.000 millones de pesos, el 0, 2% del PBI. No parece ser un número tan importante, sino más bien algo modesto«, afirmó el economista de CESO Nicolás Pertierra ante la consulta de Canal Abierto.
Otro punto analizado está referido al congelamiento de precios establecido por el nuevo Secretario de Comercio Interior Roberto Feletti. Al respecto, la publicación de CESO estipula que «si los empresarios del sector alimenticio pretendían adelantarse y ganar terreno antes de un congelamiento, lo terminaron justificando y dieron pie a una medida retroactiva para frenar la corrida. El IPS-CESO registró un aumento semanal de los precios que alcanzaron el 1,4% entre el 11/10 y el 18/10, en el medio del recambio de gestión. La semana siguiente, en la que se aplicó el congelamiento con precios retroactivos, la variación fue de -0,1%. Los aumentos de principios de octubre no pueden explicarse por el lado económico si ninguno de los costos centrales (dólar, tarifas, salarios y tasa de interés) tuvo una variación significativa».
Pero agrega que «la política adoptada en materia de precios no es algo novedoso en los últimos 8 años y no fueron eficaces para cortar con la inercia inflacionaria. Una experiencia más de las múltiples alternativas heterodoxas y ortodoxas que vienen fracasando en materia de estabilización de precios en la última década. En cierta forma, la inflación en Argentina parece un mate al que nadie encuentra el agujero para embocar la bombilla. Desde el CESO venimos insistiendo que la causa de ese fracaso es un mal diagnóstico, por no considerar los elementos inerciales que predominan en la inflación Argentina de los últimos años«.
En tal sentido el centro de estudios propone «un programa heterodoxo en el cual el congelamiento de precios (tipo de cambio y tarifas) sea parte de un esquema general para enfrentar la inflación. Una forma de provocar artificialmente una baja temporal de los aumentos de precios, que luego sea utilizada como base para cortar la inercia en las paritarias, alquileres, créditos».
«De esa forma, el congelamiento de precios es un paso en un programa que tiende a reducir los elementos inerciales de la inflación en el mediano plazo. Sin ello, quedará como una anécdota más de la larga saga de políticas que no logran más que un efecto temporal en materia inflacionaria, sin impactos relevantes en el mediano plazo», sugiere.
Al respecto, Pertierra evaluó que “el congelamiento de precios es sobre todo para responder a una situación coyuntural muy puntual, que se dio en las primeras dos semanas de octubre y por lo que registramos nosotros en el Índice de Precios del CESO, que releva precios online de supermercados. Vimos un mes muy volátil semana a semana. En la segunda semana de octubre tuvimos una variación del 1,4%. Y después empezamos a ver una variación negativa, respondiendo no solo al congelamiento sino a la parte de los precios que regían de forma retroactiva, que se retrotraían los precios a principios de mes”.
Sin embargo, planteó que la medida se limita a un sector crítico como el alimenticio, pero no alcanza como plan antiinflacionario. “Si nos vamos a otros rubros, vemos que siguen aumentando, como por ejemplo la educación o indumentaria. Por lo que la medida en definitiva asegura o tranquiliza y no convalida un incremento muy brusco en poco tiempo, pero tampoco es que se le está dando una respuesta de fondo a la cuestión”.
El tercer punto analizado es la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los distintos tipos de mecanismos con los que quienes pueden buscan hacerse de divisas norteamericanas como resguardo ante posibles picos inflacionarios. Este comportamiento, corriente en nuestro país, suele acentuarse en años electorales.
“Desde distintas visiones heterodoxas, existe cierto consenso en que la apuesta del gobierno debe ser por cerrar la brecha bajando el paralelo antes que con un salto brusco del dólar oficial. Desde ya que no son cuantiosos los recursos con los que cuenta para eso pero podría existir una pauta de intervención más explícita, tal como existe con el dólar oficial, y que los cañones apunten firmemente en una dirección determinada. De cierta manera, cuando no abundan las balas conviene disparar con criterio y puntería”, diagnostica el informe.
Sobre este punto, Pertierra consideró que el impacto de estas cotizaciones no tiene un impacto real en los precios. “El principal efecto que tiene la brecha cambiaria es por el lado de la actividad. Lo que se está viendo hoy en los grandes números de la microeconomía se ve un crecimiento fuerte del 9% en sectores industriales, algunos funcionando arriba de los niveles de 2019, una utilización de la capacidad instalada de la maquinaria en las empresas bastante alta en promedio, pero ese número de una recuperación importante no se está traduciendo ni en una mejora salarial ni en una creación de puestos de trabajo. En un momento de incertidumbre, esa mayor actividad, mayor producción, mayores ventas se está yendo básicamente a refugiarse en el dólar”, aseveró.
“Entonces, el efecto que tiene la brecha cambiaria es que lo que genera es más ansiedad por cubrirse de alguna manera y entonces el excedente, el resultado de las ganancias de una mayor actividad no vuelven al circuito productivo sino que se siguen refugiando en el dólar y eso tiene un impacto”, agregó.
“Una de las claves para adelante del Gobierno está en tratar de dar señales de que la reactivación se va a sostener y que el poder de compra y la capacidad consumo van a seguir recuperándose para que ese excedente económico tenga una alternativa tentadora por el lado de la economía real. Si las empresas y el sector productivo ven que tienen chances de seguir produciendo y vendiendo, poco a poco o van a empezar a canalizar en alguna máquina, alguna ampliación, algún puesto de trabajo y así paulatinamente se debería ir estabilizando la economía”, concluyó el economista.
Ilustración: Marcelo Spotti