Redacción Canal Abierto | Brasil se encamina a las elecciones de octubre con un panorama que va cobrando color y peso específico día a día. En las últimas horas, Inácio Lula Da Silva, favorito en todas las encuestas con un promedio de voto cercano al 45% de las preferencias frente a un Bolsonaro que recoge entre un 24 y un 30%, dio lo que muchos califican como un golpe maestro: está concluyendo las negociaciones para sumar a la fórmula presidencial como candidato a la vicepresidencia al otrora enemigo del PT, el ex gobernador del estado de São Paulo y referente del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) Geraldo Alckmin.
“Hay mucha gente que cree que es difícil hacer alianzas y yo creo que es importante hacer alianzas porque tenemos que ganar las elecciones y después gobernar, y hay que gobernar bien, porque yo preciso hacer más de lo que hice en mis anteriores mandatos”, sostuvo días atrás Lula en una entrevista con la radio CBN do Vale do Paraíba (SP).
“Cuando dejé la presidencia en diciembre de 2010 yo tenía una aprobación del 87%, la mayor aprobación en la historia del país, entonces tengo que volver para hacer más. Estoy conversando con todo el mundo y espero que resulten exitosas estas negociaciones, y espero que Alckmin escoja un partido político adecuado para hacer alianza con el PT, y espero que el PT entienda la necesidad de hacer alianzas”, añadió.
Falta eu me definir como candidato e Alckmin escolher partido. Se o Alckmin como meu vice me ajudar a governar, não vejo nenhum problema dele ser meu vice. As divergências serão colocadas de lado, porque o desafio, mais que ganhar, é consertar o Brasil.
— Lula (@LulaOficial) February 15, 2022
“Para lo que Lula está intentando hacer, con su pragmatismo político y el sentido de oportunidad, es una jugada maestra para ambos. Capta una representación mayor y rompe la polarización existente, prácticamente desde el retorno de la democracia, entre el PT y el PSDB”, reflexiona Lucas Paolo Vilalta, doctor en Filosofía de la USP y profesor invitado de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) en diálogo con Canal Abierto. Y agregó: “Lula toma esa polarización antigua y dice vamos a hacer la unión, vamos a volver al país más civilizado políticamente que teníamos y vamos a hacer una unidad ante la barbarie. En esa unidad, en ese frente amplio, hay lugar para el centroderecha y para los socialdemócratas. Es una señal muy interesante de que Lula quiere ser un candidato que represente el centro y la posibilidad de rescatar algo de la social-democracia en el país”.
¿Con Alckmin no se corre el riesgo de repetir la experiencia de la caída de Dilma a manos del aliado y vicepresidente Temer?
-Alckmin es un representante muy consolidado de la centro derecha con rasgos socialdemócratas. Es cierto que como gobernador de São Paulo fue un tipo fascistoide, pero ahora, comparado con Bolsonaro, aparece como un demócrata. Es una movida inteligente y Alckmin no es como (Michel) Temer que pueda dar un golpe. Yo creo que está muy bien pensada la jugada política.
Es obvio que a la izquierda no le gusta, pero me parece que no hay otra opción. Tenemos que construir en paralelo las luchas de la izquierda y disputar el lulismo. El candidato de centro que va a ser Lula es lo mejor que podemos tener en estas circunstancias pero no tenemos que conformarnos con eso, hay que forzar ese lulismo y empezar a construir otra cosa desde ahora.
¿Cómo lees el escenario electoral que venían planteando hasta la semana pasada las encuestas?
-Lo que aparece en las intenciones de voto es lo que se va a confirmar. Lula tiene una mayoría de votos muy grande que se va a consolidar con gran posibilidad de ganar en la primera vuelta.
Solo veo un escenario en que Lula no gane y es que nuevamente lo judicialicen para sacarlo de la carrera presidencial; pero es muy difícil porque se eliminaron las posibilidades de condena, cayeron todos los procesos judiciales y quedó muy claro el armado que se hizo para procesarlo y encarcelarlo. Salvo que haya un golpe, Lula sea encarcelado o atenten contra su vida, va a ganar las elecciones.
Bolsonaro probablemente se quede con un 20% del electorado, puede crecer un poco más, pero es el techo al que ha llegado. Las promesas económicas no van a tener buenos resultados. Las medidas de transferencia de recursos a la población más pobre a través de un programa –que ya estaba vigente pero se ha rebautizado– que consiste en una ayuda de emergencia de sólo un año, no le van a ayudar a tener más votos.
Bolsonaro tiene armada su red de fakenews, desinformación y violencia para hacer lo mismo que hizo en 2018, a lo que suma la maquinaria estatal para ofrecer cosas, pero no tiene cómo crecer mucho, está muy desgastado y sin mucho que mostrar.
Se venía hablando de una “tercera vía” electoral… ¿Lula les bloqueó esa posibilidad a los grupos de poder?
-Los grandes medios intentaron construir una “tercera vía” pero ninguno de los candidatos alternativos cosecha más de un 10% de las intenciones de voto por lo que no se consolida esta intención. Yo creo que intentaban hacer algo para que la disputa no fuera entre Lula y Bolsonaro; como no tienen cartas en la manga para sacar a Lula lo que pueden hacer es intentar sacar a Bolsonaro para que otro ocupe su lugar y mejore las posibilidades de disputar con el líder del PT. Pero, exceptuando a Ciro (Gomes) que tiene un proyecto y una propuesta, los otros candidatos, Doria y Moro, son muy malos.

Lula ocupa el lugar del centro político. La derecha intenta encontrar una opción a Bolsonaro afín al mercado y los grandes medios. La izquierda no va a recoger más de un 5 a 6% si sale con una candidatura propia, y no va a hacerlo porque van a estar con Lula, porque lo que el momento pide es vencer al bolsonarismo y hacer una reconstrucción. En los estados y en las ciudades sí intentarán ganar las posiciones que puedan.
Hay que ver si la izquierda sigue creciendo en el congreso. Y estimo que la derecha tendrá un reflujo, luego del crecimiento que tuvo con el bolsonarismo, debido al descrédito que se ha ganado. Lo que va a tener más fuerza en el Congreso va a ser lo que llamamos el “centro fisiólógico” ocupado por los agropecuaristas y sectores de poder económico.
É um novo tempo! É tempo de mudança!
Nesses mais de 33 anos e meio de trajetória no PSDB procurei dar o melhor de mim. Um soldado sempre pronto para combater o bom combate com entusiasmo e lealdade. Agora, chegou a hora da despedida. Hora de traçar um novo caminho.
— Geraldo Alckmin (@geraldoalckmin) December 15, 2021
La jugada con Alckmin patea el tablero y rompe esta opciones terceristas de los grupos de poder. Hay que ver que sucede con los sectores más radicalizados de la izquierda, si podrán procesar esta fórmula.
Leyendo las encuestas uno se puede preguntar qué pasó con ese sentimiento anti petista, anti izquierda, que supo usar Bolsonaro para construir su triunfo.
-El anti petismo era un afecto que nombraba un montón de cosas y que fue aprovechado y construido por los grandes medios. Las movilizaciones de 2013 tuvieron dos caras, una que tenía todos los reclamos por más derechos, por más participación, por cambios más radicales y que era una multitud sin rostro. Lo que la derecha y los grandes medios de comunicación hicieron fue llamar anti petismo a ese sentimiento difuso.
El triunfo de Bolsonaro, las condenas de Lula y toda esa tensión entre si era o no condenado, hicieron que fuera perdiendo fuerza esa construcción simbólica. Además, la gente tiene hambre, no tiene trabajo, un montón de cosas que estaban más garantizadas durante los gobiernos del PT. Los grandes medios cambiaron de eje, de mirada, y la gente también; el anti petismo ya no es más un centro agregador de afectos políticos como fue en 2018, un centro construido por la derecha y los grandes medios concentrados y aprovechado por Bolsonaro.
¿Qué lugar queda para los candidatos alternativos? Para Ciro Gomes y Joao Doria por ejemplo.
– Hay muchos candidatos con el 1% de los votos. Es muy difícil que tengamos candidatos que nombren proyectos políticos y al mismo tiempo operen en ese lugar del populismo de dar una una unidad simbólica a un centro afectivo. Bolsonaro en su momento aglutinó ese sentimiento del anti petismo, supo reunir esas fuerzas. Lula ahora es el nombre popular para este sentimiento: “retornemos a lo que era bueno, a lo que tuvimos de bueno en algún momento”. Esa es una hipótesis que tiene mucha fuerza y muchos puntos de sostén.
Los tucanos (nombre de los partidarios del PSDB) no tienen un proyecto político como sí tiene Ciro (Gomes). El problema es que Ciro tiene un proyecto político y económico pero no representa un proyecto afectivo. Ciro y (João) Doria eran opciones en el 2018 que era un momento en que estaba la hipótesis política de no votar por un populismo. Esa hipótesis no está movilizando los afectos políticos ahora. Están movilizados por las figuras populistas de Lula y Bolsonaro y no van a quedar fuerzas para un tercer candidato. No hay alternativas para estos candidatos, la alternativa a Lula va a ser el propio Lula.

Para formalizar el paso de Alckmin a un frente (¿Frente Amplio por la Democracia?) encabezado por Lula Da Silva, el ex gobernador de São Paulo ya renunció a su afiliación al PSDB y se sumaría a las filas del Partido Socialista Brasileño (PSB). A su vez, esta fuerza solicita al PT que respalde a sus candidatos en al menos cinco estados, alguno de ellos muy problemáticos porque implicaría declinar candidaturas como la de Fernando Haddad a la gobernación paulista.
Geraldo Alckmin es médico de profesión y comenzó su carrera política como vereador (concejal) de su ciudad natal. Luego fue alcalde, diputado federal y, entre 2001 y 2006, gobernador del estado de São Paulo. En las elecciones presidenciales de 2006 fue candidato por el PSDB, partido del que es fundador, y perdió en la segunda vuelta frente a su hoy posible compañero de fórmula Inácio Da Silva. En esa ocasión recogió el 41,6% de los votos en la primera vuelta y fue vencido por Lula quien accedió a su segundo mandato con el 60,8% de los sufragios.