Redacción Canal Abierto | El próximo 25 de junio se cumplen 46 años del secuestro y desaparición del escritor, poeta y herrero de Luján, Dardo Sebastián Dorronzoro. Su figura, arquetípica de una época, se entrelaza con la de Osvaldo Caldú, un expreso político que se formó con el poeta y luego, desde el exilio, se dedicó a rescatar su legado y reivindicar la lucha de toda una generación. Osvaldo falleció a principio de este año. Las historias de Dardo y Osvaldo, como la de tantos y tantas, se enmarca en el plan sistemático de desapariciones que llevó adelante la aplicación de Doctrina de Seguridad Nacional, enmarcado en el Plan Cóndor en toda la región.
Hace unos días se realizó en Luján, provincia de buenos Aires, un nuevo homenaje a Dorronzoro. Y Allí se reencontraron: Osvaldo esta vez volvía a Luján como un recuerdo emocionado de su familia, de sus amigos, de sus compañeros y sus antiguos vecinos que asistían, frente a la escultura que él mismo realizó en homenaje a Dardo, al lanzamiento y distribución de la reedición del libro Viernes 25, su última tarea militante cuando por fin la muerte lo encontró el 14 de enero.
Un centenar de personas se congregaron frente al “Puño que reclama justicia”, la escultura que realizó Osvaldo en México y que se instaló en abril de 2016 en una plazoleta ubicada en la rotonda de Fray Manuel de Torres y Luis Gogna, muy cerca de donde secuestraron y desaparecieron a Dardo. La obra está inspirada en un verso del poeta y herrero que dice: “De mi tumba verán florecer un puño”.
Allí, frente a antiguos compañeros y sobrevivientes del genocidio, amigos, familiares, organizaciones de derechos humanos, autoridades locales y referentes de espacios comunitarios Dardo y Osvaldo volvieron a la vida en el recuerdo y el afecto que generaron en sus compañeros y compañeras.
Dardo y Osvaldo
El 9 de marzo de 1976, tras sufrir amenazas e intimidaciones por parte del comando parapolicial Bruno Genta, Dardo es secuestrado por primera vez, junto a otros ciudadanos de Luján, para luego ser liberados tras sufrir interrogatorios y vejaciones. Finalmente, en la madrugada del 25 de junio la dictadura lo secuestra y desaparece de su casa del barrio La Loma. Esa noche también fueron allanados varios domicilios de la ciudad y secuestraron a Graciela Erramuspe y a Rubén Maggio, de 17 y 19 años respectivamente.
Dardo tenía 56 años, había nacido en San Andrés de Giles en el seno de una familia socialista que emigró a Luján huyendo, también, de persecuciones políticas. Bien plantado en su tiempo histórico, ya había publicado un par de libros y obtenido premios literarios. Ejercía su labor de herrero por las mañanas, para luego compartir el mate y su pan con los que llegaban a su taller, que se convirtió en una especie de círculo literario donde se leía, escribía y se compartían obras propias y ajenas. En ese lugar, ubicado a muy pocas cuadras de la Basílica, se gestó un espacio de encuentro donde se unía el duro trabajo de herrería con la literatura y la discusión política. Al calor de la fragua y al ritmo del martillo, por la casa del herrero “forjador de hombres libres” pasaban algunas de las grandes pasiones del momento como eran los libros y la revolución.
“El Gallego” Osvaldo venía de una familia formada por exiliados de la guerra civil española y era el mayor de tres hermanos. “Conocí a Dardo a los 13 años, luego de que yo publicara unas líneas en un periódico de provincia. Desde allí se estableció una relación y prácticamente vivía en su casa: Aprendí el oficio de herrero y trabajé con él. Creo que le debo mi formación porque, aunque estudié en la escuela, leí más libros en la casa de Dardo”, contó en una entrevista. Adolescente politizado como casi todos los de su generación, en noviembre de 1975 es detenido y encarcelado en la cárcel de Coronda por su militancia en el PRT. Parte de esa experiencia de resistencia a la cárcel de exterminio está relatada en el libro Del otro lado de la mirilla, olvidos y memorias de ex presos políticos de Coronda.
Mientras, su hermana María Isabel de 14 años y su madre eran objeto de un brutal acoso y sufrieron cuatro allanamientos: El 9 de marzo de 1976 -día del primer secuestro de Dardo- su casa fue ocupada y madre e hija encapuchadas y sometidas a interrogatorio; el 24 de marzo la casa es allanada dos vez el mismo día y el 25 de junio -día que desaparecen a Dardo- nuevamente la casa es invadida y ellas sometidas otra vez a un violento interrogatorio con capucha y pistola en la cabeza. Su otro hermano, José Luis, con tan sólo 17 años tuvo que hacer una vida de prófugo y logró escapar milagrosamente de varias persecuciones. Finalmente, gracias al trabajo incansable de su madre que recurrió a organismos de derechos humanos nacionales e internacionales, Osvaldo logró obtener la libertad mediante la opción de salir del país esgrimiendo su doble nacionalidad argentino-española y toda la familia se reencontró en México, y allí se instaló junto a la enorme colonia de exiliados de la dictadura.
Terrorismo de Estado en la Capital de la Fe
Los responsables de ejercer el terror en la zona fueron el comando de tareas parapolicial “Jordán Bruno Genta”, dirigido por el Regimiento 6 de Infantería del área 115 de Mercedes del Ejército argentino. Sus actividades iniciaron previo al golpe de marzo del 76 con acción de terror psicológico expresados como amenazas de muerte y listas de personas que se encontraban en su mira, publicadas a modo de bandos en afiches pegados en la ciudad y enviados a medios de comunicación. Luego pasaron a los hechos y a aplicar el terror efectivo sobre las personas.
Sólo en Luján el Bruno Genta ejecutó al menos el secuestro 24 detenidos desaparecidos, encarceló decenas y sembró el miedo en toda la región.
Tras muchas idas y vueltas, en septiembre de 2017 el juez federal Daniel Rafecas procesó y dictó prisión preventiva a siete represores que formaban parte de la patota. Los oficiales del ejército Luis Fernández Bustos, Serapio Del Río, Emilio Morello, Guillermo Cogorno, Gustavo González Sass, Luis Brun y Martín Sánchez Zinny fueron señalados como responsables de al menos 37 desapariciones como parte de un plan sistemático aplicado en General Rodríguez, Moreno, Morón, Paso del Rey, Merlo, Caseros y Castelar organizados por componentes del Regimiento 6 de Mercedes.
La victoria
Por estos días se lleva adelante el juicio a algunos de los responsables de las desapariciones en Luján. Aunque tarde y faltan muchos, los asesinos de ayer, hoy son repudiados y presumiblemente serán condenados. Claro que no están todos, pero la búsqueda de justica de las familias y compañeros de las víctimas del terrorismo de Estado, junto a los organismos de derechos humanos, horadó la dura piedra del tiempo y la protección institucional a los criminales.
El cuerpo de Dardo nunca apareció. Los restos de Osvaldo, descansan en México. Dardo Dorronzoro es reivindicado por su ciudad y su gente, lo mismo Osvaldo que hoy tiene una placa, al pie de la escultura que recuerda a su amigo, compañero y maestro.
Foto principal: Dardo, Osvaldo y Dietmar Blochberger, en casa de Dardo