Por Melissa Zenobi | “Fui madre a los 16, no tuve la opción de abortar. Odié, lloré, me culpé, me quería morir. Hasta el día de hoy la maternidad me quiebra en mil pedazos”, se lee en el perfil que Mujeres Que No Fueron Tapa tiene en Instagram, donde desde hace días circulan testimonios de los más variados sobre cómo viven la maternidad las mujeres.
“Yo tardé más de 50 años en decir que no quería ser madre. Tenía 21 años, no estaba en mis planes. La maternidad rosa es la mentira más grande de la historia. Lo que no quita que ame a mis hijes”, dice una y otra también aporta: “Estoy arrepentida de ser madre. Si mi hijo hoy dejara de existir me muero, pero si nunca hubiera existido, hubiera sido igual o más feliz que ahora”.
Es que lejos de la uniformidad que se pretende sobre la vida y los deseos de las mujeres-enamorarse, casarse, tener hijes, estudiar, trabajar, ser exitosa, hacer todo bien y además antes de los 30/35 porque el reloj corre-, las experiencias en torno a este tema son de lo más diversas.
“¿Es verdad que se arrepienten las que no fueron madres? ¿O son las madres las que se arrepienten? ¿De qué se arrepienten?”, con esta premisa, es que se realizó una encuesta a más de 10 mil mujeres de entre 18 y 65 años (el 52% de las cuales tienen hijes) que respondieron en torno a las condiciones en que se materna, si hubiesen tenido hijes sabiendo que su pareja no iba a hacer su parte, si es verdad que las que no tienen se arrepienten, entre otras preguntas.
El informe revela que el 74,4% de las madres encuestadas se arrepienten en alguna medida de ser madres, y en la mitad de ellas ese arrepentimiento está ligado a las tareas y condiciones que implican maternar. De estas mujeres, sólo el 9,8% tendría más hijes.
Mientras que el 51% de las madres encuestadas afirma haber deseado la maternidad, el resto admite que lo hizo siguiendo el mandato, por haber quedado embarazada o porque nunca se lo habían preguntado. “En estos casos aparece no como una decisión, sino como un destino o algo que sucede y sobre lo que ya no podemos decidir algo contrario. También es real que el aborto es legal desde hace muy poco tiempo y estos números también puede que tengan que ver con eso”, explica al respecto Pasquinelli.
El 82,6% de las mujeres madres dice que el hecho de haber tenido hijos impactó de manera directa tanto en su autonomía como en la independencia económica. Solo el 4,2% de las que no tuvieron hijes se arrepienten de esa decisión. Lala Pasquinelli compara entonces la doble vara: “A nadie le espanta que haya niñas de 14 años maternando, pero vos a los 18 o veintipicos no podes decir que no querés tener hijes porque todavía sos muy joven”.
Entre las principales razones para no maternar, se encuentran la pérdida de libertad, el no deseo de asumir la responsabilidad de criar, ver a otras mujeres y no desearlo para ellas mismas, el contexto socio climático y ambiental del mundo.
Sobre esto, Lala explicó que: “El bajo índice de arrepentimiento tiene que ver que el deseo de no ser madre muy contrahegemónico, porque la presión para que lo seamos vinculado a la realización de las mujeres, sigue siendo muy pregnante en nuestra sociedad. Llegar a esa decisión de sostener ese deseo de no maternar implica mucha reflexión y hace que sea una decisión de la que muy pocas se arrepienten”.
Finalmente subrayó sobre la importancia de cuestionar colectivamente los mandatos sociales tan arraigados: “Es una conversación muy difícil para quienes tienen hijes, decir que te arrepentís es doloroso, da culpa, pero también es doloroso tener esas emociones y reflexiones y no poder expresarlas porque inmediatamente te convertís en un monstruo social”.
Hermana soltá el reloj
La encuesta es parte de una campaña que tiene como objetivo poner en cuestión el estereotipo de exigencia sobre los cuerpos, las vidas y los deseos de las mujeres: “nos exigen antes de los 30 o 35 años haber encajado en el ideal de belleza, tener una pareja, rápidamente tener hijes y al mismo tiempo haber ido a la universidad, tener una carrera y trabajar de eso, y seguir capacitándote, y tener casa, perro, auto y viajar por el mundo”, dice Pasquinelli.
Y se pregunta: “¿Cómo repercute esto en la sensación que las mujeres tenemos cada vez desde más jóvenes de ser viejas, y al ser valoradas particularmente por nuestra apariencia física, desde los 18 empezamos a perder valor, contra el parámetro de los varones que el pico de la deseabilidad está entre los 40 y los 50?”.
“Entonces se vuelve necesario hablar de qué consecuencias tiene la presión que se ejerce sobre nosotras y cómo incide esta educación de que nosotras en la pareja y la familia nos vamos a realizar. En algunos casos esto funciona también como un caldo de cultivo para la violencia, ya que muchas de nosotras nos hemos quedado en parejas donde éramos violentadas física o psicológicamente, porque la amenaza de la soledad o ser las ‘solteronas’ presiona para permanecer en ciertos vínculos”, finalizó.