Por Leo Vázquez | El 15 de agosto de 1972 un grupo de presos políticos se escapó de una prisión de máxima seguridad en la provincia de Chubut. Los primeros seis dirigentes del PRT-ERP, las FAR y Montoneros lograron abordar el avión que otros guerrilleros habían tomado y así llegaron a Chile. El operativo logístico no llegó para sacar al segundo grupo, que se entregó en el aeropuerto. Una semana después la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse los fusiló en una base militar anticipando la represión estatal que se masificaría con el golpe del 76. Hasta ahí, la descripción que podría sintetizar alguna página de enciclopedia o la solapa de un libro acerca de una historia que ha sido reproducida y analizada largamente pero que, sin embargo, todavía tiene rincones para conocer y realidades paralelas. Aquí, algunos de ellos.
Un segundo de confusión
Víctor Fernández Palmeiro es un personaje destacado en la militancia revolucionaria de la historia reciente argentina. Su vida aún no ha sido abordada en plenitud por la historiografía. Nació en España en 1946 y murió desangrado en 1973, feliz en sus últimos minutos, según cuentan, por haber vengado a sus compañeros masacrados en Trelew un año antes, luego de la fuga en la que él también tuvo un rol protagónico. Tenía 28 años.
“El Gallego” había comenzado militando en el PC y luego se incorporó al PRT-ERP. Participó de muchos operativos armados y estuvo preso innumerable cantidad de veces. De aquellos primeros años se recuerda que desarmó a un policía apoyándole un dedo en la espalda haciéndole creer que se trataba de una pistola; y el ridículo pero efectivo escape del penal de Devoto: salió caminando por la puerta disfrazado de abogado, después de haber intercambiado la ropa con su hermano que había entrado a visitarlo.
Era, según sus compañeros y amigos, un importante cuadro político y un arrojado combatiente al que no le temblaba la mano en las situaciones de tensión.
El 15 de agosto de 1972 venía junto a Alejandro Ferreyra en el avión que debían abordar los militantes que se irían de la cárcel de Rawson. Por supuesto estaban armados y debían garantizar que la aeronave no levante vuelo hasta que los compañeros hubieran subido.
Jorge Marcos, “El Colo”, o “Vicente” por su seudónimo de guerra, era el jefe del operativo externo, que constaba de tres posiciones: los vehículos a la salida del penal, el aeropuerto y el avión. Sobre todo eso, y sobre el Gallego, recuerda: “Cuando empecé a trabajar para la fuga tuve muchos encontronazos con él, él decía que había que secuestrar a Aleman (NdA: se refiere al contralmirante Francisco Aleman, que luego fue secuestrado por el ERP en 1973), y yo discutí muy duro con él, porque yo tenía comunicación con los compañeros adentro, sobre todo con Roby, que me escribía y yo le mandé a preguntar qué le parecía tener como reaseguro a Aleman, para evitar lo que finalmente pasó en Trelew, y él me mandó a decir en una cartita de esas que nos mandábamos en papeles de cigarrillos que no, que la experiencia que ellos tenían era que se habían endurecido las condiciones de detención después del secuestro de Sallustro (NdA: Oberdán Sallustro, gerente de la Fiat Argentina secuestrado por el ERP que murió en abril del 72 durante un intento de rescate de las fuerzas armadas), y yo acaté. Él se enojó mucho, pero no dejó de lado ninguna tarea, lo mandé junto con “el Petiso” Ferreyra a hacer chequeo de la zona”.
Su vida permaneció anudada a los hechos de Trelew hasta el último suspiro. Para siempre.
Ya incorporado al ERP 22 de Agosto, una facción que mantenía la lucha armada pero apoyando al gobierno de Héctor Cámpora, coordinó y dirigió todas las acciones militares. Entre ellas el ajusticiamiento el 30 de abril de 1973 del contralmirante Hermes Quijada, jefe del Estado Mayor Conjunto, vocero de la versión oficial de la matanza y encargado de difundir por televisión las mentiras de lo que supuestamente había ocurrido en la Base Aeronaval Almirante Zar. La custodia del marino intentó repeler el ataque guerrillero y logró herir a Palmeiro, que se negó a ser llevado a un hospital y murió minutos más tarde.
La tarde del 15 de agosto del 72, con el operativo en marcha, con el avión carreteando por la pista de aterrizaje del pequeño aeropuerto trelewense y una confusión que invadía cada segundo del plan de fuga, los combatientes a bordo recibieron la orden por radio desde la torre de mando de frenar y abrir la compuerta. Hacia allí se dirigieron los seis dirigentes revolucionarios que venían del penal, Mario Roberto Santucho, Marcos Osatinsky, Enrique Gorriarán Merlo, Roberto Quieto, Domingo Menna y Fernando Vaca Narvaja junto a Carlos Goldemberg, de las FAR, que manejaba el Ford Fálcon en el que llegaron hasta allí, y Ana Wiessen, también de FAR, que participó de la custodia del aeropuerto. Algunos llegaban uniformados con la ropa que habían recogido en el presidio. El primero en subir la escalera fue Vaca Narvaja, que por la experiencia ganada durante su paso por el liceo militar de Córdoba había sido el encargado de vestirse con la única ropa castrense que tenían al iniciar la toma de la cárcel. Fernández Palmeiro los recibió en la puerta junto a una azafata, a la que tenía tomada por la cintura y encañonada desde atrás, pero sin dar señal de alerta. Al subir Vaca Narvaja, Palmeiro retiró el arma del cuerpo de la mujer y lo colocó en la sien del jefe montonero que se quedó mudo y quieto, sin hacer nada, sin poder reaccionar a pesar de su alta trayectoria en situaciones de riesgo extremo. La incertidumbre que podría haber convertido la fuga más espectacular de la historia argentina en un desastre total duró un instante y se destrabó con la voz de Santucho, que avisó: “¡Gallego, es el Vasco!”
Escapar del escape
Mientras eso sucedía, una corrida desesperada se daba en otros paisajes de la provincia de Chubut. En el punto “Aeropuerto” del operativo externo de apoyo a la fuga se encontraba Jorge “el Colo” Marcos, ejercitado combatiente del ERP, junto a Ana Wiessen, de las FAR. Por su parte Jorge Omar Lewinger, también FAR, era el que debía coordinar el ingreso de los camiones al penal para levantar a los más de 130 presos de las organizaciones. Sin embargo, cuenta él mismo, interpretó mal una seña muros adentro, supuso que la toma había salido mal y ordenó la retirada. Al llegar Lewinger al aeropuerto se dio inicio a una carrera peliculesca que, sin embargo, nunca sale en los primeros planos porque se precipitó en paralelo a la escena principal.
Recuerda Jorge Marcos: “Yo estaba en el aeropuerto junto con dos compañeros de las FAR, un compañero y una compañera (Wiessen), y había otros dos que venían en el vuelo de Comodoro Rivadavia (Fernández Palmeiro y Ferreyra), teníamos un reaseguro que era la toma del avión, si fallaba la fuga igual lo íbamos a tomar porque era la única manera de escapar, había una sola ruta, es un desierto ahí, entonces llegaron los compañeros de los camiones diciendo que había fracasado la toma del penal y que tomáramos el aeropuerto, me lo dijo Jorge Lewinger, pero el responsable de toda la operación era yo y estaba ahí porque consideraba que era la parte más importante”.
“Lewinger me dice que se había podrido todo –continúa- y después viene González Tanganica, de las FAR, y dice que había que volver porque los compañeros nos estaban esperando. Él tenía miedo de que Lewinger llegara a avisarnos y entonces nos lleváramos el avión, porque contaban con el avión para salir de la zona, entonces lo siguió a él en vez de entrar al penal. Yo estaba en un auto con un compañero, “el Negro”, no me acuerdo el apellido, entonces fuimos al penal. Cuando llegamos, el Ejército y la Gendarmería estaban rodeando el penal, entonces vimos que no había nada que hacer, y cuando volvimos al aeropuerto también ya estaba rodeado”.
Marcos intentó regresar a la cárcel con los camiones, que fueron hasta el aeropuerto y volvieron con él. La había dejado a Ana Wiessen con la orden de demorar el vuelo. Fue lo que hicieron, mientras pudieron…
Al ir y volver y ver que ya todo era imposible, el Colo y el Negro se dispusieron a abandonar el teatro de operaciones. “Salimos para Dolavon (una colonia en la localidad de Gaiman), tratando de ganar la cordillera, camino al Dique Ameghino y meternos en los bosques y cruzar a Chile. Ese era el plan, perdido por perdido… Para el sur no podíamos salir. Cuando estábamos llegando a Dolavon, a 30 kilómetros de Rawson, volcamos, íbamos fuerte y el camino era de ripio, en una curva se fue el auto. Yo quedé mal, bastante lastimado, entonces le dije al Negro que fuera a buscar ayuda al pueblo, a conseguir un auto para seguir viaje. Pasó un camionero, le queríamos sacar el camión pero vimos que estaba con la familia, los nenes y la señora, entonces le pedimos que lo lleve. Este compañero subió al camión, bajó en Dolavon y ahí lo agarró una patrulla, hubo un pequeño tiroteo pero se escapó y se metió en la zona de las quintas. Encontró una unidad básica peronista de una señora que lo escondió en un gallinero, hizo un pozo, un cobertizo, le pusieron unas chapas y a la noche le llevaba comida. Lo tuvieron ahí un mes. Lo terminaron sacando en el techo de una camioneta en un embute que habían hecho. Lo llevaron a Bahía Blanca y de ahí tomó un avión”.
En la otra punta había quedado el Colo Marcos, con el cuerpo volcado y el coche herido. “El camionero avisó que había otro, yo no fui porque estaba lastimado y teníamos armas en el auto, y ahí llegó la policía y me detuvo”.
#MasacreDeTrelew | “Nuestra tarea fue pasarles un arma por medio de un guardiacárcel y llevarlos hasta el aeropuerto de Trelew", narra Jorge "Colo" Marcos, militante del PRT y y colaborador externo en la fuga del penal de Rawson. #CanalAbiertoEnTrelew#50AñosDeLaMasacreDeTrelew pic.twitter.com/cih9xA9tJP
— Canal Abierto (@canalabiertoar) August 21, 2022
Jorge Marcos fue llevado una comisaría. El capitán Sosa, uno de los fusiladores, condenado en 2012, fue a buscarlo la noche que ametrallaron a los 19 militantes en la base Zar, pero no pudo retirarlo por una disputa de pertenencia y papeleríos entre la policía provincial y la Marina. Terminó en la cárcel de Rawson, donde se negó a declarar ante el juez Jorge Quiroga. Recobró la libertad el 25 de mayo de 1973. Según contó en su libro AVOMPLA! Historias de un guerrillero, de 2021, Sosa le dijo: “¡Cómo nos jodieron! ¡Realmente la operación fue buena, pero no se cumplieron todos los objetivos! ¡Yo te voy a enseñar cómo se lucha contra el imperialismo!”, además de proferir amenazas de muerte para con todos los que habían participado de la fuga.
Los otros tres conductores de los camiones, integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, fueron detenidos en cercanías de Puerto Madryn.
Camaradas comunistas
Con el éxito parcial obtenido en la primera etapa de la fuga, nueve revolucionarios pisaron suelo chileno donde descontaban que serían refugiados por el gobierno de la Unidad Popular. Mientras ocho fueron subidos a unidades de traslado, a Fernando Vaca Narvaja lo invitaron a acomodarse en un móvil policial. Durante los primeros metros del viaje el trato era llamativamente cordial para el que suele darse entre uniformados y presos que se acaban de escapar de una cárcel, casi “de camarada a camarada”, pero políticamente correcto por la afinidad ideológica que podía suponerse entre la gestión nacional en Chile y las ideas revolucionarias de los militantes argentinos. Sin embargo, minutos más tarde uno de los efectivos dudó. Preguntó al jefe montonero señalando los autos en los que viajaban sus compañeros y el militante peronista explicó que también pertenecía al grupo de los guerrilleros fugados. Inmediatamente frenaron el convoy de vehículos policiales y lo llevaron con el resto del grupo. Sucede que Vaca Narvaja seguía vestido con atuendo militar y las charreteras, ese que un guardiacárcel les hizo llegar junto a un arma para iniciar la fuga. Fue él quien se vistió con esa ropa para fingir una inspección en el penal, habituales en la época, y así comenzar la toma, sala por sala, de la cárcel de máxima seguridad en Rawson.
El resto de la historia es bien conocido: estuvieron en Chile unos días hasta que se produjo la masacre. El presidente Salvador Allende convocó a su gabinete para una consulta sobre el destino de los argentinos. Los funcionarios votaron mayoritariamente por no entregar el salvoconducto e, inclusive, algunos sugirieron devolverlos para preservar la relación con el país vecino. Sin embargo, Allende dijo: “El gobierno argentino ha perdido toda legitimidad moral. Yo soy el presidente de este país, los compañeros se van”. Y se fueron a Cuba.
Hace algunos días, durante las actividades realizadas en Trelew por los 50 años de los hechos, Vaca Narvaja habló sobre los contactos previos que las organizaciones habían tejido con Cuba para tener a disposición un avión que los trasladara hasta el destino final.
“Si no teníamos el respaldo de Chile y de Cuba con Fidel Castro, la fuga era muy difícil de realizar. Fidel había mandado un avión, porque la tenía clara, nosotros recién estábamos en Puerto Mont y el vuelo de Cubana de Aviación ya estaba rumbo a Santiago de Chile. Eso los diarios no lo dicen pero es así, después de tantos años podemos desclasificar alguna información también nosotros. El avión estaba ahí, entonces se le pinchaba una goma, demoraba un día para arreglar la rueda; después se le rompía un alerón, demoraba más; estuvo seis días ganando tiempo y nadie explicaba por qué tenía tantos desperfectos ese avión. Y cuando Salvador Allende toma la resolución vino el jefe de seguridad presidencial, que luego murió durante el bombardeo a la Moneda, y nos sacó volando, ‘se van ya’, dijo, y cuando preguntamos por qué tanta rapidez era por porque el avión ya no aguanta más y por la presión de los ministros”.
Bonus track
Andrés Calamaro nació el 22 de agosto de 1961. A pesar de sus recientes pirotécnicos apoyos a la ultraderecha neofacista de VOX en España, proviene de una familia con ideas de izquierda y se ha autoproclamado en innumerable cantidad de ocasiones como “socialista” y “obrero del rock”. Como sea, la cuestión es que hace ya muchos años escribió y grabó una canción que menciona varios episodios sucedidos en la fecha de su cumpleaños, entre los cuales le dedica un par de estrofas a la Masacre de Trelew y el ajusticiamiento de Quijada. El tema, que nunca fue incluido en un álbum, data de su etapa en Deepcamboya, un departamento/estudio de grabación en el barrio porteño de Recoleta en el cual el artista compuso la parte más corrosiva de su carrera, entre mediados de los 90 y principios de los 2000.
Años después, y cambiando de tema
en el 72 hubo un gran problema
Fue en el sur y algunos llegaron a la isla
pasando a saludar por Chile socialista
El 22 de agosto es un día donde
a falta de uno, cumplen años dos gomías
¡Salud Martín, Salud Andrés!
¡Brindemos por los muertos de Trelew!
Un patético almirante apareció por la televisión
explicando que los malos se habían escapado
y por supuesto nadie le creyó
Y algún tiempo después, el marino Hermes Quijada
se enteró de la muerte viaja en moto
el Gallego Fernández Palmeiro, combatiente del ERP
22 de agosto, era el piloto que lo llenó de plomo
lo llenó de plomo y se las tomó
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- Las entrevistas, salvo donde se aclara, fueron realizadas por el autor en el programa Atrapados en Libertad, que se emitió en AM 530 entre 2008 y 2013.
Foto principal: Emilser Pereira