Redacción Canal Abierto | De un tiempo a esta parte, no son pocas las voces que arriesgan distintos planes económicos para salir de la crisis. Y es que, en ausencia de un plan comunicado desde el Gobierno, cualquier plan parece bueno.
Entre ellos, palabras como “devaluación” suenan a menudo en las bocas de quienes proponen un esquema de shock que reduzca la inflación en poco tiempo, seguido de un período de estabilidad. Y en quienes plantean primero una fuerte recomposición de los sectores de menores ingresos antes de devaluar.
El argumento de la devaluación radica en que es necesario eliminar las expectativas de devaluación y para eso, debe haber un tipo de cambio lo suficientemente alto.
Puestos a analizar esta teoría, los economistas del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), comandados por Andrés Asiain, analizan las claves de este intríngulis en un informe cuyo título lo resume: ¿Devaluar o estabilizar?
Allí hacen hincapié en el análisis de los precios relativos de la economía (salarios, tipo de cambio, tarifas, alimentos, bienes y servicios, etc.) como la variable a tener en cuenta para encarar cualquier plan de este calibre.
Sobre este punto señalan que son los precios relativos los que establecen “una determinada distribución del ingreso” y que primero “debe ensayarse una política de estabilización para luego avanzar en un cambio en los precios relativos que tenga alguna durabilidad”.
El peligro de un Rodrigazo
“Cambios bruscos en los precios relativos —por ejemplo, una devaluación— en este contexto corre el riesgo de acelerar todavía más la inflación y tener una corta duración. Eso borraría en poco tiempo el efecto que se promete como una ‘mejora en la competitividad’”, sostienen.
Luego agregan: “Mayor competitividad vía una devaluación (aún cuando sea parcialmente compensada con un alza de retenciones), recomposición salarial, reducción del subsidio a las tarifas energéticas, actualización de los precios de los combustibles y suba en la tasa de interés, todo en simultáneo —tal como proponen algunos analistas— es un combo riesgoso que puede terminar una aceleración descontrolada de la tasa de inflación, que en poco tiempo borre el esquema (poco claro, por cierto) de precios relativos buscado”.
Los “analistas” a los que refieren no son varios sino uno: Emmanuel Álvarez Agis, viceministro de Economía de la Nación durante la gestión de Axel Kicillof y uno de los coordinadores de la consultora PxQ, quien si bien no está nombrado fue quien recientemente imaginó un plan económico realizable con esas premisas.
“Prometer mejoras a todos los sectores derivando en un shock nominal puede terminar trayendo al presente el fantasma del Rodrigazo”, aseguran desde el CESO.
El colchón y la inflación
Para los economistas del CESO, los precios relativos indican que hay sectores que cuentan con un “colchón de precios” y están en condiciones de absorber incrementos en los costos reduciendo los márgenes, sin necesidad de trasladarlos al precio final. Entre ellos señalan a materiales de construcción, alimentos, prendas de vestir, por ejemplo.
“Se trataría únicamente de una reducción en los márgenes que tienen actualmente y un retorno a niveles que han tenido previamente. Eso permitiría la recuperación del salario en términos reales, a medida que se reduce el colchón de aumentos precautorios que acumularon algunos sectores ante eventuales devaluaciones que no se concretaron”, sugieren.
Y reclaman: “Planteado así parece sencillo y hasta obvio en algunos casos pero es justamente lo que el Frente de Todos no pudo conseguir ni sentarse a discutir con sectores empresarios”.
“Algo elemental para lograr eso es dar la discusión de precios no sólo a partir de la Secretaría de Comercio, sino poniendo sobre la mesa toda la interacción entre el Estado y el sector privado —aseguran—. Discutir los precios en simultáneo con las políticas de asistencia, de facilidades crediticias y la disponibilidad de dólares para sus importaciones. Algo que recién ahora parece empezar a darse, tras superarse la etapa de relativa parálisis y fuerte fragmentación de las decisiones de política económica del gobierno del Frente de Todos”.
Ilustración: Marcelo Spotti