Por Melissa Zenobi | José María renuncia a un trabajo aburrido para ir en busca de su deseo. Así consigue quedar para una cita con una excompañera de oficina. Mientras se prepara para recibir a su chica, José María deberá lidiar con la inoportuna presencia de tres amigos que quieren festejar, un hermano estafador, una hermana con un affaire, una ex novia, una madre absorbente, y hasta el fantasma de su padre que aparece de las cenizas.
Los inoportunos es el primer largometraje del joven director Ismael Zgaib. El proyecto participó en el 4to Concurso de Desarrollo de Proyectos de largometraje Raymundo Gleyzer Cine de la Base (2017) y resultó ganador del Concurso Ópera Prima, ambos organizados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
Con una estética que recupera lo mejor de cine clásico y ambientada en la década de los 90, Los inoportunos es una historia que habla de la construcción de los vínculos, del ego de las personas, y de la dificultad de los individuos para comprender y empatizar con la situación de otro: “La película habla de cómo los personajes de alguna manera se van perdiendo en su propio ego, preocupados únicamente por lo que a ellos les pasa, y sin registrar a quien tienen al lado”, dice Zgaib en diálogo con Canal Abierto.
¿Cómo nace Los inoportunos?
-Por una necesidad de reírse de las fallas que uno tiene. Habla mucho sobre el egoísmo y cómo los personajes de alguna manera se van perdiendo en su propio ego, preocupados únicamente por lo que a ellos les pasa, y sin registrar a quien tienen al lado. Perciben como urgente algo que podría esperar, necesitan resolverlo ya, sin importar que el protagonista esté ocupado con otras cosas. El conflicto con el ego es algo que ha aparecido mucho en mi vida, y he dedicado mucho trabajo a ubicarlo en un lugar que no moleste, y de pronto sentí que eso tan trabajado era importante tomarlo desde otro lugar y reírme de mi mismo. Pero además Los inoportunos se construye un poco como una pesadilla, porque así como hay que escuchar y entender a los demás, también hay que entender lo que es la privacidad, y el espacio de une, y en ese sentido viene a ser como mi pesadilla perfecta: ver mi espacio personal invadido.
La época en que se desarrolla resulta fundamental para el desarrollo de la historia. ¿Cómo lo pensaste? ¿Cómo el contexto atraviesa las historias?
-Tanto Nicolás Abello (coguionista), como yo, crecimos en los 90, y tenemos algo de nostalgia y apego a esa época, que nos ha marcado tanto. Somos hijos de lo analógico y es imposible no recordar todo eso con amor. Pero a la vez, los 90 fueron una época muy egoísta en Argentina y al mismo tiempo una época donde todo estaba construido como de cartón. Económicamente y socialmente, era como si fuese un castillo de naipes, y la película juega con todo esto desde lo estético. Los inoportunos no solo está lleno de personajes egoístas, sino que hay una intencionalidad de mostrar que es un set, de mostrar ese artificio, y jugar un poco con ese tono.
La película habla de los vínculos (familia, amigos, pareja) ¿Crees que la tecnología está modificando el modo de relacionarnos?
-Creo que sí, la tecnología está modificando mucho la manera en que nos relacionamos. He visto gente teniendo ataques de ansiedad porque les han clavado el visto, literal. O gente que se fija a qué hora se conectó por última vez la persona con la que necesita hablar, y eso nunca puede ser sano. Creo que WhatsApp ha modificado de un modo muy complejo las cabezas de las personas, y hay una necesidad de inmediatez muy grande, que antes no existía. Antes llamabas por teléfono, y si no atendían dejabas un mensaje, o no. Y también estaba esto de caer sin avisar, que ahora es algo raro. Ahora aún si vas sin avisar, mandas un mensaje una cuadra antes. Entonces nos parecía que había mucho de eso que cambió, se perdió, y tratamos de retratarlo desde el lado más cómico que tenía esta posibilidad de interrupción.
La estética de la película merece una mención aparte ¿Cómo fue ese trabajo?
-Lo estético lo conseguimos en el trabajo colectivo con las cabezas de área: sonido, foto, arte. Siempre estuvo la idea de buscar referencias en el cine clásico de las décadas del 30, 40, que en muchos casos eran obras de teatro adaptadas, y esa teatralidad no solo estaba en el tono sino también en las acciones y en el modo en que se filmaban, lo histriónico del movimiento de los personajes, la musicalidad de los textos. Desde el guion había un vínculo fuerte con ese tipo de cine y hubo una idea constante de adaptar esos modos a lo que podíamos hacer; traduciendo ese lenguaje a algo que nos identificara a nosotros, con la permanente idea de carrera contra el tiempo que tiene la película. Para la paleta de colores y las luces, entontáramos referencias en los musicales del technicolor, que en su momento revolucionó la historia del cine y el modo del ver películas, porque habla de esta manera de percibir un mundo más luminoso y brilloso, que a la vez hace todo más artificial, con lo que volvemos un poco al contexto de la historia.