Redacción Canal Abierto | El deterioro del poder adquisitivo del salario desde 2015 hasta la fecha es un fenómeno tan analizado como tangible. Pese a eso, el monto total de lo perdido por la clase trabajadora en su conjunto en los últimos meses suena escandaloso.
Según un reciente informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), elaborado por el ex diputado y director del Banco Nación, Claudio Lozano, y la economista Ana Rameri, en los meses posteriores a la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en marzo de 2022, la participación del trabajo asalariado en el PBI perdió un 2,2%, mientras que las formas de trabajo no asalariadas cayeron otro 1,5%.
“En suma, fueron 3,7 puntos porcentuales del PBI los ingresos que vienen resignando las distintas modalidades del trabajo y que, de manera casi equivalente, fue apropiada por el capital en 3,5 —detalla el informe—. Al despejar la masa salarial pagada por el Estado y su contrapartida en la contribución de valor en el PBI, se verifica que en lugar de una pérdida del 3,7, ésta se ubica en el 4,5”.
Luego agrega: “Al traducir los porcentajes anteriores a moneda corriente surge que quienes viven de su fuerza de trabajo resignaron nada menos que unos $2,7 billones, que al tipo de cambio oficial del tercer trimestre 2022, equivalen a casi US$ 20.250 millones”.
La injerencia del FMI
Puesta en dinero, la transferencia de ingresos de los sectores populares al capital desde la firma del acuerdo con el FMI se acerca a la mitad del préstamo récord otorgado por el mismo organismo de crédito a la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri: cerca de US$ 45.000 millones.
Según el informe del IPyPP, el despliegue de semejante proceso regresivo —que incluyó recorte de subsidios— sólo se explica por un reparto aún más desigual del crecimiento económico verificado durante este semestre. “Al contrastar la dinámica distributiva a la luz de la mayor producción generada, se observa que el 55% de ésta fue traducida en excedente de explotación. Es decir, 1,5 del 2,7 de crecimiento económico de ese medio año fue apropiado por la parte empresaria”, afirma.
Desde el IPyPP explican que, si bien la regresividad distributiva se verifica con anterioridad a la firma del acuerdo, no sólo se produce una aceleración post firma, sino que la reversión previa se explica por la estrategia del gobierno destinada a demostrar buena conducta en plena negociación con el organismo internacional. Asimismo, la desprolija salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía y el golpe de mercado que colocó a Sergio Massa en su lugar fue un nuevo impulso en la velocidad del reparto inequitativo, que aportó 2,3 puntos porcentuales de la caída de 3,7.
“El gobierno del Frente de Todos puede analizarse en más de dos fases: la crisis pandémica, luego la recuperación económica, posteriormente el punto de inflexión del momento electoral de medio término y la crisis del oficialismo inmediatamente posterior y, el más reciente, luego de la firma del acuerdo con el FMI y el nuevo capitaneo económico en manos de Massa”, observan.
Llamativamente, fueron los períodos de crisis aquellos en los cuales se asistió a una recomposición del peso de la masa salarial y de los ingresos laborales en el PBI: durante el peor momento de la pandemia (la primera mitad de 2020) —gracias a profundizar la asistencia a la producción y el trabajo, que también permitió expandir el margen del excedente privado—, y en el marco de la contienda electoral y la agitación de la interna del oficialismo (desde finales de 2021 hasta comienzos de 2022), cuando se experimentaron mejoras distributivas.
El deterioro que inició Cambiemos
La gestión que encabezó el expresidente Mauricio Macri significó para el conjunto de ingresos de los y las trabajadoras una pérdida de 3,9 puntos porcentuales del PBI, que en el marco de una mayor transferencia de recursos del Estado a los propietarios de capital le permitió a éste una apropiación de 4,3 puntos porcentuales del excedente de explotación.
“Todo ello en el marco de una economía que se reducía en tamaño, con lo cual las menores participaciones de las fracciones del trabajo redundaron en pérdidas reales considerables, mientras para el segmento empresario compensaba vía una mayor actividad financiera la rentabilidad productiva que perdía por los menores volúmenes de producción”, cuenta el IPyPP.
No obstante, el momento en el que irrumpe el FMI en la política económica local, luego de enero de 2018, también se hizo notar durante el gobierno de Cambiemos. De acuerdo a Lozano y Rameri, durante el primer período se sostuvo la participación de la masa de ingresos de la fuerza laboral al tiempo que la apropiación empresaria creció a costa de la ecuación fiscal. “Sin embargo, fue el segundo momento el que explicó la significativa transferencia de ingresos del trabajo al capital”, asegura.
“La mayor pérdida de participación de la masa salarial se experimentó durante el período 2016-2019: de los US$ 45.000 millones menos de los que disponen los y las asalariadas, US$ 32.000 millones fueron arrebatados por la política económica del gobierno que encabezó Macri, es decir, el 73% del total”, detalla el informe.
Seis años de pérdidas
En suma, la fuerza de trabajo en su conjunto resignó ingresos ante la caída de su participación que se distribuyó US$ 21.624 millones durante el gobierno de Cambiemos y US$ 18.137 millones en lo que va de gestión del Frente de Todos. La expansión de los subsidios a la producción direccionada a reforzar el excedente empresario se dio en ambos períodos en magnitudes similares (US$ 1.734,2 millones con Cambiemos y US$ 2.247,8 millones con Frente de Todos) lo que condujo a que US$ 23.358 millones fueron cedidos hasta el 2019 y otros US$ 20.384,6 millones luego.
En conjunto, en el período comprendido entre el primer trimestre de 2016 y el tercer trimestre de 2022 —es decir, los últimos 6 años y medio—, la caída en la participación de la clase trabajadora en aquello que produce fue del 7,2%. “Porción ésta que las fracciones del capital han apropiado, incluso, en mayor cuantía (un 8%) conforme a la mayor transferencia de recursos fiscales para la producción que reciben desde Estado, principalmente los sectores de energía, transporte e hidrocarburos”, afirma el estudio.
Para ponerlo en términos sencillos, “si en la actualidad la pauta distributiva fuera la misma que la existente a comienzos de 2016, la masa salarial debería ser de $38 billones en lugar de $31,9 billones. Si descontamos a esta diferencia la expansión de ingresos en manos de las formas no asalariados (que se expande, no por mejora retributiva sino por mayor población que vive del rebusque) surge que la resignación de ingresos experimentada es de $5,3 billones, es decir, US$ 39.761 millones. Esta suma, junto a unos US$ 4 mil millones, fue a engrosar las cuentas del sector privado de las grandes firmas”.
En términos porcentuales, la población que se apropia del excedente bruto de explotación es el 3%, quienes viven de su fuerza de trabajo representan al 97% restante.
Ilustración: Marcelo Spotti