Redacción Canal Abierto | En el marco del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el Observatorio de Género del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) elaboró un extenso informe que da cuenta de las desigualdades económicas de género en el contexto actual.
Teniendo en cuenta variables como la participación de las mujeres en la actividad económica, la brecha de ingresos, las desigualdades en los tiempos de trabajo y la brecha impositiva, el informe sugiere políticas para erradicar estas desigualdades y transformar los Estados nacional y subnacionales.
Mejor, pero no igual
En 2022 la recuperación sostenida de la actividad económica, la producción y el empleo, luego de la destrucción del entramado productivo que ocurrió a partir de 2018 y de la crisis desatada por la pandemia en 2020.
La actividad económica registró un crecimiento interanual del 4,9% que se vio plasmada en las tasas de actividad, tanto de varones como de mujeres.
“Así, las mujeres alcanzaron una tasa de actividad histórica para un tercer trimestre del 51,1%. En comparación con el tercer trimestre de 2021, la tasa de varones se incrementó a un mayor ritmo que la tasa de las mujeres, por lo cual se amplió la brecha a 19,3 puntos porcentuales. Sin embargo, la distancia entre varones y mujeres se encuentra en niveles menores que aquellos registrados durante los años del macrismo”, detalla el informe.
También mejoró, de la mano de la recuperación económica, la tasa de desocupación, que en el tercer trimestre de 2022 llegó a ser la más baja en siete años. Pero, según CEPA, esto no tuvo el mismo correlato en las mujeres que en los varones.
“La tasa de desocupación en las mujeres fue del 7,8%, mientras que en los varones fue del 6,5%. En este punto hay dos dimensiones que resultan interesantes de destacar: la primera es que el desempleo de las mujeres se ubicó, y se ubica históricamente, por encima del nivel general —detallan—. La segunda es que, pese a la reducción de la tasa de desempleo, la brecha entre varones y mujeres se mantuvo igual que en el tercer trimestre del 2021, en 1,3 puntos porcentuales. Con esto, arribamos a una primera conclusión: las desigualdades estructurales en el acceso al mercado laboral persisten pese a la mejora de la actividad económica”.
Formales e informales
Un segundo componente de la asimetría estructural entre mujeres y varones en el mercado laboral es el diferencial de ingresos que perciben: durante el tercer trimestre del 2022, en los 31 aglomerados urbanos, los varones percibieron un 24,6% más de ingresos personales y un 22,8% de ingresos por ocupación principal que las mujeres.
Sin embargo, desde el CEPA observan que esa brecha disminuye en el mercado laboral formal: “la formalidad del empleo garantiza no sólo el acceso a la seguridad social sino también a mejores ingresos y menor desigualdad salarial entre varones y mujeres. Durante el tercer trimestre de 2022, la brecha de ingresos al interior de lxs trabajadorxs formales fue de 16,5%, mientras que asciende a 34,6% entre las y los informales”.
Asimetrías territoriales
Las brechas de ingresos tampoco son homogéneas en todo el territorio nacional y difieren significativamente en los distintos aglomerados urbanos. Según el CEPA; estas asimetrías territoriales están relacionadas con la participación de las mujeres en determinadas ramas de actividad económica.
Históricamente, cuando las mujeres acceden al mercado de trabajo se incorporan mayoritariamente en determinados sectores, con mayor representación en los relacionados a tareas de cuidado que son, a su vez, los menos dinámicos y con remuneraciones más bajas.
Por ejemplo, en el tercer trimestre de 2022, las mujeres explicaron el 72,8% del sector enseñanza y un 67,9% del empleo en servicios sociales y de salud. En el trabajo en casas particulares las mujeres explican el 96,3% del empleo: no casualmente, este sector es de los peores remunerados y de mayor informalidad de la economía.
Tiempo de trabajo
El siguiente factor que genera desigualdades tiene que ver con la distribución de las necesidades de cuidado. Al 2021, reporta el CEPA, el 40% de los hogares en Argentina tenía al menos una persona demandante de cuidado, y en particular el 85,6% de esos demandantes eran menores de 13 años.
Según la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT), las mujeres destinan en promedio 42 minutos más a trabajar (incluyendo ambas actividades que demandan trabajo) que sus pares varones: el promedio de horas diarias destinadas al trabajo totaliza 9 horas y 20 minutos para las mujeres, y 8 horas y 38 minutos para los varones.
“Las horas por género de los componentes de trabajo total se mantienen de manera bastante homogénea en cada una de las seis regiones analizadas”, aclara el CEPA.
La diferencia surge principalmente por la brecha en las horas dedicadas al trabajo no remunerado, donde las mujeres a diario destinan en promedio 6 horas y media en comparación a las 3 horas y 40 minutos de los participantes varones. Una brecha de casi tres horas de dedicación al trabajo no remunerado.
“Esto tiene, a su vez, implicancias en la inserción en el mercado de trabajo remunerado, donde los varones dedican 1:32 horas diarias más que las mujeres en promedio”, indica el informe.
En aquellos hogares que tienen demandantes de cuidado estas brechas se profundizan. Las horas promedio destinadas al trabajo no remunerado se ubican en 9 horas en mujeres y apenas 4 horas y media en varones.
Esta mayor carga de tareas de trabajo no remunerado sobre las mujeres que se observa en términos generales, se profundiza en aquellos sectores socioeconómicos de mayor vulnerabilidad.
Brecha impositiva
“La distribución desigual en el acceso al mercado laboral y a los ingresos entre varones y mujeres tiene como correlato la brecha patrimonial. Esto es, existe una diferencia respecto a la titularidad del patrimonio en función del género”, detalla el CEPA.
El análisis de los impuestos directos sobre la riqueza da cuenta que la misma se encuentra fuertemente masculinizada.
Analizando el Impuesto a los Bienes Personales —que se aplica sobre la valuación total del patrimonio— en 2020 la cantidad absoluta de mujeres alcanzadas sumó unos 313.344 casos (34,5%). En términos relativos, el número representa casi la mitad de la cantidad de varones (que ascienden a 595.730, 65,5%).
Algo similar ocurre con el Impuesto a las Ganancias, que se aplica sobre las ganancias de cualquier persona física, empresa o entidad legal. “Durante el período fiscal 2020 (último dato disponible), las declaraciones juradas presentadas alcanzaron 902.686 casos, de las cuales 631.193 corresponden a varones (69,9%), mientras que 271.493 pertenecen a mujeres (apenas un 30,1%)”, muestra el informe.
Como contrapartida, hay una sobrerrepresentación de las mujeres en los deciles de menores ingresos, que son los que tienen mayor carga/presión tributaria vía impuestos indirectos o al consumo.
“Dicho de otro modo: las mujeres ganan menos, poseen menos riqueza y destinan mayor porcentaje de sus ingresos al pago de impuestos”, concluye el estudio.