Canal Abierto Radio | Hoy comenzó el juicio a Américo Balbuena, el agente del Cuerpo de Informaciones de la Policía Federal que se incorporó en 2002 a la Agencia Rodolfo Walsh haciéndose pasar por periodista para espiar ilegalmente a organizaciones populares hasta el 2013.
Se encuentra acusado junto a dos de sus jefes -Alejandro Sánchez y Alfonso Ustares- pertenecientes a la División Análisis de Seguridad Interior de la Policía Federal, pantalla del Cuerpo de Informaciones.
La acusación es por el delito de abuso de autoridad de funcionario público, como responsables de haber desarrollado tareas de inteligencia tendientes a obtener información sobre integrantes de distintas organizaciones, en infracción a la Ley de Inteligencia.
Balbuena se infiltró en ese medio para desempeñar principalmente en el programa de radio que mayormente se emitió en Radioeter, la emisora de la escuela de comunicación, que realizaban periodistas de la Walsh y alumnos de la institución. Antes había pasado por FM La Tribu.
Su función era la de movilero, por lo que se ganó la confianza de dirigentes, militantes y activistas de organizaciones sociales, políticas, sindicatos, organismos de derechos humanos y otros periodistas.
Rodolfo Grinberg es uno de los fundadores de la Agencia Walsh. En la primaria iba al mismo colegio que Balbuena. Se reencontraron estudiando periodismo en un instituto de San Martín y esa fue la puerta de entrada a la Walsh para el espía. Declara hoy como testigo en la primera audiencia del juicio.
En conversación con Canal Abierto Radio, Grinberg explica que sus expectativas en relación a una eventual condena son pocas: “Por lo que me dijeron los abogados la pena prevista es excarcelable, Balbuena pidió en su momento una prbation y no se la dieron, pero yo no creo en esta Justicia así que no creo que lo condenen”.
Sin embargo, subraya: “Mi expectativa es que el tema se difunda, que los que no están enterados se enteren y que sepan que los sótanos de la democracia siguen existiendo, sigue habiendo infiltrados de las fuerzas de seguridad en las organizaciones”
Sobre los espías conocidos en la jerga policial como “topos” o “plumas”, el periodista advierte que “no responden a ningún gobierno, responden a la policía, los gobiernos han tolerado esto y algunos se han servido de esto, pero él ingresó como servicio en 1983”
“Para mí fue un golpe muy grande, yo lo consideraba un amigo, era una persona que frecuentaba mi casa, que conocía a toda mi familia, a mis hijos, que estuvo en el cumpleaños de 15 de mi hija menor, venía a cenar con su esposa a casa, salíamos los cuatro juntos, era una persona aparentemente solidaria, siempre se ofrecía a colaborar, a veces me pedía consejos por su hijastra, así que el primer golpe fue de incredulidad, no podía ser que mi amigo fuera un infiltrado de la policía. Cuando yo lo enfrenté y comprobé, hasta de mirarle la cara me di cuenta de que me estaba mintiendo, fue un dolor terrible pero inmediatamente después yo pasé mucho miedo, emocionalmente quebrado. Él tenía su casa cerca de la mía y era el paso obligado para ir al centro de San Martín y por años esquivé ese lugar, porque tenía un miedo irracional de confrontar con él, de encontrármelo, así que fue terrible”, recuerda sobre sus sensaciones más íntimas.
Esta credencial usaba Américo Balbuena, infiltrado en la Agencia de noticias "Walsh", y desde ahí, espía de decenas de organizaciones.
Pertenecía al mismo Cuerpo de Informaciones de la Federal que el famoso "Iosi", tan bien retratado en la serie y antes en un libro👇 pic.twitter.com/L0SswVPqZu
— Myriam Bregman (@myriambregman) June 13, 2022
La agencia transitaba un proceso de debates internos y el descubrimiento terminó por signar su suerte. “Muchos compañeros dejaron, algunos por miedo, otros empezaron a sentirse perseguidos y luego de un par de años implotó”, dice Grinberg.
“Ojala se diera la condena, pero hacerlo es que reconozcan oficialmente que estos sótanos de la democracia existen, que hay una estructura de la policía que es así, y no creo que quieran reconocer eso. A parte el fiscal es Stornelli, o sea, la persona que tendría que está acusando junto a nosotros no es de mucha confianza”, lamenta por último el comunicador.
El juicio va a durar tres días. El abogado de la querella es Matías Aufieri del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos. En un primer momento el Encuentro Memoria Verdad y Justicia impulsó la denuncia y los letrados representantes fueron Myriam Bregman y Liliana Mazea, también del CeProDH. El juez del proceso es Daniel Rafecas.
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Foto: Twitter Myriam Bregman. Tomada de Perfil.