Redacción Canal Abierto | El detrás de escena de Operación Masacre llegó a la pantalla de la TV Pública a través de Las bellas almas de los verdugos, serie que ficciona la historia detrás de la investigación con la que Rodolfo Walsh junto a Enriqueta Muñiz sacaron el velo a los fusilamientos de la dictadura de Aramburu en junio de 1955.
La serie, que se emite todos los viernes a las 23 en el canal estatal, fue dirigida por Paula De Luque y está basada en la novela de Marcelo Figueras. Los roles protagónicos están a cargo de Diego Cremonesi, que se pone en la piel del periodista y escritor, y Vera Spinetta que hace o propio con su coequiper Enriqueta.
En diálogo con Canal Abierto, Cremonesi describió a este trabajo como todo un desafío. “Ya la propuesta de tratar de interpretar a Walsh para mí era una responsabilidad y un desafío. Aunque sea un Walsh ficcional y en un contexto absolutamente ficcional que toma cuestiones de la historia real y demás, pero que está novelado y tiene una mirada bastante poética”, aseguró el actor.
Y se manifestó como admirador de la obra del personaje al que le toca darle cuerpo y voz. “Yo fui estudiante de periodismo durante muchos años, entonces es una obra con la que ya estaba familiarizado, inclusive también por una admiración por ese valor para denunciar y enfrentarse a la dictadura a través de la Carta Abierta, diciendo lo que decía en el contexto que lo hizo. A mí me generó todo el debate de ver cómo encararlo al no tener muchas referencias audiovisuales”.
La historia encuentra a Walsh en un momento de mutación, en el preciso momento en que la frase “hay un fusilado que vive” lo empuja a recorrer el camino que lo llevará de ser un escritor y divulgador de cuentos policiales y opositor al gobierno de Juan Domingo Perón a convertirse en un periodista de investigación que creará un modo de ejercer el oficio, a la vez que militante del peronismo revolucionario.
“Fue tratar de vincular y encontrar a ese tipo que escribía, que era periodista y que por los sucesos con los que se encontró vio como su vida a partir de esos hechos encontró una bisagra que lo lleva a distintos lugares desde lo profesional, artístico, ideológico, amoroso familiar y cómo esos hechos hacen que su modo de ver el mundo se modifique y se transforme en otra persona”, dijo al respecto Cremonesi.
Y agregó: “En algún lado decían que la serie habla de Rodolfo antes de que sea Rodolfo Walsh, y eso es interesante. A mí me motiva eso de la actuación, tratar de encontrar esa cuestión más humana y que después la totalidad de la serie cuente”.
Cremonesi detalló que encaró el trabajo “tratando de poner en juego todos esos elementos”.
“Desde lo actoral -amplió-, quizás para mí no haya nada mejor que un ser humano ambiguo como creo que somos. Constantemente vivimos transformándonos, cambiando nuestra forma de ver, de pensar. Hay hechos que nos atraviesan y nos modifican completamente, que nos sacan la piel como si fuéramos ranas. Así que fue dejar jugar en la imaginación todos esos elementos y tratar de que eso se traduzca en expresividad, en el modo de mirar, de poder procesar, asumir y transitar esos hechos que la historia de ficción le propone al personaje”.
También rescató que “al no ser un documental, también da libertad desde todo punto de vista, desde el material escrito. A partir de ahí, todo es entregarme a ese juego y ver cómo yo puedo encontrar ese Walsh que habita en mí, por así decirlo. Es un personaje que quizás podría hacer cualquier actor y todos haríamos cosas distintas. Para mí lo más importante siempre es lograr que esa actuación sea genuina y no una imitación o una caricatura de…”.
“Tener la posibilidad de que me confíen esto para mí no es menor. Que me hayan confiado este personaje me generaba un montón de miedos y ansiedades, porque uno intenta que el trabajo guste y que no enoje. Y es complejo cuando se tocan personajes como estos. No lo digo desde la experiencia, sino justamente desde la inexperiencia de empezar a abordarlos”, agregó.
Consultado sobre la recepción de La bellas almas de los verdugos y las expectativas en torno a lo que genere, Cremonesi señaló: “El aporte que espero que haga es que sea un disparador para pensar, para buscar, para investigar. Para que el que lo vea después quiera corroborar un poco cómo fueron las cosas, que quiera indagar en la obra de Walsh, que quiera indagar en lo que fueron los hechos de los fusilamientos de la Revolución Libertadora o Fusiladora, según quien lo diga. Me parece que siempre está bueno que esto sea un disparador de debate y de nutrirse de cosas nuevas e información”.
Sobre la reacción que puede general una producción de alto contenido histórico y político de nuestro país en un contexto de contrapuntos ideológicos como el que se vive en Argentina hoy, Cremonesi planteó que “es un problema para mí el fanatismo desde todo punto de vista. Porque el fanatismo necesita que las personas sean de un modo y para eso vos tenés que negar todo lo otro que son esos seres humanos. Somos uno más de un mar de contradicciones y de complejidades. Quizás somos muy buenos y muy luminosos en algunos aspectos y en otros no. Y quizás también pasamos por distintas etapas y también fuimos de una manera hasta que algo nos modificó”.
“Después -continuó- entiendo también las cosas que están en juego y uno no puede responder a eso. En general, cuando se intenta que cualquier figura se acomode a una cosa ideal es un problema. Es como no poder admirar a San Martín sin entender su vínculo con la esclavitud”.
“Hay que poder rescatar la obra en sí también. Es como Maradona: cuando yo intento que Maradona me cierre por todos lados, la verdad es que a mí no me cierra por todos lados. Entonces quiero entender, quiero poder disfrutarlo y para eso tengo que entender esa complejidad. Y es difícil. Es un ejercicio difícil desde lo actoral y es difícil hacerlo desde lo humano, pero no entiendo la actuación de otra forma. No sabría cómo hacerlo de otro modo”.
El actor destacó el trabajo de su compañera Vera Spinetta y el acierto en el guión de rescatar la figura de Enriqueta Muñiz, cuyo rol nunca estuvo destacado. Al respecto, contó que “era un punto de la historia que no tenía tan claro. Me puse a indagar en los diarios de ella y me metí un poco más. Después Walsh en una reedición la reconoce mucho más. Dice algo así como que `donde dice hice o investigué, debería decir hicimos o investigamos´”.
“Me parece que el personaje Enriqueta está buenísimo que esté donde está. Porque es un rol que evidentemente fue así y no es casual cómo estaba callado su nombre, también por el hecho de ser mujer. Algunos dicen que también era una forma de cuidarla”, agregó.
Y concluyó: “el trabajo con Vera fue excepcional. Para mí era una actriz bárbara y que me encantaba. No nos conocíamos y trabajar con ella fue un placer enorme al igual que con Carla Pandolfi, mi otra compañera de la serie. La verdad, la química fue muy buena y eso en un rodaje tan duro y difícil como este, fue determinante”.