Redacción Canal Abierto | El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong cumplía una de las grandes fantasías de la humanidad al pisar la luna. El motivo, menos poético que la imaginación de Julio Verne o Georges Melies, se inscribía en la carrera espacial que se daba en contexto de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que dominó la segunda mitad el siglo XX.
¿Hubo algún otro objetivo, tecnológico o científico, además de mojarle la oreja a sus rivales? “Más allá de que quizás el punto más relevante fue la Guerra Fría, quién tenía la supremacía en el espacio en ese momento, porque había una carrera aeroespacial, la idea de la exploración del espacio era un poco también saber de qué contenía la luna, de qué estaba compuesta. Y bueno, para ello justamente estas misiones de Apollo trajeron ya en el primer viaje 23 kilos de piedras que aún hoy no se han terminado de analizar”, explicó a Canal Abierto Radio Daniel Acosta, astrónomo y director del Grupo de Observadores del Cielo de Olavarría.
El especialista contó que «una de las razones por las que se abandonaron estas misiones Apollo eran los costes. También estuvo la misión Apollo XIII, que se tuvo que abortar porque fallaron unos tanques de oxígeno que justamente proveían de oxígeno a los tripulantes y tuvieron que volver».
Y detalló que, más allá de los titulares que cuentan las intenciones de magnates por hacer tours privados por el espacio, “hay una misión muy importante que quizás todavía no se ha dado mucho a la luz, pero es la más importante del siglo, que se llama Artemis. Va a contar de tres fases: la primera ya está en preparativo y quizá se lleve a cabo a fin de este año, que es la de mandar una misión no tripulada hasta la Luna; la segunda es para el año 2034, que ya va a ir una persona y la idea es que llegue la primera mujer que pise la luna; y la tercera misión, que ya es para a largo plazo, es que se instale una base lunar semipermanente”.
Consultado acerca de las distintas teorías según las cuales ni el pequeño paso para el hombre ni el gran salto para la humanidad ocurrieron realmente, Acosta planteó:
“En esas misiones Apollo trabajaron 400.000 personas desde técnicos, ingenieros a escala hasta la gente que cosió los trajes. Silenciar a esas 400.000 personas para que no dijeran que fue un fraude es muy difícil. La segunda razón es que en el momento que lanzaban las misiones Apollo había satélites rusos en órbita que por supuesto de no haber llegado, ese fracaso les hubiera venido bien y hubieran hecho noticia inmediatamente de eso. O sea, esas dos razones son fundamentales. Y hay una tercera, que es que quedó lo que era la base Kennedy y están todas las computadoras, está todo todo como se diseñó para hacer el viaje”.
Y destacó el impacto que esa carrera aeroespacial tuvo en avances tecnológicos que hoy son parte de nuestra cotidianidad: “uno hoy disfruta del dentífrico y el dentífrico surgió de los vuelos, en los que los primeros astronautas que tenían que de alguna forma llevar la crema para lavarse los dientes y ahí se inventó el dentífrico. Y el CD es un invento aeroespacial. Hay miles de inventos que arrancaron con la tecnología aeronáutica y aeroespacial y que después se hicieron cotidianos y se trasladaron a nuestras vidas”.
Por último, Acosta se refirió a las actividades que se realizan en el Grupo de Observadores del Cielo de Olavarría, que funciona en el Museo de Ciencias de esa localidad bonaerense: “hacemos cursos introductorios de astronomía observacional, para que la gente que no tiene ni idea conozca el cielo. También hacemos manejo de telescopio para que la gente aprenda a ver a través de un telescopio y organizamos visitas al museo para que la gente vea la luna y planetas a través de un telescopio”.