Redacción Canal Abierto | El ASI es la sigla con la que se conoce el abuso sexual infantil, un tipo de abuso que en la amplísima mayoría de los casos sucede en el marco intrafamiliar. Por esa condición es que muy pocos llegan a la Justicia y muchos menos, aún, la obtienen.
Uno de ellos es el caso de Luna, que llegará a juicio el 8 de agosto, luego de once años de transitar los tribunales.
“Es uno de los tantísimos casos que ocurren, de los que logran ser detectados porque no siempre se logran detectar. Al haber sido detectado por mí consulto con una terapeuta que encuentra indicadores de abuso sexual que indicaban que podía ser su progenitor, con quien pasaba los fines de semana y realizo entonces la denuncia penal. Luna tenía 9 años. Esto fue hace once años, que llevamos de proceso judicial tanto ella como yo. Y él contando con once años de impunidad que esperemos se acaben en este próximo juicio oral”, explica la mamá de Luna, Yama Corin, en diálogo con Canal Abierto.
Denunciado como el poder del Estado más conservador, patriarcal, clasista y xenófobo, quienes recurren al Poder Judicial dan fe de ese precepto por lo que viven en carne propia.
“Cuando hablamos de once años ya hay una respuesta en relación a cómo nos trató la Justicia: mal, porque nos condicionó la vida. Lo que debería haber sido una intervención, para investigar la posibilidad de que haya un delito penal, como es el abuso sexual, cuidando a quienes fueron víctimas de esa situación y condenando, lo que ocurrió fue que hubo un descreimiento absoluto sobre mí como mamá protectora, y una posición de Luna, como tantos niños y niñas, de invisibilidad –relata Corin–. Lo que un niño o niña tengan para decir no cuenta, y lo que las mujeres tenemos para decir es condenable. En esa lógica violenta, las pericias siempre apuntaron a nosotras, siempre desde una mirada de descreimiento y de maltrato y en esas instancias de intervención por parte del aparato judicial sólo nos quedó la posibilidad de defendernos”.
Un caso testigo
Su historia es un botón de muestra de muchas otras, donde la Justicia no sólo actúa, paradojalmente, por “falta de acción, sino con la acción política del maltrato que garantiza la impunidad de los abusadores para que otras personas no denuncien. Es aleccionante”, detalla la entrevistada.
La Justicia intentó que Luna y el denunciado volvieran a tener vínculo, pero Luna se negó y su mamá la acompañó. “Pero para poder defenderla de esa imposición la única manera que encontré fue organizarme y pedir ayuda”, aclara.
En ese camino, ambas fueron golpeando puertas de organismos de derechos humanos, de organizaciones sindicales, políticas. Y, recientemente, se reunieron en el Departamento de Género y Diversidad de ATE para conformar la mesa de la Campaña Justicia por Luna, que acompañará el juicio con ese reclamo.
“Contar con ese grado de apoyo es llegar al juicio con otra disposición. Entendemos que la causa de Luna impacta en tantas otras: así como la Justicia alecciona negativamente para desalentar las denuncias, nosotras, con la organización y el acompañamiento, impactamos de otra forma: que juntas sí se puede, que organizamos podemos tener una vida, conseguir una reparación”, reflexiona Corin.
Luego reflexiona: “Yo ya no me acuerdo cómo era mi vida antes de esta causa. Lo que sí creo es que con una condena va a haber es mucho alivio, va a venir el descanso”.
Para acompañar la causa, desde la Mesa de Justicia para Luna llaman a compartir desde las redes y a hacerse presente los días de audiencias –martes y jueves de agosto, desde el 8- para acompañar la causa en los Tribunales (Lavalle 1171), que tendrán su correlato en la calle con presentación de libros, jornadas de reflexión y actividades culturales.
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Entrevistadora: Gladys Stagno