Canal Abierto Radio | “La historia que estoy a punto de contarles es como un laberinto sin salida, una encrucijada de luces y sombras en la vida de un hombre que ha sido ídolo y villano, genio y víctima. Me encontré en el epicentro de este torbellino, como un testigo silencioso de los demonios que acosaban a Diego Maradona, un ser cuya grandeza y fragilidad se entrelazan como hilos de un tejido inquebrantable”.
Así comienza Con Dios en el infierno, el libro digital gratuito en el que Eduardo Arellano, enfermero del astro del fútbol mundial, relata los 133 días que convivió con él durante su internación en 2004 en la Clínica de Salud Mental de Parque Leloir en una etapa de violentos conqueteos con la muerte que había empezado con la recordada descompensación en Punta del Este en el 2000 y que finalizó cuando regreso de Cuba en 2005.
Arellano es docente universitario, emergentólogo y comunicador. Es director de la fundación RCP Argentina y fue asesor en temas de salud del Gobierno Nacional.
En aquella oportunidad fue convocado por el célebre doctor Alfredo Cae y la familia del 10.
“Fue una de las experiencias más difíciles que pasé como profesional, y eso que yo me dedico a la emergencia y los cuidados cardiovasculares, pero lo que viví con él me marcó mucho”, comienza recordando en esta charla con Canal Abierto Radio el día que el capitán eterno de la selección Argentina hubiera cumplido 63 años.
“Conocerlo a Diego fue una situación difícil para cualquier profesional, no era fácil atenderlo por su carácter”, agrega.
Luego de esa internación, en septiembre recibió el alta y viajó La Pradera en La Habana. Luego de seis meses de tratamiento, regresó para hacer el programa La Noche del 10 convertido en “un Diego espléndido”, analiza Arellano.
“Hay varios Diegos –continúa-, a mí me toca un Diego de más de 120 kilos, insuficiencia cardíaca, dificultad para respirar y presión alta. En ese contexto la familia decide internarlo en una clínica psiquiátrica a través de una figura legal que se llama ‘curatela’, con el fundamento de que era peligroso para sí o para terceros, en este caso Diego era peligroso para sí mismo, así que lo internaron en contra de su voluntad, cosa que es muy común pero en este caso empeoraba todo porque imagínatelo enojado, con furia, no tenía conciencia de su enfermedad respecto a su adicción, porque él decía que no le hacía mal a nadie, por eso no entendía porque se lo encerraba”
Sobre la relación con la familia, el especialista cuenta que “no tenían contacto con él en el psiquiátrico pero estaban ahí cerca, y siempre nos acercaban ropa o comida, la mamá le traía un taper con la comida que le gustaba a él”, ya suma sobre el famoso entorno: “No tenía contacto con nadie, solamente conmigo, yo estaba con él en la habitación y con los médicos que lo atendían”.
Y sobre el anecdotario surgido de esos días, elije rememorar: “No me olvido más de jugar un mini picadito en un patio interno, porque eso lo entretenía, con un Diego medicado, sin mucha ductilidad pero hacíamos eso. Le gustaba cantar así que tenía un karaoke adentro. Diego no solo logró algo a nivel mundial con el fútbol, sino que pudo ganar esa lucha de estar en la cúspide del mundo y de repente estar encerrado en un neuropsiquiátrico, en un lugar oscuro contra su voluntad. A él lo salvó el amor a su mamá y a sus hijas, él quería curarse para estar con ellas”.
Finalmente, augura sobre su texto: “Lo que quiero contar es esa lucha contra los demonios que el tenía, y que pudo salir. Lo pueden leer para conocer esta lucha que Diego que también ganó, que fue más difícil que lo de México”.
Con Dios en el infierno se puede leer en el blog de Eduardo Arellano
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