Canal Abierto Radio | “Lo primero que hay que hacer es recomponerla. En la transición que estamos pensando en la cuestión energética, YPF y Enarsa tienen un rol. Mientras se racionalicen esas estructuras, se las pone a crear valor para que se las pueda vender de una manera muy beneficiosa para los argentinos”. Así confirmaba Javier Milei, en la primera entrevista luego de ser electo como presidente, sus intenciones de privatizar YPF.
En diálogo con Canal Abierto Radio, Juan José Carbajales, ex subsecretario de Hidrocarburos de la Nación (2019-2020), explicó que el primer punto al que se refiere Milei, la reconfiguración, es fácil. “El problema es la venta de acciones”, aseguró. En ese sentido, señaló que la expropiación de 2012 puso algunos límites, en primer término, porque dentro de la empresa hay participación de las provincias hidrocarburíferas, que tienen un 49% de las acciones en manos del Estado.
El titular de la consultora Paspartú también explicó que una medida de esas características requiere “consensos legislativos”. “Algunos dicen que se necesita una mayoría simple, otros mayoría agravada -porque los fondos del FGS (Fondo de Garantía y Sustentabilidad de la ANSES) requieren de dos tercios para su venta, y ahí hay fondos de YPF”, indicó. “Luego, se requiere una concertación vía negociación con las provincias, que tienen directores y síndicos en YPF”, agregó.
“Pero supongamos que todo esto se salva vía DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia), porque no está prohibido”, planteó Carbajales. “La pregunta relevante -remarcó- es el para qué. ¿Por qué vender YPF?”.
“Hay una clásica crítica liberal a las empresas públicas de que son deficitarias, que piden transferencias al Tesoro Nacional, de que requieren subsidios. Eso no sucede con YPF”, subrayó el especialista. “YPF es una empresa superavitaria, que realiza su objeto comercial de manera eficiente y que gana plata con la producción de petróleo y gas, y con la venta de combustible”, afirmó. Por eso, “quitando cualquier acepción peyorativa” la razón de fondo tendría que ver con una “definición ideológica”.
En los antecedentes históricos también hay pistas.
Macri y la privatización menemista
El ex funcionario y titular de Paspartú recordó dos antecedentes de la medida. El más inmediato es lo ocurrido durante el macrismo, entre 2015 y 2019, cuando no se privatizó pero sí se tomó la decisión de no bajar directrices y dejar librada la empresa a su management profesional, “desanclado políticas públicas sectoriales”.
“Al final del día lo que sucedió es que YPF perdió valor como compañía, hubo pérdidas declaradas en sus balances, perdió market share frente a los competidores (vinculado al porcentaje de ventas en el sector), quedó fuera de los planes de estímulo”. “Si eso es la señal de lo que viene, habría que poner un signo de pregunta de cómo puede lograrse una maximización de los beneficios”, dijo Carbajal, cuestionando que la eficacia sea el argumento detrás de la medida.
El otro caso y el más paradigmático es lo ocurrido en la década del ‘90, cuando YPF fue convertida en Sociedad Anónima hasta su venta final a la española Repsol, en 1999. “Entre 1999 y 2012, incluso con la argentinización en el medio, le fue muy bien en términos individuales, porque lo que hizo la empresa fue monetizar sus reservas, explotar al máximo los recursos conocidos -explorados previamente- y vender esos combustibles para con la ganancia repartir dividendos y expatriarlos a España”, explicó Carbajales.
Y agregó que una situación similar se dio con la entrada del Grupo Petersen de la familia Eskenazi. “Pero eso fue en perjuicio del país”, advirtió. Hubo una “reducción drástica de la producción general de petróleo crudo y gas natural”. Por eso, “la pregunta de si es mejor que esté en manos privadas o no, depende para quién”, aclaró.
En tanto, y de cara a lo que podría hacer el gobierno de La Libertad Avanza, el especialista advierte que, “como ha sucedido en otras épocas, no es necesario vender el paquete accionario para intervenir la compañía”. “Se puede ir desprendiendo de activos secundarios, traspasar a provincias, descentralizar”.
Sin embargo, “un proceso de venta no solo debe pasar por procesos legislativos, societarios y comerciales sino también por cierta aprobación social”. En esa línea, destacó que si bien es “inobjetable” que Milei llega al Gobierno con un voto mayoritario que le da una “legitimidad de origen”, hay que tener en cuenta que “YPF es más que una compañía estatal, es una empresa de bandera, centenaria y con un fuerte arraigo en todos los extremos del país”. “Tal vez eso pueda generar ciertas resistencias a la hora de una eventual privatización”, planteó.
Consecuencias
A partir de su privatización, YPF pasaría a regirse como el resto de las empresas del sector, es decir, por estándares comerciales, explicó Carbajales. Esto significa que dejaría de invertir “en activos, obras y servicios que no reportan ganancia asegurada -como la producción de hidrocarburos en cuencas maduras, la recuperación terciaria y la exploración off shore-, para concentrarse en lo que da una renta muy alta, como es el no convencional de Vaca Muerta”.
En ese escenario, “veríamos una compañía asimilable a otras del sector, tanto nacionales e internacionales, que buscan el provecho del corto plazo”, lo que llevaría “a poner en duda su participación en obras de infraestructura como el oleoducto Vaca Muerta sur o el Vaca Muerta Norte que tiene como propósito exportar crudo a Chile”. “Son demasiadas incertidumbres para un anuncio al que le falta la letra chica”, reconoció Carbajal.