Redacción Canal Abierto | Diana Mondino, canciller del gobierno de Javier Milei, anunció este domingo que la Argentina firmará la carta de invitación para iniciar el proceso de ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Lo hizo poco antes del acto de asunción presidencial, desde la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Palacio San Martín, junto al funcionario alemán Andreas Schaal, director de Relaciones Globales del organismo internacional.
Esta decisión es un movimiento consecuente con las constantes declaraciones de los integrantes de La Libertad Avanza contra el ingreso de nuestro país a los BRICS+ (foro integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que había iniciado el gobierno saliente y se concretaría el 1 de enero de 2024 junto a Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía. Está por verse aún si las bravuconadas de campaña se moderan luego de que hoy que se conociera la existencia de una carta del libertariano al presidente chino Xi Jinping, solicitando la extensión del swap gestionado por el gobierno del Frente de Todos.
Sobre el tema, Canal Abierto dialogó con Luciana Ghiotto, experta en Economía Política Internacional, investigadora del CONICET-UNSAM e integrante de ATTAC Argentina (Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras especulativas para Ayuda a los Ciudadanos) y del Transnational Institute
¿Qué es la OCDE?
-La OCDE no es un organismo internacional, es un foro internacional, como por ejemplo el G20. Es decir: no tiene una secretaría fija, no tiene una estructura institucional, sino que es un grupo de países –de hecho se los suele presentar como el club de países más ricos–. Nació en 1961 y en un momento se la presentaba como una especie de OTAN económica, una iniciativa entre países europeos y Estados Unidos que tenía la intención de servir como guardián de ciertos lineamientos políticos y económicos internacionales.
La organización fundada por potencias como Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania, en reemplazo de la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE), surgida del Plan Marshall en la posguerra, está integrada por 38 naciones, entre las que se cuentan todas las de la Unión Europea más Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur, Israel y de Latinoamérica: México, Chile, Colombia y Costa Rica.
Entonces, es un club que se ha dedicado en los últimos 50 años, a partir de los 70, a la difusión de las ideas más neoliberales de la política económica. No necesariamente es un club de países industrializados, sino que es un foro que intenta sumar nuevos países que tengan lineamientos similares. Por eso, por ejemplo, Guatemala con un gobierno neoliberal intentó sumarse a ese club.
¿Hay tratados o regulaciones comerciales que cumplir?
–Para ser miembro de la OCDE tenés que cumplir una cantidad de regulaciones. En los últimos años se ha convertido en la adalid de lo que se conoce como las “buenas prácticas regulatorias”. La OCDE establece de manera arbitraria una cantidad de prácticas regulatorias de los Estados que considera correctas, que son buenas y otras que debemos entender que son malas. Para ser parte tenés que ajustar tus regulaciones internas a estas buenas prácticas regulatorias.
¿Qué son las buenas prácticas regulatorias?
-Las prácticas regulatorias incorporan una serie de lineamientos de transparencia, estabilidad macroeconómica, “buenas prácticas” en términos monetarios, en términos de mantener en equilibrio las cuentas nacionales. Son lineamientos de políticas neoliberales que coinciden con lo que sería el Consenso de Washington.
Éste es un proceso de entrada: vos tenés que ajustar parte de tu normativa para entrar a la OCDE. Ese proceso puede llevar hasta seis o siete años e implica, sí o sí, la modificación de regulaciones internas. El país tiene que adaptar sus leyes –que son democráticamente sancionadas de acuerdo a lo que dice su Constitución– para poder ser parte de la OCDE.
Por ejemplo, Colombia tuvo que realizar cambios en términos de transparencia. La transparencia de los actos de gobierno sería deseable, pero en este caso tiene que ver con la transparencia hacia lo que llaman las partes interesadas: los sectores empresarios, los inversores extranjeros. Obliga a brindar información privilegiada, todo tipo de información, para el movimiento de las empresas y de las corporaciones. Ese es uno de los puntos centrales de esta idea. Lo que hace la OCDE es ponerte una calificación aún si vos no sos miembro del club. De hecho, lo que hace mucho es hablarle a los no-miembros del club más que preocuparse por lo que pasa dentro del club.
La idea de la OCDE es tratar de tender hacia la homogeneización o estandarización de las regulaciones a nivel global, generar un marco de gobernanza económica global. Va en la línea del Foro de Davos: poner reglas de las prácticas correctas para una gobernanza global económica. Por eso hace mucho lobby al exterior de este club.
¿BRICS u OCDE?
–Los BRICS y la OCDE son dos foros contrapuestos. Uno sostiene las políticas neoliberales como guía de lo deseable, mientras que los BRICS tienen una posición de países en desarrollo o en vías de industrialización y una tendencia de discusión con la OCDE. Lo de Milei no es un guiño solamente sino una declaración de principios en términos de política internacional.
¿Qué impacto puede traer a Argentina el ingreso a la OCDE?
–Todo lo que tiene que ver con una política económica neoliberal debería pasar a ser parte de la legislación interna Argentina y del sostenimiento de niveles de productividad, niveles de competitividad, que para ser parte de la OCDE hay que sostener.
Los tres países de América Latina que son miembros de la OCDE –México, Colombia y Chile– son países que durante estos últimos 20 años de políticas progresistas en América Latina se mantuvieron dentro del marco de las políticas cercanas a los Estados Unidos y cercanas a políticas neoliberales. Entonces, para Argentina implicaría aceptar dentro de la legislación interna políticas vinculadas con el equilibrio fiscal como una buena práctica. Eso recorta muchísimo el espacio de política regulatoria del Estado, implica aceptar el libre comercio dentro de las normativas internas del Estado, que no puedas usar política monetaria, por ejemplo, para poder tener una política interna en momentos de crisis.
Pero entonces, ¿finalmente llega la tan mentada lluvia de inversiones?
-La entrada a la OCDE no te garantiza de ningún modo que esos países que ya son miembros del club de países más ricos van a tener una presencia económica mayor, simplemente significa que vos ideológicamente estás alineado con las ideas del club. Entrar no garantiza que van a aumentar las inversiones, lo que te garantiza es que estás recortando voluntariamente tu capacidad de acción como Estado frente a momentos de crisis, frente a una nueva pandemia, frente a una crisis sanitaria, una crisis educativa, estás voluntariamente diciendo “me voy a atar de manos”.
¿Todo este andamiaje legal tiene que pasar por el Congreso?
-Sí, claro, tiene que pasar por el Congreso. Ningún presidente puede iniciar una entrada a la OCDE a través de DNUs porque estás hablando de una modificación bastante brutal de legislación interna. A Colombia le llevó como seis años entrar, puede ser que ni siquiera el gobierno de Milei logre entrar en este tiempo. Salvo que esté la decisión política de hacerlo entrar por la ventana.
Entonces, ¿te parece que este proceso implica para los sectores populares un frente de batalla más, un eje donde también hay que hacer foco?
-Claro, pero cómo peleás contra la OCDE, contra el ingreso de Argentina. Yo creo que el debate tiene que ver con el rol del Estado, con que el Estado mantenga espacio para la política pública. La OCDE implica cerrar espacio para la política pública. El debate debe estar puesto en dejar de lado el mantra del equilibrio económico, del libre comercio y pelear el espacio para la política pública.
Este club propone equilibrio fiscal pero sus principales socios están severamente endeudados…
-Totalmente, eso es lo interesante. Es un club que más que revisarse a sí mismos, da directrices para el resto del mundo. Es un club que está tratando de que el resto de los países sigan lo que dicen, pero no lo que hacen, ni lo que hicieron en los últimos 150 años, porque para llegar a ser países industrializados no aplicaron nada de lo que están diciendo. Pero hace 30, 40 años están pregonando el libre comercio, pero no es lo que hicieron para llegar a ser industrializados y tener estados muy poderosos.