Redacción Canal Abierto | Georgina Orellano es trabajadora sexual hace 18 años y Secretaria General de AMMAR Argentina hace 9. Casa Roja, la sede central del sindicato en CABA, funciona en el barrio de Constitución a metros de Plaza Garay, pero sus afiliadas también están en barrios como Once o Flores.
En diálogo con Canal Abierto, a días del 8M, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, la dirigente se refirió a las urgencias de un sector que, sin derechos laborales, enfrenta un contexto de licuación acelerada de ingresos y profundización del abandono estatal.
En la calle, las consecuencias ya se ven: en menos de dos meses, cuenta, dos mujeres trans fueron asesinadas, una en Once y otra en Constitución, en el marco de conflictos territoriales vinculados a la pobreza, la microventa de estupefacientes y el consumo problemático.
Lo que estamos viendo son situaciones de mucha violencia, que cuando lo contamos, rápidamente, se asocian a la violencia de la policía hacia las trabajadoras sexuales. Pero eso es parte de nuestra cotidianeidad, por eso existimos como sindicato, por eso nos organizamos. Pero lo que estamos viendo ahora es otra cosa: son conflictos entre personas de sectores populares, que se arman estrategias de supervivencia y tienen conflictos en el territorio”, explicó.
Orellano también habló de los debates que esas realidades le plantean al feminismo, al sindicalismo y a la clase política en general. Así, por ejemplo, porque “cuando dicen que ‘vienen por nuestros derechos’ no nos sentimos representadas, porque nacimos sin derechos”.
Para ella, la falta de escucha por parte de cierta dirigencia “que está en la rosca mientras nosotras estamos resolviendo cómo le cargamos la SUBE a una compañera”, también tiene relación con que muchos jóvenes se hayan inclinado por Milei en las últimas elecciones.
En ese sentido, planteó que sigue pendiente la autocrítica: “¿Dónde está el debate político de lo que nos llevó a tener este Gobierno? Siempre estamos reuniéndonos frente a la emergencia”, cuestionó.
Por último, indicó que hacia el 8M los reclamos de AMMAR son contra el mega DNU, la violencia policial y el protocolo antiprotestas de Patricia Bullrich pero que, principalmente, tienen que ver con el hambre y la crisis habitacional. Al respecto, aporta un dato que da cuenta de lo acuciante de la situación: una trabajadora tiene que pagar hasta $16.000 por noche por una pieza de un hotel en pésimas condiciones.
Por eso, “la centralidad del 8M tiene que estar en la precariedad de nuestra vidas, en el hambre y en las demandas que están atravesando a las compañeras de los sectores populares”, sintetizó Orellano.
Entrevista: Elisa Corzo