Redacción Canal Abierto | “Cuando vean los números de mayo, los de junio, y vean que el resultado fiscal es granítico, automáticamente los números de los bonos se van a acomodar y se va a acomodar el tipo de cambio. Por eso es que no estamos nerviosos”, sostuvo Javier Milei este jueves en la exposición Agroactiva 2024, en Santa Fe.
Sus declaraciones apuntaron a desdramatizar una noticia que altera a un presidente amante de los números: el aumento de los dólares financieros, que en los últimos días acumularon una suba del 22%, y la caída de los bonos y acciones argentinas, que vienen en picada (y al cierre de esta nota retrocedían cerca del 4%). El riesgo país, en tanto, es el más alto en meses y se ha consolidado por encima de los 1.500 puntos.
“En el mundillo de los economistas hay consenso de que, a grandes rasgos, los disparadores que alentaron la suba en los dólares paralelos fueron tres: una nueva disminución en la tasa de política monetaria muy por debajo de la tasa de inflación, el creciente “atraso” cambiario, y –como consecuencia- una menor liquidación de exportaciones agropecuarias que la esperada, lo que provoca una disminución en la oferta de dólares tanto en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) como en el contado con liquidación”, aseguran desde el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), en su último informe titulado “La primera corrida de Milei”.
Los que la vieron
Desde hace meses, desde ese instituto económico vienen advirtiendo que la estrategia libertaria no era sostenible en el tiempo. “El ancla cambiaria empieza a generar ruido en el mercado y obstaculiza la única canilla genuina por la cual pueden ingresar dólares; al tiempo que el único motivo por el cual el Banco Central sigue acumulando reservas es la caída de las importaciones provocada por una brutal recesión. El ancla monetaria no se sostiene con una inflación que continúa en niveles altos, y los efectos del ancla fiscal y salarial sobre la evolución de los precios van llegando a su fin”, detallan.
A todo esto se le suma que el campo no liquidó lo esperado, debido a que presiona por un tipo de cambio más alto. Que entre junio y julio vencen casi US$ 5.000 millones de los US$ 18.000 millones vigentes del swap de China, y “no parece haber una resolución favorable para su renovación”; que en julio comienzan los vencimientos de capital de la deuda renegociada en 2020 por US$ 2.700 millones; y que un nuevo desembolso del FMI “parece cada vez más improbable”. Esto “comienza a sembrar dudas en el mercado”, aseguran desde el CESO.
En este estado de cosas, la pregunta que cabe es: ¿la corrida llegó a su fin o esto es sólo el principio? Todo indica que se trata de la última opción.
Para el instituto liderado por el economista Andrés Asiain, en este escenario “la probabilidad de que la acumulación de reservas se detenga y con ella aumente la presión sobre los distintos tipos de cambio crece semana a semana”. Sin dólares, también comienza a diluirse la promesa de eliminar el cepo cambiario.
“La opción de devaluar para incentivar la liquidación de exportaciones choca con los objetivos de continuar con el sendero decreciente de la inflación, al tiempo que tampoco garantiza que ingresen los dólares suficientes para hacer frente a los vencimientos previstos”, concluyen.
Y rematan: “Bajo estas condiciones, lo ocurrido durante las últimas semanas parece ser una muestra de que el plan Caputo-Milei no es sostenible”.
Ilustración: Marcelo Spotti