Redacción Canal Abierto | Con salarios licuados, sin financiamiento para los más elementales equipos de trabajo y permanentemente hostigados por tuiteros, medios oficialistas y hasta el propio Presidente y sus funcionarios. Así trabajan los científicos y las científicas de nuestro país.
Y para colmo y como si esta dura realidad que les toca no fuera suficientemente difícil, por estos días asoma una nueva amenaza: la Ley Bases. Y no se trata de la amenaza que enfrentan buena parte de los sectores productivos, industriales o proveedores de servicios con algún tipo de arraigo nacional, sino un riesgo aún más concreto y particular.
Semanas atrás, la Red Argentina de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (RAICYT) fue contundente al respecto y cuestionó en duros términos el proyecto al que calificó como “un golpe letal para la ciencia”. Entre otras cosas porque abriría la puerta a la modificación estructural de la inmensa mayoría de los organismos de ciencia y tecnología, habilitando al Poder Ejecutivo la alteración en sus funciones, su fusión, escindirlos o derivarlos a provincias. Es decir, convertirlos en cáscaras vacías, sin contenido ni función.
A esto se suma el hecho de que, en caso de aprobarse, todo el personal -por ejemplo, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)- podría quedar en situación de disponibilidad por un período de 12 meses. Una vez cumplido el plazo, corren el riesgo de ser despedidos sin justificación alguna ni evaluación de sus pares, como está estipulado en la actualidad.
“Es una locura y lo opuesto a lo que están haciendo todos los países del mundo: desarrollar e incentivar el conocimiento y la investigación”, apunta la docente y vicedecana de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Valeria Levi.
En diálogo con Canal Abierto, esta investigadora del CONICET desarrolla las problemáticas que ya enfrenta el sistema científico y las casas de altos estudios, cuál sería el impacto de la sanción de la Ley Bases y los peligros de lo que entiende como “un ataque a la ciencia en tanto paradigma cultural o civilizatorio que promueve la toma de decisiones en base a evidencia y datos, para instalar otro en el que prima el oscurantismo y el pensamiento mágico”.
“No hay dinero ni para los reactivos del laboratorio y son muchos los que financiamos las investigaciones con nuestros bolsillos”
“No podemos observarlo de forma abstracta, sino en el marco de lo que viene pasando en estos seis meses, por ejemplo la subejecución brutal de las partidas que ya venían recortadas por la prórroga del presupuesto 2023”
“En seis meses se ejecutó sólo el 3% del dinero proyectado para el sector”
“No hay una política científica o, mejor dicho, pareciera que el plan es que no haya plan”
“Tampoco hay que minimizar los ataques que sufre la investigación, sobre todo en redes, y en muchos casos promovidas o avaladas por funcionarios y hasta propio Presidente”
“Es un ataque a la ciencia en tanto paradigma cultural o civilizatorio que promueve la toma de decisiones en base a evidencia y datos, y no sobre el pensamiento mágico”
“En un contexto así, no parece ridículo pensar en un escenario de fuga de cerebros como la que ya vivió nuestro país en tiempos dictatoriales o incluso durante la década menemista”
“Arranqué mi carrera científica en los 90´ y vi pasar distintos gobiernos con distintas identidades políticas o partidarias, y la verdad es que nunca vivimos una cosa así”
Entrevista: Diego Leonoff