A pesar de su nombre con fuerte impronta rioplatense y la nacionalidad argentina de sus integrantes, hay que irse hasta Nueva York para encontrar los origenes de Dock Sud. El grupo integrado por Pablo Pereyra (voz), Juan Cruz Masotta (guitarra), Alejo Solla (bajo), Rodrígo Núñez (teclado), Gerardo Solnie (batería), Alejandro Pereyra y Luciano Groisman (bandoneones) y se presentará mañana a las 21 en el Perón Perón de San Telmo (Bolívar 813, CABA).
El grupo aborda el espíritu del tango, pero con mixturas de otros géneros como el jazz, el rock&roll , la electrónica o el grunge. “Yo cantaba tango desde chiquito. Pero ahí quedó, siempre me gustó el tango. No tuve esa rebelión de la adolescencia contra el tango. Sí incorporé después el rock and roll y la música que me fue llegando y que fui descubriendo. Pero siempre tuve un costado para el tango, siempre me gustó y siempre me gustaron los cantantes de tango, Goyeneche fundamentalmente. Así que el tango viene conmigo desde hace mucho tiempo”, cuenta Pereyra a Canal Abierto.
“Después yo me formé como actor y me interesé mucho en todo lo que es el género chico argentino como el sainete. Ahí fui descubriendo que los temas que tocaba el teatro nuestro son los mismos temas que tocaban los tangos. Había mucha cercanía, sus autores tenían la misma preocupación. De alguna manera, es una misma realidad contada desde dos formas artísticas distintas”, agrega el músico.
Y plantea que “después le empecé a descubrir el costado más político y, si se quiere, de trincheras al tango. Para afuera está esa frase que utilizan para romantizar el tango `la expresión vertical de un deseo horizontal´. Así buscan sensualizar al tango afuera y de venderlo de esa manera, pero a mí me parece que en su esencia es otra cosa”.
Luego vino la posibilidad de trabajar y radicarse en Nueva York, donde su camino se cruzó con el del guitarrista Juan Cruz Masotta. “El tenía un grupo de tangos tradicionales, que nunca fue lo que más me sedujo del tango. Es como que siempre buscara el camino más difícil, porque a lo mejor era más facil salir a cantar Mi Buenos Aires querido”, recuerda el músico.
“Pero empezamos a buscar un repertorio de tangos muy viejos, del 20 del 30. Por ahí veníamos en nuestra búsqueda y teníamos un pequeño coqueteo con algunos elementos del jazz, pero era más inconsciente, porque en realidad estábamos haciendo tango tradicional”, señala.
Y rememora que “en una de las primeras reuniones que tuvimos yo propuse que `tenemos que encontrar algo que sea un encuentro entre Troilo y Radiohead´. Esa es la imagen que uno tenía en la cabeza. Ahí empezamos a experimentar y así dimos los primeros pasos con nuestra banda”.
Otro músico aportó un nuevo giro y la entrada en escena del pianista Emilio Teubla allanó el camino para lo que terminó siendo Dock Sud. “Ahí nuestro repertorio empezó a estar más influenciado por el jazz, por ejemplo. Eramos un trío con una formación que era bastante rara, de hecho. Teníamos piano y clarón, que es como un clarinete más grandote. Una cosa fue llevando a la otra, y en un momento propuse sumar un componente eléctrico y empezamos a mixturar con el jazz con otras músicas que a nosotros nos interesan”, explica Pereyra.
Cuestiones de la vida personal forzaron una interrupción del proyecto. Pero no la relación de Pereyra con el 2×4. Fue en ese momento que se puso al frente de Astoria Tango Club, milonga insignia de la ciudad que nunca duerme. También cantó con una orquesta típica.
A pesar de lo manifestado previamente, el músico aclara que “me encanta, no entiendas que no me gusta cantar tango más clasico. Me encanta cantar tango en todo su formatos: me gusta cantarlo con guitarras, me gusta lanzarlo con orquesta, me gusta cantarlo con bandoneón”.
Sin embargo, confiesa que “me había quedado el metejón de armar una banda que junte las pasiones que uno tiene. Porque yo ya llevaba mi bagallito de gustos musicales de acá para allá, pero de allá para acá también”.
Pero Dock Sud tendría segunda oportunidad. Y surgiría en el momento menos esperado. Dicen que crisis es oportunidad, y eso es lo que sucedió con la irrupción de la pandemia de COVID19. La llegada de un nuevo amor a la vida de Pereyra sería la motivación para su retorno definitivo al país, tras un período con un pie en Nueva York y el otro en Buenos Aires.
Una vez instalado aquí se reencontró con Marotta, integrante fundador de la primera experiencia y decidieron sacarle el polvo a Dock Sud para que vuelva a sonar. Para ello sumaron a los músicos que hoy completan el combo.
Respecto de la fecha en Perón Perón, Pereyra afirma que el escenario no es casual. “Esto se está convirtiendo un poco en una especie de gesta del alma, si se quiere, más allá del color político. Yo sí soy peronista. Este es un momento donde la resistencia es cultural. Hay que pelearla, hay que juntarse, hay que abrazarse, hay que apoyarse. Y hacerlo en un lugar como Perón Perón, para mí cerraba todo. Somos varios, y no puedo pretender que sean todos peronistas, pero sí que la banda sea nacional y popular”.
Pereyra se refiere a la actualidad política, novedosa para gran parte de los argentinos y argentinas, aunque él sienta que vive una suerte de deja vu político. Es que sus últimos años en Estados Unidos coincidieron con la presidencia de Dondald Trump. “Uno quizás se pone más nervioso que otros porque esto yo ya lo vi y creo que lamentablemente lo vamos a seguir viendo. A mí me parece que esto tiene que ver con las redes sociales con con la manipulación que se viene haciendo de las emociones y del pensamiento de la gente hace ya muchos años. Sin que nadie se dé cuenta ni haya una legislación al respecto. Es muy fuerte todo lo que pasa”, lamenta.
Y concluye “el pensamiento crítico ha sido abolido. Fue cambiado por memes. Que que es como una unidad básica de sentido. No importa si lo que vos levantás y enarbolás como bandera es posible, es realizable, es verdadero o es falso. Es porque es un meme. Entonces, el que que defiende las ballenas pone una fotito de una ballena en Facebook y esa es su militancia. Mientras tanto, unos tipos que son mucho más proactivos, están pescando esas ballenas. La militancia en las redes no sirve para mucho. Y vivir la vida en las redes, tampoco”.