Redacción Canal Abierto | “Uno sueña con muchas cosas: estar tranquilo, vivir en el campo, vivir de la siembra, de los animales. Es algo que, lamentablemente, nosotros no vamos a poder lograr. Tal vez sí lo van a poder lograr mis hijos o mis nietos, si es que uno sigue peleando así. Pero es muy difícil”. Esto reflexionaba el joven mapuche Fausto Jones Huala que este 1º de agosto decidió quitarse la vida.
Fausto era hermano del Lonko Facundo Jones Huala, quien lleva 36 días en huelga de hambre seca, internado y con su salud muy deteriorada en el hospital intercultural de Nueva Imperial, cerca de Temuco, Chile, donde purga una condena que debería haber concluido el 26 de junio.
La madre de ambos, María Isabel Huala, informó ayer, 1 de agosto, que su hijo había decidido quitarse la vida y responsabilizó a los estados chileno y argentino por la situación de persecución y encarcelamiento que viven sus hijos.
La mujer estaba en Chile acompañando a Facundo y viajó de urgencia a Bariloche donde fue hallado sin vida el joven, en una casa en el kilómetro 20 de la avenida Bustillo .
Fausto fue el principal testigo del asesinato de Rafael Nahuel en 2017 y luego de pasar un tiempo en la clandestinidad fue absuelto por la Justicia, que lo perseguía por el delito de usurpación en el conflicto territorial de Villa Mascardi.
También te puede interesar: Confirmado: Un mapuche muerto por la represión a la comunidad de Villa Mascardi
“Como pueblo luchamos por la vida”
“Tristeza, un dolor enorme porque la verdad es que nosotros como pueblo luchamos por la vida y cuando sufrimos cuestiones de estas características, como le pasó a Rafael Nahuel, como le pasó a Santiago Maldonado -ayer se cumplieron 7 años de su desaparición forzada-, como le pasó a Elías Garay sentimos una gran frustración porque todo lo que hacemos para acompañar, para que el diálogo se abra, para que el Estado y la sociedad reconozcan el genocidio, no llega”.
Por eso, “es una tristeza enorme, siempre la muerte de un joven es inexplicable, incomprensible y una frustración”, reflexiona en diálogo con Canal Abierto Orlando Carriqueo, werken de la Coordinadora del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro, quien desde su función acompañó el proceso de recuperación territorial de la lof Lafken Winkul Mapu y la mesa de diálogo que se estableció durante el gobierno de Alberto Fernández para buscar una salida al conflicto.
“Sabemos que Fausto es una víctima más de un genocidio que se ha perpetuado en el tiempo y que no sólo utiliza la violencia directa sino que también nos lleva a circunstancias como esta. El racismo, la discriminación, todo eso va marcando a cada cuerpo, a cada persona, a cada uno de los que hemos atravesado ese proceso identitario”, explica el werken, en referencia al difícil camino de reencontrarse con una identidad originaria inmerso en una sociedad que niega, margina y criminaliza a quienes levantan la voz y ponen el cuerpo para recuperar lo que la propia Constitución les reconoce.
Construir orgullo ante la marginación
Los Jones Huala crecieron en los barrios pobres de Bariloche, esa ciudad que es la meca de jóvenes de todo el país cuando finalizan su secundaria, llena de esquiadores bronceados por la nieve en los inviernos y de turistas de todo el mundo comiendo chocolates, pero que es también una de las más desiguales del país y de las más crueles para crecer siendo “un indio”.
“Yo tenía ocho años cuando la policía me pegó por primera vez. Me pegaron patadas en el piso y me arrastraron”, contaba Fausto a Revista Cítrica en una entrevista de mayo de 2018. El hecho se produjo en una protesta ante la municipalidad por la muerte de un hombre por hipotermia.
Según su relato, los vecinos se habían acercado a reclamar porque las inundaciones en invierno en el barrio se repetían y el gobierno local no acercaba soluciones. Apareció la policía y “detuvieron a mis dos hermanos, Facundo y Fernando. A Facundo lo arrastraron desde la entrada del municipio hasta la comisaría porque no pudieron subirlo a un patrullero. Yo me colgué varias veces de él, y ahí fueron los primeros golpes que recibí por parte de la policía. Me patearon en el piso, y me arrastraron. Tenía ocho años”.
Cuando tenía 16 años, Fausto y sus hermanos acompañaron la recuperación de tierras de la comunidad Paichil Antriao. La policía provincial los detuvo y los subió a un patrullero. Al respecto, decía el propio Fausto: “Nos llevaron, esos cinco o seis kilómetros hasta la comisaría, pegándonos todo el camino. Cuando llegamos a la comisaría, hicieron un pasillo de policías y nos metieron en el medio. Recibíamos patadas y golpes de todos lados”.
En enero de 2017, Fausto se encontraba en la Puf lof en resistencia de Cushamen, Chubut, allí donde meses más tarde desaparecería Santiago Maldonado en medio de un procedimiento ilegal de la Gendarmería. Esta misma fuerza represiva del estado nacional, el 11 de enero atacó a balazos la comunidad, una de esas balas dejó parcialmente sordo y al borde de la muerte al joven Jones Huala. “Después de todo eso, fue muy difícil volver a ser la misma persona. Me costó mucho recuperarme”, narraba en la misma entrevista.
En Villa Mascardi, Fausto participó de la recuperación territorial de la Lof Lafquen Winkul Mapu. Tras el desalojo ordenado por el juez Villanueva en 2017, el 25 de noviembre una patrulla de Albatros de la Prefectura Naval que recorría el territorio atacó a Fausto y sus compañeros: Johana Colhuan, Lautaro González Curruhuinca, Gonzalo Coña y Rafael Nahuel, quien cayó severamente herido y murió minutos más tarde. Luego de estos hechos, la justicia pidió su captura y estuvo muchos meses en la clandestinidad.
También te puede interesar: Caso Rafael Nahuel: piden prisión perpetua para los cinco prefectos imputados en el asesinato
“Soy mapuche y voy a salir a pelear por lo que me toca”
Luego de conocerse la trágica noticia, Revista Cítrica publicó un texto escrito por el propio Fausto. Allí el joven reflexionaba sobre las violencias que vivió desde niño por ser pobre y por ser mapuche.
“Uno tiene que afrontar lo que le toca con dignidad, con tranquilidad y la frente en alto, porque cuando uno elige este camino es consciente de todo lo que puede llegar. La Justicia es siempre para el rico, para el que tiene plata, para los terratenientes, la Sociedad Rural; toda esa gente mueve el poder político y judicial. Pasó con Santiago Maldonado y después con Rafa, ahora esto último fue mucho más notorio. Pero desde siempre hemos tenido problemas los mapuche para que la Justicia salga de nuestro lado”.
“Nuestra lucha es para toda la gente, solo que hay que aprender a convivir. Nosotros no pretendemos crear un Estado aparte o sacar a toda la gente de lo que hoy ya está creado, de las ciudades, sino que lo poco que nos queda tratar de resguardarlo, de cuidarlo, de vivir como lo hacían nuestros antepasados. Es una lucha que nos han dejado ellos. En quinientos años no nos pudieron doblegar. No había las herramientas que hay ahora, y es necesario que hoy en día, con las herramientas que tenemos a mano, la gente pueda levantar la voz con mucha más razón. Sabiendo la verdadera historia, todo lo que tuvieron que sufrir. Sin ir más lejos nuestros padres, nuestros abuelos. Que podamos decir con orgullo: ‘Soy mapuche y voy a salir a pelear por lo que me toca’”.