Redacción Canal Abierto | El ejército de Israel ha lanzado este martes la invasión terrestre sobre el Líbano. Según Tel Aviv, la ofensiva consiste en “redadas limitadas, localizadas y selectivas” contra objetivos de Hezbolá, la principal expresión política y militar de la comunidad chií en esta nación árabe.
Se trata de una nueva fase de una escalada militar que incluyó varias jornadas de bombardeos aéreos y de artillería sobre al sur de Beirut. Sólo en la última semana, los ataques israelíes mataron a más de 1.600 personas, entre ellas el líder de la organización considerada terrorista por Occidente y “movimiento de resistencia legítimo” por parte de la Liga Árabe.
Todo esto mientras en Gaza y Cisjordania continúan los ataques asolan a millones de palestinos: según la ONG Oxfam, ya fueron asesinados más de 41.600, de los cuales 6 mil son mujeres y 11 mil menores.
En Bruselas, a más de tres mil kilómetros del conflicto, la Unión Europea advierte a Israel que la nueva intervención militar en Líbano “agrava dramáticamente la situación” y por lo tanto “debe ser evitada”.
“Ahora hay que silenciar las armas, y la voz de la diplomacia debería hablar y ser escuchada por todos”, expresó en el día de ayer el español Josep Borrell, jefe de la diplomacia del Viejo Continente.
Sin embargo, son las principales democracias de Occidente las que proveen de armamento y vuelven posible el reguero de sangre que provoca el ejército de Benjamín Netanyahu en la región. Estados Unidos es por lejos el principal vendedor, por ejemplo, a través de firmas como Boeing, Lockheed Martin y General Dynamics.
Le sigue Alemania e Italia, y una larga lista que incluye a Francia, Inglaterra, Canadá y Australia.
No caben dudas que es el afán de lucro y la estrategia geopolítica la que lleva a estos países y compañías a ensuciarse las manos con sangre de palestinos palestina y ahora libaneses.
Pero, por suerte, no todo parece estar perdido: en abril de este año, de hecho, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó una resolución en la que pedí que se suspenda el envío de armas a este país. También exigía a Tel Aviv que “rinda cuentas” por “todas las violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos” cometidos en Palestina (por entonces, la cifra de civiles asesinados rondaba apenas los 33 mil).
Por lo pronto, las ventas de armas ya fue suspendida por Bélgica, España y la empresa japonesa Itochu Corporation. De todos modos, el tráfico ilegal y la triangulación (por ejemplo, vía Arabia Saudita, principal socio israelí en la región) vuelven más complejos los intentos por concretar embargos unilaterales. Sólo una decisión global y a fondo puede poner fin o al menos ralentizar este camino hacia una guerra total en Medio Oriente.