Por Mariano Vázquez | Aunque Corea del Sur esté en el otro extremo geográfico del mundo respecto a América Latina, su historia reciente presenta paralelismos con la experiencia argentina por los quiebres constitucionales y la dependencia de los Estados Unidos.
Corea del Sur, alabado por su galopante desarrollo económico y tecnológico, ha cimentado su posición global combinando represión interna con el apoyo incondicional de los Estados Unidos, en una pugna de poder a cielo abierto en la zona del Pacífico, enfrentando a Washington con China, aliado de Corea del Norte.
En la madrugada de ayer, el presidente conservador Yoon Suk Yeol, declaró “ley marcial de emergencia” en Corea del Sur para “erradicar a las fuerzas pro-norcoreanas y proteger el orden democrático constitucional”. El ridículo argumento, cuyo objetivo es criminalizar a la oposición política y social vinculándola a Corea del Norte, desencadenó manifestaciones masivas en las calles y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que cercaron la Asamblea Nacional.
Desde 1980 que no se declaraba la ley marcial en el país, durante la dictadura de Chun Doo-hwanla. Su aplicación habilita a los militares a tomar el control de los poderes del Estado, suspender garantías constitucionales y cercenar los derechos civiles.
El contexto político que precedió a esta acción fue la derrota del gobierno de Yoon en las elecciones parlamentarias de abril de este año, el Partido Democrático (PD) obtuvo una contundente mayoría en la Asamblea Nacional, debilitando significativamente al oficialismo. La declaración de ley marcial por parte de Yoon pretendía revertir esta pérdida de poder mediante un autogolpe. Sin embargo, a pesar del despliegue militar para bloquear el Congreso, los legisladores lograron derogar la medida con 190 votos a favor, superando los 151 necesarios.
La presencia del pueblo en las calles, que inicialmente exigía la derogación de la ley marcial y ahora demanda la renuncia y el enjuiciamiento del mandatario, fue fundamental. Durante horas la incertidumbre fue total porque Yoon debía convocar a una reunión de gabinete que formalice la suspensión del decreto. No obstante, desde el Ministerio de Defensa informaron que la ley seguirá vigente. Sin embargo, el Presidente tuvo que admitir su derrota y aceptar la derogación y sacar a los militares de las calle. Sus horas están contadas.
El gobernante Partido del Poder Popular llevaba meses avanzando en la restricción de derechos fundamentales, atacando el derecho a la manifestación y la huelga, reprimiendo a sindicatos y partidos de oposición. Ahora, la movilización popular grita: «¡Arresten a Yoon Seok-yeol!».
La Confederación Coreana de Sindicatos (KCTU), la central sindical más grande del país, ha convocado a “una huelga general hasta que renuncie el gobierno”. Desde su fundación en 1995, la KCTU ha enfrentado la constante represión estatal, proscripciones y encarcelamiento de sus líderes, como el caso de dos de su expresidentes, Yang Kyeung-soo y Han Sang-gyun, entre otros.
«Lo inimaginable ha sucedido. Se ha declarado la ley marcial por primera vez en 44 años. Es una declaración dictatorial de Yoon Suk-yeol. El pueblo no perdonará», señaló la KCTU en un comunicado. Este martes, la Confederación Sindical Internacional (CSI), está llevando adelante en Brasilia el Consejo General, ante este suceso exigió al gobierno de Corea Del Sur que «respete su constitución e instituciones democráticas».
Una fuente del Partido Laborista de Corea del Sur, una de las fuerzas políticas más perseguidas en el país, me informó que las dos centrales sindicales, las federaciones nacionales y locales se han reunido para estar preparados para cualquier emergencia, incluida la posibilidad de detenciones, ataques o invasión de sus sedes.
La pregunta del millón
El autogolpe fue desbaratado, pero la pregunta del millón es si Estados Unidos le soltará la mano a su gobierno títere ya que un factor determinante en la estabilidad del régimen es el respaldo militar de Estados Unidos, que mantiene 73 bases en Corea del Sur, incluida Camp Humphreys, su mayor instalación militar en el extranjero. La presencia norteamericana creció tras el fin de la segunda guerra mundial y se terminó de consolidar tras la Guerra de Corea (1950-1953). Hoy hay más de 40.000 militares en Seúl.
Tras la división del mundo en zonas de influencias, Estados Unidos realizó en Corea del Sur su experimento para introducir un enclave capitalista a las puertas de China y la Unión Soviética. Para eso, garantizó una presencia militar de la magnitud que tenía en Panamá sobre el estratégico canal interoceánico. Desde 1948, el país atravesó tres dictadura largas y brutales (1948-1960, 1961-1979 y 1980-1988), que se encarnizaron con la resistencia popular y consolidaron un sistema económico al servicio del capitalismo global, que nada tenían que envidiar a las dictaduras militares latinoamericanas sostenidas por Washington.
En 2023, tuve la oportunidad de visitar la provincia Gwangju, donde en 1980 se produjo una brutal represión que costó la vida de cientos de manifestantes que exigían el retorno a la democracia en el país. Helicópteros, tanques y fuerzas de choques atacaron a los civiles. El mausoleo en homenaje a los mártires en el cementerio central y el museo con los detalles de aquellas jornadas estremecen. Esa memoria está latente y se dispara en días como el de hoy. La ley marcial siempre fue la herramienta de las dictaduras para destruir a la oposición y mantenerse en el poder.
Al igual que los Trump, Bolsonaro, Milei y otros nuevos líderes mesiánicos, Yoon Suk-yeol usó la democracia para llegar al poder, pero no cree en ella, es un medio para un fin posterior: la autocracia. Y como el mundo está en una espiral de oscuridad, cerremos con la broma habitual de las redes sociales y los presidentes caídos en desagracia.