Redacción Canal Abierto | Según lo anunció esta mañana en Montevideo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el Mercosur y la Unión Europea acaban de concluir “las negociaciones para un acuerdo” de libre comercio entre ambos bloques.
“Es el comienzo de una nueva historia. Ahora espero discutirlo con los países de la UE. Este acuerdo funcionará para las personas y las empresas. Más empleos. Más opciones. Prosperidad compartida”, dijo la funcionaria en la red social X.
Por su parte, el presidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva, también celebró el anuncio. “Después de dos años de intensas negociaciones, hoy tenemos un texto moderno y equilibrado, que reconoce las credenciales ambientales del Mercosur y refuerza nuestro compromiso con los Acuerdos de París” sobre cambio climático, sostuvo en la capital uruguaya tras la 65 Reunión de la Cumbre del Mercosur.
En lo que refiere al gobierno argentino, que viene reclamando un cambio de naturaleza del Mercosur bajo amenaza de dinamitarlo, la cumbre sirvió para celebrar el acuerdo y reclamar, al mismo tiempo, mayor apertura para entablar tratados de libre comercio bilaterales.
De peroratas y libremercados
Como ya lo había adelantado días atrás en una entrevista, Javier Milei —quien acudió al encuentro con su hermana Karina, el canciller Gerardo Werthein y el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo—, aprovechó el momento para hacer gala de su discurso libremercadista.
“El Mercosur que nació con la idea de profundizar nuestros lazos comerciales terminó convirtiéndose en una prisión que no permite que sus países miembros puedan aprovechar sus ventajas comparativas ni su potencial exportador”, resumió. Y aseguró que el bloque “no sólo no nos hizo crecer, sino que nos ha perjudicado” al imponer un arancel externo común.
En ese sentido, comparó la situación de los países miembro (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, aunque este último está suspendido desde 2016) con la de sus vecinos Chile y Perú, quienes “tienen acuerdos de libre comercio con más de veinte países”.
Y lanzó una chicana a Lula por el rechazo al ALCA, que acaba de cumplir 19 años, en tiempos de George W. Bush: “Mientras el resto del planeta se expandía gracias al comercio, nosotros le dijimos que ‘No’ a Estados Unidos, que ofrecía un acuerdo de libre comercio en todo el continente. Esa perorata disfrazada de nacionalismo le costó carísimo a nuestros ciudadanos”.
Casi inmediatamente, el presidente brasileño le devolvió la gentileza: se ausentó de la foto final, que encabezaba Milei en su asunción de la presidencia pro tempore del Mercosur.
Ganadores y perdedores
El acuerdo UE-Mercosur, cuyas negociaciones ya llevan dos décadas, ha tenido a lo largo de ese período fuertes resistencias. Entre ellas, de los agricultores europeos, que temen por una inundación de sus mercados con productos latinoamericanos de menor costo.
Es por eso que Von der Leyen les dedicó un hilo tranquilizador: “Este acuerdo es una victoria para Europa. 30.000 pequeñas empresas europeas ya exportan al Mercosur. Seguirán muchos más. UE-Mercosur refleja nuestros valores y compromiso con la acción climática. Y nuestros estándares de salud y alimentación siguen siendo intocables”. Y agregó: “A nuestros agricultores: los hemos escuchado, hemos atendido sus preocupaciones y hemos actuado en consecuencia. Este acuerdo incluye sólidas salvaguardas para proteger sus medios de vida”.
En la propia declaración conjunta de los dos organismos detallan que “en los últimos dos años, ambas partes han participado en siete rondas de negociaciones, entre otras reuniones, y se comprometieron a revisar cualquier asunto relevante” gracias a lo cual “está ahora listo para revisión legal y traducción. Ambos bloques están decididos a llevar a cabo tales actividades en los próximos meses, con vistas a la futura firma del acuerdo”.
Por estas latitudes, en cambio, los perjuicios a un acuerdo de este tipo serían sobre todo para los sectores industriales, pero también para los de servicios, constructoras y proveedoras de servicios de alta calificación, que entrarían en competencia desigual con empresas europeas del mismo tipo.