Redacción Canal Abierto | “Suelen usar palabras en inglés, se esfuerzan por mostrar una vida lujosa y prometen ganancias extraordinarias con supuestas inversiones o conocimientos que nunca terminan de explicar”.
Son algunas de las características comunes que Maximiliano Firtman observa en el ejército de influencers –en su mayoría jóvenes, cada vez más chicos- que día a día nos muestran las principales redes sociales que utilizamos, como Instagram o X (ex Twitter).
Desde un tiempo a esta parte, este programador, docente y periodista se convirtió en un cazador de estos “ponzibros” (como él mismo bautizó). Es, también, quien develó la estafa piramidal de RainbowEx, la cual involucró a casi un tercio de los habitantes de San Pedro e incluyó una bizarra puesta en escena con los actores polacos Maurycy Lyczko y Filip Walcerz.
“A nivel latinoamericano, encontré pibes de 10 años; y en Argentina, el más chico tiene 12”, cuenta Firtman.
Aunque varían respecto de cada “producto”, el libreto que utilizan estos estafadores repite ciertos patrones comunes: “tienen un estilo secta y con teorías cuasi conspiranóicas, suelen apuntar a gente en situación de vulnerabilidad, sea económica o social”.
“A mí me hace acordar al personaje del Manochanta, el personaje de Alberto Olmedo que en los 80´ apuesta a hacer plata fácil usando palabras o modismos aparentemente extranjeros”, plantea el programador.
Además, en esta charla con Canal Abierto, Firtman plantea la responsabilidad de los pulpos informáticos que controlan las redes sociales y una arista poco indagada en torno a esta ponzidemia: sus víctimas, ¿caen por ignorancia o falta de educación financiera, entienden que todo es un engaño y aun así apuestan por lo atractivo de la “carnada” o bien porque creen que el perjudicado siempre va a ser otro y no ellos?