Redacción Canal Abierto | Recién luego de que el gremio presentara un pedido de informes sobre las primeras partidas -el 7 y el 28 de junio pasado-, Luis Caputo decidió abandonar el hermetismo y reconoció que el Gobierno sacó del país las reservas en oro del Banco Central.
En su defensa, el ministro declaró que se trataba de “una movida muy positiva, porque hoy tenés oro en el BCRA que es como si tuvieras un inmueble adentro que no se puede usar para nada. Si lo tenés afuera podes obtener retornos”.
Sin embargo, ni “Toto” ni su compañero de colegio del Colegio Cardenal Newman y actual presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Santiago Bausili dieron una respuesta al pedido de información pública sobre “qué cantidad, por qué monto y en qué moneda, bajo qué características comerciales o de otra índole y a qué destino”.
Ahora, a medio año de destapado el asunto, se confirman los temores que por entonces plantearon varios especialistas y dirigentes opositores: un embargo del metal precioso nacional, pero en tierra y jurisdicción extranjera.

En las últimas horas la Justicia de Estados Unidos hizo lugar a un pedido del fondo buitre Burford y ordenó al Gobierno argentino a que entregue información sobre el oro. Lo dispuso la jueza Loretta Preska, en el marco de un reclamo por US$16.000 millones por la expropiación de YPF.
En octubre pasado, Bainbridge Fund, un holdout radicado en el paraíso fiscal de Bahamas, también intentó capturar el oro que Caputo llevó a Londres. Desde 2006, el fondo en cuestión mantiene un reclamo US$ 95,8 millones por los bonos impagos de la deuda argentina que no ingresaron a los canjes de deuda luego del default en 2001.
A mediados de agosto, las imágenes de camiones de caudales del Banco Central sobre Autopista Riccheri en dirección a Ezeiza no sólo generaron indignación en redes sociales. También alertaron a los conocedores del derechos internacional, que anticipaban los riesgos sobre futuros embargos a bienes nacionales que puedan resultar en jurisdicciones extranjeras, como el que hace más de una década recayó sobre la Fragata Libertad.
Hoy aquella advertencia suena a profecía autocumplida. Y la maniobra de Caputo y compañía, algo más que torpeza o ignorancia.
Ilustración: Marcelo Spotti