Redacción Canal Abierto | A través de X, el Ministro de Desregulación del Estado, Federico Sturzenegger, dio a conocer la derogación de la Resolución 2114/11, firmada por la entonces presidenta del INCAA Liliana Mazzure.
La misma establecía la cotización de los certificados de exhibición de acuerdo a la cantidad de pantallas que una película extranjera acaparara. El monto a abonar por parte de las salas variaba de acuerdo a la cantidad de pantallas en las que la película en cuestión se proyectara.
Dicho importe también variaba de acuerdo a si las salas y pantallas se encontraban en el AMBA o en el resto del país. Los importrtes iban desde el valor de 150 entradas, para el caso de 40 pantallas fuera del AMBA hasta 12.000 en caso que acaparara más de 160 pantallas en el AMBA.
En La creatividad desatada. Gestión Audiovisual 2008-2013 con el que hizo un balance de su paso por el INCAA Mazure recordó que “en las vacaciones de invierno de 2011 se dio una particular situación en las salas. Se estrenó Cars 2, de Walt Disney Company Argentina S.A., con cerca de 300 copias, y Kung Fu Panda 2, de United International Pictures, con aproximadamente otras 300 copias. En ese momento teníamos 800 pantallas activas en el país. Esto colapsó la posibilidad de estrenos para todo el cine nacional, latinoamericano o europeo”.
De esta situación devino la Resolución 2114/11. “Lo trascendente de esta resolución es que, a mayor cantidad de copias extranjeras que ingresan al país, mayor es el arancel que pagan. Se busca desalentar razonablemente la política agresiva de distribución de cine extranjero en el país, garantizando la diversidad cultural”, explicó Mazzure en su escrito
Según Sturzzenegger, esta situación atentó contra la cantidad de pantallas. Lo que no explica el ministro hiperdesregulador es cómo, a pesar de esta medida, las pantallas aumentaron. En 2009, un relevamiento de la Universidad de Palermo arrojaba que había 853 en todo el país. Al finalizar el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, el número llegaba a 872.
No sería la primera interpretación a la que Sturzenegger le pifia. Un dato curioso de su exposición son las citas a títulos de películas argentinas, concluyendo que es un «Tiempo de revancha del espectador. Federico Luppi sonreiría». Tal como hiciera semanas atrás con una cita al Episodio I de la saga de La Guerra de las Galaxias, el ministro demuestra su ignorancia respecto del séptimo arte.
En reiteradas oportunidades, Luppi manifestó sus ideas políticas, contrarias a la del actual gobierno. La película que cita fue dirigida por Adolfo Aristarain en 1981. En ella, el actor interpreta a un trabajador que fragua un accidente para sacarle una indemnización a la multinacional para la que trabajaba. Hasta que lo logra, la corporación no ahorra medios, legales y de los otros, para intentar disuadirlo. Claramente, un argumento que poco tiene que ver con los autopercibidos “valores de la libertad”.
De hecho, el ministro, confeso fan de la saga de La Guerra de las Galaxias, realizó hace meses un posteo en el que, para anunciar una nueva disposición de ARCA que obliga a discriminar la carga impositiva en las boletas, hacía alusión al Episodio I de su saga favorita, interpretación según la cual “la Federación de Comercio quiere imponer nuevos impuestos a las rutas comerciales y el planeta Naboo se resiste a pagarlos”.
Quien vea la película en cuestión, lo primero que ve en la secuencia de créditos inicial es precisamente lo contrario. Lo que la Federación de Comercio hace es bloquear el tráfico en un lock out para boicotear un impuesto planteado por la República. Detrás de este movimiento está quien en dos episodios más tarde se convertirá en el Emperador, el maestro del lado Oscuro de la Fuerza. O quizá si entendió la película, pero siempre quiso que ganaran los malos.