Redacción Canal Abierto | Este domingo, los ecuatorianos acudirán a las urnas para elegir a su próximo presidente en medio de un escenario marcado por la polarización, la inseguridad y una economía en problemas.
En total son 16 las fuerzas inscriptas para ocupar la presidencia y la vicepresidencia. Y en caso de que ningún candidato alcance más del 50% de los votos o el 40% con 10 puntos de diferencia sobre el segundo, el país deberá acudir a una segunda vuelta el 13 de abril.
Además de la presidencia para el período 2025-2029, están en juego las 151 bancas para la Asamblea Nacional y los cinco representantes al Parlamento Andino.
En la previa, las encuestas reflejan una fuerte polarización. Por un lado, Daniel Noboa, el hijo del magnate bananero Alvaro Noboa y hoy presidente provisional tras la “muerte cruzada” decretada hace más de 15 meses por su antecesor Guillermo Lasso. En la vereda de enfrente, Luisa González, respaldada por el movimiento Revolución Ciudadana y heredera del correísmo.
La nación atraviesa una de las crisis más profundas de su historia reciente, con un panorama político, social y económico marcado por varios factores críticos que han venido acumulándose durante las últimas décadas.
Este domingo, los ecuatorianos decidirán no solo un nombre, sino también el rumbo del país.
Violencia
La inseguridad y el narcotráfico se ha disparado en los últimos años y es hoy una de las principales preocupaciones. El país, tradicionalmente considerado una zona de tránsito para drogas, ha visto cómo el narcotráfico se ha instalado más profundamente, especialmente en la región costera y en las principales ciudades.
Esta es una primera explicación para entender cómo Ecuador, de ser uno de los países más seguros de la región, en el año 2023 concluyó a la cabeza de la lista de las naciones más violentas, con 47 homicidios por cada cien mil habitantes, superando a México y Haití.
Consecuentemente o de la mano de este fenómeno, se produjo una retirada estatal que abonó el crecimiento de la violencia y la marginalidad social. Los gobiernos de Lenin Moreno, Lasso y el “banana kid” Noboa, abonaron a la eterna cantinela neoliberal del achicamiento del Estado.
Crisis
La economía ecuatoriana atraviesa un delicado momento, con altas tasas de desempleo y subempleo. Las políticas neoliberales implementadas en las últimas administraciones (la de Noboa, incluido), junto con la dependencia del precio del petróleo, han hecho a la economía muy vulnerable a fluctuaciones internacionales.
Todo esto en un contexto de fuerte endeudamiento público y con el corsé de una dolarización que ya lleva más de dos décadas. Sin ir más lejos, en mayo de 2024 el FMI le otorgó un préstamo de US$4.000 millones a 48 meses con un desembolso inmediato de US$1.000 millones, algo que dio un respiro al país y al propio Noboa.
Una cuestión que muy probablemente se refleje en las urnas es la brecha entre la costa y la sierra, entre las grandes ciudades y los sectores rurales, uno de los mayores desafíos del país.
Otro, la crisis energética que atraviesa la nación sudamericana, con cortes de energía que en algunas regiones duran hasta 14 horas al día, y que el Gobierno adjudica a la sequía (la principal fuente es hidroeléctrica) y la falta de inversión de anteriores gestiones.
Como en muchos otros países, la pandemia de COVID-19 ha exacerbado estas problemáticas.
Corrupción
Los escándalos de sobornos y el mal manejo de recursos públicos durante el gobierno de Correa y el posterior mandato de Lenín Moreno alimentaron una sensación generalizada de desconfianza hacia los políticos y el Estado, que ha servido de caldo de cultivo para discursos y políticas neoliberales que agudizaron la crisis económica.
El impacto internacional
Una victoria de Luisa González podría resultar en un acercamiento a gobiernos de izquierda en la región, como los de Gustavo Petro en Colombia o Claudia Sheinbaum en México. Además, su alineación con el correísmo podría generar tensiones con Washington, especialmente en temas como la lucha contra el narcotráfico y la cooperación en seguridad.
En cambio, Daniel Noboa -por cierto, nacido en Miamo- representa una opción proclive a mantener una relación de alineamiento con Estados Unidos y algunos de sus alfiles regionales, como es el caso de Javier Milei. Su enfoque empresarial y su promesa de atraer inversión extranjera podrían facilitar un acercamiento económico con Washington y la Unión Europea.