Redacción Canal Abierto | Según un reciente informe de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), cerca de 616.000 gazatíes se vieron obligados a desplazarse tras la ruptura del alto el fuego por parte de Israel.
Desde aquel el 18 de marzo de 2025, el recrudecimiento de los ataques expulsó a miles de familias, en particular de zonas como Rafah y Jan Yunis, en el sur de la Franja.
El organismo, que depende de la ONU, alertó que esta tendencia está asociada a los “habituales” bombardeos contra áreas designadas como refugios, como escuelas y hospitales. También denunció que ya suman 408 trabajadores humanitarios fallecidos desde el inicio del conflicto, lo que convierte a Gaza en el lugar más peligroso del mundo para este tipo de personal.
Según UNRWA, el 90% de los 2,1 millones de habitantes de Gaza debieron huir al menos una vez durante la guerra, enfrentando condiciones de hacinamiento, escasez de alimentos, agua potable y atención médica.
En paralelo, un informe del ejército israelí reveló que Hamás mantiene una fuerza militar significativa, con aproximadamente 40.000 combatientes en Gaza. Es decir, el mismo número estimado antes de los ataques del 7 de octubre de 2023.
Desde entonces, suman más de 54.000 los palestinos asesinados, según datos del Ministerio de Sanidad gazatí. Entre ellos, 15.613 menores, incluyendo 880 bebés.
La ONU advirtió repetidamente sobre el riesgo de hambruna y enfermedades, con 180.000 casos de infecciones respiratorias y 136.400 de diarrea reportados entre los desplazados.
En otras palabras, los datos ponen de manifiesto que la población civil resultó ser la principal víctima de la contra ofensiva israelí. No la milicia islámica, cuya estructura parece haber salido indemne de una carnicería.