Redacción Canal Abierto | En una nota publicada el 25 de mayo en La Nación, el periodista Hugo Alconada Mon denunció que el Plan de Inteligencia Nacional, aprobado por el titular de la Secretaría de Inteligencia del Estado, Sergio Neiffert, abría la puerta “a tareas de espionaje interno que podrían recaer sobre periodistas, economistas, académicos y todo aquel que cuestione al presidente Javier Milei o al gobierno nacional”.
Esto, por las generalidades y la ambigüedad de los objetivos trazados en el documento, copia cuya autenticidad fue confirmada por dos fuentes independientes, subrayó el periodista. Así, entre los fines de la Secretaría -apuntaba Alconada- figura el de recabar información sobre todos aquellos que “busquen ‘erosionar’ la confianza de la opinión pública sobre los funcionarios que están a cargo de velar por la seguridad de la Nación”.
Asimismo, sobre aquellos que “generen o puedan generar una ‘pérdida de confianza’ en las ‘políticas económicas’ del Gobierno”, o “puedan ‘manipular’ a la opinión pública durante los procesos electorales o propagar la ‘desinformación’”. Aquí el objetivo del espionaje podrían ser tanto opositores como periodistas.
Entre otras cuestiones, el documento la SIDE pone el foco de la Inteligencia estatal en “los ‘fenómenos’ derivados de la pobreza y la desigualdad, como también de las migraciones internas que ‘puedan constituir un riesgo’ para lo que define como el ‘desarrollo integral’ de la Nación”. “¿Quedarían algunas organizaciones sociales bajo la lupa de los espías?”, se preguntaba Alconada en el artículo.
El sentido de estos objetivos y necesidades de inteligencia quedaron aún más patentes en la copia de otro documento al que accedió el investigador. En una orden directa, secreta, firmada por el director general de Operaciones de la SIDE, Diego Kravetz, en enero de este año, se ordena “identificar y monitorear” a “grupos sociales vulnerables”, “actores no estatales”, “actores estatales” extranjeros que ganen influencia con la polarización política. También instruye a producir informes sobre ellos y analizar el impacto de sus acciones en la “estructura política e institucional de la Nación”.
Persecución política
En un comunicado oficial, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) adhirió a la denuncia de Alconada. “El nuevo plan faculta al sistema de inteligencia a producir información de lo que denominamos inteligencia política, algo que es ilegal en la Argentina”, advirtieron.
“Parece orientado a espiar a todas las personas que opinen en contra de las políticas del gobierno”, añadieron, sobre el documento del que, debido a la lógica del secreto que impera en la actividad y que se profundizó tras el decreto que reformó el sistema de Inteligencia nacional, solo se conocen trascendidos en los medios.
Desde el CELS recordaron que la Ley Nacional de Inteligencia prohíbe expresamente el espionaje basado en ideas políticas o vinculado a cuestiones sociales o religiosas. “El Estado no puede producir o acopiar información sobre las tareas que realizan esas personas o grupos y, menos que menos, vigilarlas secretamente. Está prohibido hacer informes de inteligencia para monitorear la conflictividad política y social y usarlos para garantizar la gobernabilidad de la actual gestión de gobierno”, explicaron.
“Por la información que se difundió en la prensa –analizaron- este plan incorpora hipótesis de conflicto diversas entre las que incluye a quienes cuestionen la política económica en la opinión pública, a las personas que en el debate político hagan críticas a los planes de gobierno en general o también a quienes organicen protestas para objetar los planes oficiales. Todos estos grupos podrían ser acusados de terroristas o de atentar contra la gobernabilidad (…)”.
Así, desde el CELS pusieron el ojo, por un lado, en “la ambigüedad y falta de precisión del Plan”, pero también, en la lógica del secreto. “Es central trabajar en una reforma del DNU 614, que impuso un nivel tal de secreto que cada vez se vuelve más difícil saber qué están haciendo y sobre quiénes hacen hoy vigilancia ilegal”, subrayaron.
Plan de sumisión
En su podcast semanal, el equipo editorial de Revista Crisis, que también accedió al documento mencionado, advirtió que los objetivos de tipo geopolíticos allí expresados resultaban “aún más irritantes que las terribles consecuencias al sistema democrático”.
Entre estos, subrayan que en el capítulo 9, sobre “Disputa de poder en el escenario de política internacional”, como “necesidades de inteligencia” 1° y 2°, aparece “identificar, reunir y analizar información referente a situaciones, actores, hechos o circunstancias que impidan, limiten o condicionen el relacionamiento estratégico” con Estados Unidos e Israel, respectivamente.
“Todos los demás países, incluso nuestros vecinos, son potenciales amenazas”, cuestionaron.
Otras “necesidades de inteligencia”, señalaron en el programa, podrían apuntar a perseguir luchas obreras o a pueblos originarios, algo que aunque no sorprende, no deja de ser preocupante. El documento revelado es bastante claro al respecto. Pone entre los objetivos principales de la SIDE reunir información sobre “situaciones, actores, hechos o circunstancias que en función de la protección de patrimonios culturales y/o sagrados para las comunidades locales” que “deriven en la obstrucción de proyectos ligados a la exploración y extracción de recursos naturales estratégicos”.
El vuelto
Luego de que la cuenta de X de Casa Rosada emitiera un comunicado desmintiendo el supuesto contenido del Plan, Alconada ratificó la información difundida en el diario, lo que desató una virulenta venganza digital, que incluyó diez intentos de hackeo a su cuenta de WhatsApp, dos a la de X y una a su correo electrónico, y la registración de Alconada en al menos tres páginas porno.
“No puedo descartar que, de ahora en más, empiecen a subir videos inquietantes o delictivos”, dijo sobre la potencial gravedad de ese accionar, al tiempo que alertó sobre el “efecto de amedrentamiento” que puede tener ese tipo de ataques sobre periodistas con menos protección, del interior, independientes o de medios más chicos.