Redacción Canal Abierto | Para sorpresa de todos, el mapa político argentino amaneció teñido de violeta. Las elecciones legislativas del 26 de octubre consolidaron el poder de Javier Milei y su proyecto ultraliberal. Con una participación del 66%, piso histórico desde la recuperación de la democracia, La Libertad Avanza (LLA) se impuso en 17 de las 24 provincias, amplió su presencia en ambas cámaras del Congreso y dejó a la oposición peronista ante un escenario de reconstrucción forzada.
Tras las primeras reacciones del arco político local, esta mañana se hizo escuchar el otro ganador de la jornada del domingo, Donald Trump, quien calificó de “aplastante” la victoria oficialista. Entre otras cosas, el platinado destacó la jugada de su secretario del Tesoro, Scott Bessent, artífice del auxilio financiero.
“Quiero felicitarlo [a Milei] por la victoria, él contó con mucha ayuda de nuestra parte. Recibió mucha ayuda. Le di mi apoyo, un apoyo muy firme. Y fue realmente inesperado conseguir una victoria de esa magnitud, algunos pensaban que sería difícil ganar. Y no solo ganó, sino que ganó por mucho. Así que eso fue algo fantástico”, señaló el presidente norteamericano durante una conferencia de prensa improvisada a bordo del Air Force One.
Además, el mandatario norteamericano señaló: “Nos enfocamos mucho en América del Sur y estamos logrando un gran control allí en muchos sentidos”.
¿Pese? al ajuste
Contra todos los pronósticos, el Gobierno convirtió el ajuste más profundo desde la dictadura en una herramienta electoral. El oficialismo logró presentarlo como un sacrificio necesario en pos de un “renacer económico” prometido para 2026. Un relato que, pese a la profunda recesión que atraviesa la Argentina, encontró eco en amplios sectores del electorado.
La apuesta de Milei a la épica del “sufrimiento patriótico” funcionó: el discurso de la austeridad como virtud y el enfrentamiento con “la casta” aún seduce a un segmento de la sociedad que, a falta de mejoras concretas, prefiere creer en la batalla simbólica contra el Estado, los sindicatos y los movimientos sociales.
Mientras tanto, el bloque opositor —dividido entre el peronismo tradicional, el progresismo fragmentado y una UCR sin rumbo— no logró construir una narrativa alternativa ni un liderazgo capaz de disputar sentido frente al avance libertario.
Trump, el socio que festeja
Desde su residencia en Florida, el presidente estadounidense celebró el resultado argentino como una “ratificación del cambio mundial contra el socialismo y la globalización”. Su entorno, incluido el financista Scott Bessent, que semanas atrás anticipó un nuevo “rescate” a la Argentina, considera que el triunfo legislativo de Milei allana el terreno para un mayor alineamiento económico y geopolítico con Washington y Wall Street.
La visita de Milei a la Casa Blanca, su encuentro con Trump y las declaraciones cruzadas de apoyo entre ambos configuraron, en los hechos, una alianza estratégica.
Una oposición en crisis
El peronismo, golpeado por los resultados, quedó con representación debilitada y fuertes tensiones internas. Gobernadores e intendentes reclaman replantear la estrategia frente a un oficialismo que logró mantener su base social.
En el Congreso, la nueva composición dejará a Milei cerca del quórum propio en Diputados y con una bancada ampliada en el Senado, lo que le podría allanar el camino para la agenda oficialista de privatizaciones, reforma laboral y recorte del gasto público.
En otras palabras, la “motosierra” no sólo sigue encendida: ahora cuenta con respaldo parlamentario y con el aval simbólico del trumpismo global. Argentina se convierte así en el laboratorio más extremo del experimento neoliberal del siglo XXI, mientras en Washington y Miami celebran el avance de su aliado en el sur.
La historia reciente, no obstante, debería servir de alerta para Milei. En concreto, lo ocurrido con Mauricio Macri, la última experiencia liberal fallida a nivel nacional. En aquella oportunidad, el entonces Juntos por el Cambio también arrasó en las legislativas de medio término de 2017, y tan sólo unos meses después dilapidó todo su capital político con un intento de reforma previsional y crisis financiero que culminó en el sobreendeudamiento con el FMI de 2018.

