Por Víctor de Gennaro | La mayor reforma laboral fue hecha por Martínez de Hoz, presidente de ACINDAR y presidente del Consejo Económico Argentino (CEA), quien, como ministro de Economía de la dictadura genocida anuló la mayoría de las normas convencionales vigentes y la Ley de Contrato de Trabajo aprobada por el Congreso de la Nación entre muchas más.
Sí, transfirieron la riqueza inventando el hambre y cuadruplicando la pobreza, a la par de endeudar al país. Todo a sangre y fuego contra el pueblo amparados en la Doctrina de Seguridad Nacional y el Plan Cóndor que se llevaba adelante con la bendición y compromiso de Henry Kissinger y los dictadores de la región.
La completó y garantizó con cárcel y despidos de más de 300.000 activistas, delegados y trabajadores durante esos años, sin dejar de mencionar que más del 70% de las y los desaparecidos eran dirigentes, delegados y militantes de la clase trabajadora.
Sin eufemismos, de allí venimos.
Luego de recuperada la vigencia de las normas constitucionales (1983), los mismos sectores (con otros nombres), una y otra vez volvieron con la cantinela de la Reforma Laboral que hicieron y no pudieron mantener en su totalidad, por la lucha popular.
En esa pulseada permanente, fueron avanzando en la legalidad de los cambios de hecho que iban produciendo a través de las modificaciones en la concentración y extranjerización de nuestra economía.
Durante décadas los enfrentamos, desde aquella represión hasta la “Banelco” pasando por todas las supuestas modernizaciones que eran siempre ajustar sobre el reparto de la torta a favor de los poderosos y en contra de las y los trabajadores, con el objetivo además de llevarse los recursos naturales de nuestro país.
Fuimos capaces, no solo de enfrentar lo que no queríamos y obtuvimos pequeñas victorias. Además, en algunos momentos pudimos elaborar, debatir nuestras propuestas de cómo deben ser las leyes que enmarquen las relaciones laborales.
Hay muchas experiencias desde distintos sectores del movimiento sindical, partidario y judicial.
Quiero rescatar en ese aspecto lo que realizamos en los años 2012-2015 donde presentamos un verdadero plexo normativo de las relaciones laborales a las que aspiramos.
Se elaboraron a través de audiencias públicas en el Parlamento Nacional, luego los borradores fueron debatidos en los sindicatos a lo largo y ancho del país, y cada una de ellas se presentó en el marco de multitudinarias movilizaciones al Congreso, con más de 500.000 firmas de aval.
Es importante saber lo que no queremos y resistir lo que nos quieren imponer, pero la crisis de alternativas que hoy vivimos hace indispensable pasar a la ofensiva con propuestas de leyes que modifiquen la realidad a favor de las y los trabajadores, del pueblo todo para modificar la situación de dependencia y decadencia de nuestra Patria.

Por eso me permito compartir para este debate, las leyes que presentamos en aquel tiempo.
*Ley de Prevención y Reparación de Accidentes y Enfermedades Laborales.
*Ley de Previsión y Seguridad Social.
*Ley contra la Violencia Laboral.
*Ley de Organizaciones de Trabajadoras y Trabajadores Sindicalizados.
Por supuesto, no escapa a mi conocimiento que esto fue producto del aporte de miles y miles de militantes en un momento específico de las relaciones de fuerza. Y no es palabra santa.
Debe ser revisado a la luz de los acontecimientos que se produjeron en la última década en nuestro país en las relaciones económicas-laborales. Además, en el marco de la crisis de representación, revolución tecnológica y confrontación cultural que nos atraviesa aquí y en el mundo.
Entiendo que las y los compañeros que tienen responsabilidades en las diversas organizaciones de las y los trabajadores, están ya convocándonos a luchar para impedir el avance de las patronales concentradas y extranjerizadas.
Hoy organizadas en AEA (Asociación de Empresarios Argentinos) que como en aquel tiempo dictatorial ahora con Milei, manejan a su antojo la política gubernamental con la injerencia de EEUU descaradamente para habilitar los negocios que los enriquece, empobreciendo a nuestro pueblo.
Es imprescindible resolver los problemas de nuestra clase, de la que vive de su trabajo, de la que vivió de su trabajo, o la que quiere vivir de su trabajo, que hoy padece la angustia de no llegar a fin de mes y de no saber cuál será su destino.
Está en juego el futuro, y la forma en que nos organizamos para alcanzarlo. Sabemos que nadie nos regaló nunca nada, y que se necesitan jornadas multitudinarias con el protagonismo de los que siempre generaron la transformaciones y revoluciones, que son los pueblos y fundamentalmente sus jóvenes, y hacia ellos tenemos que ir, compartiendo nuestro orgullo de clase, nuestros sueños, a la par de conocer y abrazar los de ellos y ellas.
* Diputado Nacional (MC). Ex Secretario General de ATE y la CTA. Concejal de Lanús.
Ilustración: Marcelo Spotti

