Redacción Canal Abierto | El 15 de noviembre del 2017 el ARA San Juan desaparecía en el Mar Argentino con 44 personas a bordo, 43 hombres y una mujer. Desde entonces, la historia suma más dudas que certezas. Sobre todo para familiares y amigos, a quienes se les ofrece una única certidumbre. La mas dolorosa, que es saber que no volverán a ver con vida a sus seres queridos.
Jésica Gopar es oriunda de Necochea pero hace años que vive en Mar del Plata. Allí formó una familia con Fernando Gabriel Santilli, un cabo principal con 15 años de servicio y 8 como submarinista, con quien tuvo a Stéfano, hoy de 16 meses.
Al cumplirse cuatro meses de la desaparición del ARA San Juan, y ante la falta de respuestas oficiales, decidió grabar un video que se volvió viral en redes sociales: “Estamos como el primer día, solos, desamparados, con miles de preguntas en la cabeza”.
El mensaje es a la población en general, y el pedido final conmovedor: “No nos olviden”.
En diálogo con Canal Abierto, Jésica asegura tener “fe en que se encuentre (el submarino) y la justicia llegue a la verdad. Mi hijo tiene derecho a saber qué pasó con su papá”.
Sin embargo, hace rato que las esperanzas de Jésica no están puestas en el accionar gubernamental: “el Gobierno y la Armada nos mintieron desde el primer día. Nunca llamaron para saber si yo o mi bebé necesitábamos algo”. Al respecto, agrega: “ni siquiera nos enterábamos de las novedades por un llamado de la fuerza (Armada) o el Ministerio (de Defensa). Es más, cuando me enteré de la noticia de la implosión fue de casualidad, justo cuando fui a colgar un cartel a la Base Naval”.
En relación a cuál es la postura del resto de los familiares, cuenta: “Lo que expreso en público siempre lo pongo en común con otros familiares, sobre todo esposas, y todos estamos de acuerdo en lo mismo: el desamparo de los tripulantes, que no están siendo buscados como corresponde, y el dolor que produce esta indiferencia gubernamental para con todos nosotros”.
La tremenda pérdida que atraviesa explicaría de por sí la indignación y angustia que atraviesa a Jésica. No obstante, la rabia aumenta como consecuencia del abandono e indiferencia oficial de parte de los responsables políticos. A la falta de apoyo y acompañamiento, se suman expresiones públicas que se interpretan -al menos- desafortunadas.
La mas reciente, en boca del ministro de Defensa de la Nación, Oscar Aguad: “Siempre es mejor (sic) los seres vivos que los seres que ya no están. Ellos son 44 héroes de la Patria. Imagínese que el mar puede ser para ellos la tumba definitiva”.
“La pifió y demostró que no es una persona sensible”, opina Jésica sobre las palabras del hombre que está al mando de las Fuerzas Armadas, y agrega: “con todo respeto, le pido al ministro Aguad que renuncie porque no está capacitado para el puesto”.
Sobre las versiones de una supuesta falta de mantenimiento del submarino perdido, cuenta: “No es algo que me haya enterado en el momento de la desaparición. Mi esposo me contaba que la lógica era sacar de un lado para poner en otro. Era un submarino remendado, atado con alambres”.
A Fernando Gabriel Santilli su esposa elige recordarlo como un héroe, pero también como un dedicado trabajador que “lo hacía por vocación, con un salario mísero de 13 mil pesos en blanco”.
“Cuando se jactan de una jerarquización de las fuerzas armadas no hablan de los salarios bajos, la falta de mantenimiento de los buques y submarinos, etc.”, lanza.