Redacción Canal Abierto | Entre la tela que dejó para cortar el desempeño electoral del candidato de derecha Jair Bolsonaro en las últimas elecciones de Brasil, una fue la del apoyo que tuvo en el vasto mundo de las iglesias evangélicas, cada vez más presente como actor político en distintos países del continente, pero que hicieron su globo de ensayo en el país vecino.
«Es un fenómeno menos compacto, homogéneo y lineal que lo que uno creería. No es que está alineado todo el mundo evangélico, sino que pertenece a la tradición del protestantismo que es una variante del mundo cristiano diferente del catolicismo. No hay un papa protestante. Y dentro del mundo protestante hay distintas denominaciones: unas son más históricas como los luteranos, anglicanos o metodista y otras más novedosas de principio del siglo XX que se fueron desarrollando como es el caso del pentecostalismo. Lo que uno suele desarrollar como mundo evangélico es una variante de ese mundo protestante que son los neo pentecostales que llegan a América Latina a principios del siglo XX en principio en Estados Unidos, Europa y distintas partes del mundo», manifestó en una entrevista al programa Sobre La Hora el investigador del CONICET Joaquín Algranti.
La llegada a nuestros países se dio en las últimas décadas del siglo pasado: «a partir de la década del 80 y durante los 90 empieza a expandirse cada vez más, a nacionalizarse, aparecen los líderes locales. Entonces lo que uno suele conocer como mundo evangélico, por ejemplo el pastor Gimenez u otros referentes como Stamateas se encuentran en estas variantes que son los nopentecostales y los bautistas» afirma Algranti.
A diferencia del catolicismo, que tiene una estructura piramidal a nivel mundial, estos credos se conforman en células que no necesariamente tienen relación entre sí.
«Es un movimiento muy amplio y variado que no tiene una única línea de conducta. En los últimos días estuve leyendo notas que hablan de un funcionamiento muy ordenado del mundo evangélico, como si los pastores le dijeran a los creyentes cómo votar y los creyentes votaran en consecuencia y eso no sucede de esa manera. Esa es más que nada la representación de los pastores en su intento por negociar un lugar dentro de la política. Las razones del voto son mucho más complejas. No habría que asumir que las personas votan de acuerdo a sus creencias religiosas» plantea el investigador en relación a la implicancia que tienen en los desarrollos electorales de los países.
Si bien hoy se muestran cercanos al líder neofascista brasileño, en su momento supieron formar parte del frente que depositó a Luis Inacio Lula Da Silva en el gobierno de Brasil. Sobre las filiaciones partidarias que puedan tener, Algranti observa que «políticamente juegan en todo el espectro ideológico. La tradición cristiana es lo suficientemente compleja y amplia como para aceptar variantes tanto progresistas como de la ultraderecha. Uno podría hacer la pregunta inversa ¿por qué la derecha es bastante más hábil para captar hoy el voto evangélico que opciones más transformadoras?. También está la habilidad política para adaptar el discurso a lo que el mundo evangélico es más sensible. Todo este discurso del orden y las crisis, todos los elementos proféticos que Bolsonaro actualiza en su discurso, o la demonización del adversario político o la persecución. Recordemos que a Bolsonaro lo acuchillaron, entonces aparece como un mártir. Todos esos también son elementos religiosos que están presentes en el discurso y que de pronto tiene afinidad con el mundo evangélico, pero no es que el mundo evangélico sea de derecha o de izquierda naturalmente, son articulaciones y coyunturas que se van dando. Hubo todo un sector evangélico que apoyó en su momento a Dilma Roussef también».
¿Cuál es la influencia entonces que estos pastores tienen en sus seguidores a la hora de definir su elección dentro del cuarto oscuro. Algranti duda que sea tan grande como desde muchos sectores se la quiere presentar, empezando por los propios pastores: «Es muy difícil pensar que la gente a la hora de votar lo hace de acuerdo a convicciones religiosas. A lo mejor vota por sus vínculos, por sus amigos, su sindicato, el lugar donde trabaja, por su familia o por una tradición. ¿Por qué pensar que el voto está direccionado políticamente?¿Quién conoce a alguien de su mundo cercano que vote de acuerdo a lo que le dice el pastor, el cura o el rabino? Es una fantasía pensar que eso sucede de esa manera»
Un punto que diferencia al neopentecostalismo de otros credos es su anclaje territorial, y allí ve Algranti un factor importante de su expansión. «Los líderes son del mismo entorno de los crecientes. Así que no hay esa sensación de distancia entre que se da entre el cura o el párroco y los feligreses en el mundo católico. En el mundo evangélico el pastor es alguien que es vecino de la comunidad. Entonces tienen contacto con los problemas cotidianos, hablan el mismo lenguaje y tienen la misma afinidad de clase que es algo fundamental. así que hay algo de cercanía con el lenguaje, las formas, las problemáticas y los asuntos cotidiano y una sensibilidad que le da un anclaje territorial muy fuerte. Pero de ahí ea pensar que eso se traduce a una movilización del voto o que eso tracciona directamente hacia un tipo de voto específico es un salto al vacío. Esa es la representación que tienen los mismo pastores sobre si mismos. Ellos dicen que pueden movilizar 10 millones de votos, pero es la forma que tienen de tratar de negociar mejor su espacio dentro de la política o del poder, pero es una conjetura. Es difícil de probar que la gente vota de acuerdo a lo que le dice su líder religiosos, porque hay muchas otras influencias a la hora del voto»
A la experiencia Bolsonaro, se le suman otras dos, ocurridas en nuestro país. Por un lado, fue este sector el que se encargó de impulsar las movilizaciones celestes en la discusión por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Por otro, hace pocos días, el gobierno bonaerense realizó convenios para motorizar la ayuda social en los territorios. «Son dos experiencias distintas», sostiene Algranti: «por un lado está la movilización en contra del aborto que eso era bastante previsible que sucediera de esa manera. Lo mismo ocurrió en su momento con el matrimonio igualitario, generando alianzas entre los mundos evangélico y católico, que es algo que se da pocas veces en la historia. Por otro aldo esta cuestión del anclaje en el territorio y la cercanía en los barrios es lo que permite que puedan canalizar la ayuda social. Tener la posibilidad de a través de las iglesias y los templos de tener centros de atención, como ocurre con el caso del tratamiento de adicciones que es un espacio en el que los evangélicos tienen una trayectoria muy consolidada y que el estado sobre todo los últimos años del kirchnerismo supo potenciar esa capacidad y metodología de trabajo que tienen, generando centros de atención cercanos a las iglesias»