Redacción Canal Abierto | Las elecciones españolas volvieron a marcar como favorito al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con el 28.68% de los votos, relegando a un lejano segundo lugar al Partido Popular (PP) quien se alzó con el 16.70%, quedando cerca de dos agrupaciones aparecidas en los últimos años, Podemos (14.31%) y Ciudadanos (15.86). Más abajo se ubicó la que se esperaba fuera la revelación de la jornada, el ultraderechista Vox, que obtuvo el 10.26% de los sufragios.
Si bien la diferencia del PSOE es holgada, no es suficiente para garantizar la conformación del gobierno, por lo que se espera que entre en una ronda de negociaciones con Podemos o con partidos regionales. Atrás parecen haber quedado los días del bipartidismo español, en los que PSOE y PP se repartía la casi totalidad de los votos.
Consultada por Canal Abierto, la periodista Catalina Abell Garat resaltó el índice de participación, que superó el 75%, muy por encima de la media. «Coincide con los de comicios importantes como fueron los de 2004 o 1993″.
Acerca del clima post electoral, Abell Garat contó que «el ambiente que se respira es de cierto alivio en cuanto a que la ultra derecha ha avanzado en el Parlamento con menos fuerza de la que se podría esperar. Por ahora hay cautela y se esperan noticias sobre los pactos de gobierno».
«Lo que se ve es que no hay mayorías claras. Es decir, España viene de una época política en las que dos grandes partidos han tenido comodidad para gobernar en solitario. Ese momento político se ha acabado. A partir de ahora, vamos a entrar en las dinámicas europeas, que son multicolor o multipartido. Eso es algo que se viene poniendo en práctica en comunidades autónomas y ayuntamientos pero que a nivel nacional no se ha habido dado. Ahora el PSOE tiene que decidir si quiere formar un gobierno junto con Podemos, si quiere contraer apoyos externos y necesariamente apoyarse en partidos catalanes y en el Partido Nacionalista Vasco para que Pedro Sánchez sea investido presidente. En este caso las derechas no suman. Además, el partido más votado tiene la prioridad para iniciar los trámites para iniciar gobierno» agrega Abell Garat.
Consultada por la perfomance de Vox, la comunicadora plantea ambivalencias en ese resultado: Si bien prende luces de alarma, no ve el número tan grave como podría esperarse. «Con el resultado, entrarían 23 diputados. Para ser de un partido de extrema derecha son muchos. Pero el éxito en las elecciones se mide por la expectativas que cada uno genera y le generan y a Vox le habían pintado un panorama de enorme irrupción con muchísima fuerza y haberse quedado con 23 escaños cuando incluso se esperaba que quedara en tercera posición, parece un alivio. Pero 23 diputados en el Congreso presentando propuestas de ley que van a atacar a derechos fundamentales de las mujeres y de las personas LGTBI o migrantes, no es una buena noticia».
También plantea que esa presencia fue determinante en el índice de participación, que se vio impulsado por las mujeres y las comunidad LGTTBI, principales blancos del discurso de los referentes de la coalición extremista. «Creo que la gente se ha echado a las urnas para frenar el auge de la ultraderecha. La sensación en la calle era que que el país se estaba jugando mucho. Además, se estaban representando dos posturas profundamente enfrentadas. Parecía que en algún momento de los últimos 4 años los bloques de izquierda y derecha estaban un poco más diluidos, pero en estas elecciones hemos comprobado que esos no es real y que en diferentes partidos los bloques permanecen intactos igual que hace 8 años. En el País Vasco y en Cataluña ha aumentado exponencialmente la participación y los partidos regionales han tenidos grandísimos resultados, mayores a los que esperaban. Habrá que esperar a que salgan las encuestas post electorales, el voto femenisno seguramente haya tenido mucho peso en la victoria del PSOE».
Y agega: «Lo que marcan los números y lo que marcan los fichajes que Vox ha ido haciendo en los últimos meses es que en realidad es una escisión del PP. Durante muchos años en este país, toda la derecha española se congregó en torno al PP y hace unos años le salió un competidor ligeramente a la izquierda que era Ciudadanos y ahora le alió un competidor ligeramente a la derecha, pero no dejan de ser si no las mismas personas, sí la misma ideología. Ellos se venden como antisistema. Juegan a la carta del outsider, lo mismos que hace Bolsonaro en Brasil, o Trump en Estados Unidos»
Para concluir, Abell Garat afirma que «si bien los números son preocupantes, si miramos en el entorno europeo, la Liga del Norte italiana tiene un 17%, en Finlandia está en un 17, 5% el voto de ultraderecha, en Suecia tuvo el mismo apoyo, el partido de Le Pen tiene un 21% y en Austria en un 26. O sea que España se introduce en la corriente de auge de la ultraderecha, pero las ciudadanas y los ciudadanos han puesto un pie en la Tierra».