Por Carlos Saglul | El ingeniero Enrique Mario Martínez, ex presidente entre 1986 y 1988, y entre 2002 y 201 del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), es actualmente coordinador del Instituto para la Producción Popular. Convencido de que en materia de alimentos “lo que no controla el Estado queda en manos de los oligopolios”, sabe que el hambre crece, más que por fatalidad, producto de una política cuyo único interés es la ganancia empresaria. La enorme tarea que viene desarrollando su Instituto posibilitando la distribución de alimentos entre los sectores populares a través de sindicatos y organizaciones de base es una clara muestra que la miseria de las mayorías es la contracara del enriquecimiento de esos pocos que se benefician con el paraíso neoliberal que construyó el actual gobierno.
Para Martínez la concentración de capital y la ausencia del Estado inciden en el agravamiento de la emergencia alimentaria. Sostiene que convertir al abastecimiento de alimentos en un negocio y además concentrado, es la causa central de la emergencia alimentaria. ”Han desaparecido numerosas vías de producción y consumo de alimentos”.
El ex funcionario dice que “es necesario poder colocar en su verdadera dimensión la atención de las necesidades comunitarias en lugar de poner el enriquecimiento como objetivo de la organización productiva y social”.
Peronista, Martínez reivindica el rol del Estado durante los primeros gobiernos de Juan Perón. En esa etapa existió “un Estado transformador que modificó estructuras en favor de los trabajadores”. En cuanto al gobierno K del que fue funcionario, opina que “tuvo la voluntad de transferir recursos a los sectores trabajadores pero le resultó imposible desarrollar una política que pudiera poner límites a la concentración de la riqueza por parte del gran capital transnacional”.
Interrogado por el estado de las economías regionales, entiende que “se han ido organizando alrededor de la exportación y también son víctimas de una concentración cada vez mayor de la riqueza”. Necesitan -advierte- una urgente reconversión que atienda al consumo nacional.
En un artículo reciente Martínez subraya “la verdura del Gran La Plata o el Gran Santa Fe, los tomates de Corrientes o Chaco, la banana de Formosa o Salta, la manzana y pera del Alto Valle, los campesinos del norte o del sur de Mendoza, la pequeña industria lechera de Buenos Aires estrangulada por el oligopolio feroz, la yerba cooperativa misionera, están allí, a disposición de la comunidad para que le saquen de encima a los intermediarios, le faciliten por varios mecanismos posibles el contacto con los consumidores y su presencia se haga potente”.
Martínez cree que es necesario, más que en un plan que facilite el transporte hacia las bocas de expendio, “pensar en una producción de alimentos en círculos concéntricos con centro en el abasto local y expansión regional progresiva”.
Sobre la leche que ahora se vende sin pasteurizar en la provincia de Buenos Aires y otras partes del país, señala: “El caso de la leche es dramático. Los oligopolios llevaron a cerrar una buena parte de la pequeña lechería y ahora se llega al extremo que los tambos venden directo, como hace 50 años. Hay que reconstruir las usinas locales y protegerlas”.
“La cuestión es simple -explica Martínez- regula el Estado o los oligopolios”. Interrogado sobre a contradicción que se nota entre los precios mediante los que venden los productores organizados en la Unión de Trabajadores de la Tierra y la Ferias Municipales del gobierno porteño (notoriamente más altos), Martínez explicó: “Las Ferias Municipales son una variante maquillada del comercio minorista controlada por intermediarios. Por esa razón son solo comercios a cielo abierto. Es distinto cuando venden los productores en forma directa”.
Por último, Martínez explica que la tarea del Instituto para la Producción Popular se concentró hasta ahora en actividades que facilitan el abastecimiento alimenticio popular. “Tenemos una organización que trabaja acercando productores populares a la clase media, y por otra parte se dedica a los sectores más humilde a través del Programa “Todos Comen”. Empezó hace ocho meses. Trabaja con empresas, sindicatos, municipios, organizaciones de base. Conectamos a los productores para que a través de estas redes los alimentos lleguen a precios menores a los de cualquier alternativa comercial a quienes más los necesitan y son los más afectados por la emergencia alimentaria”.