Redacción Canal Abierto | Andrés Bazán Frías fue un bandido rural de la Tucumán de fines del siglo XIX, en el interior de ese país pensado desde una aldea de puerto que miraba a Europa con nostalgia y en cuyo diseño y desarrollo no ahorró sangre de gaucho para dirimir “el modelo”. Para sus coprovincianos pobres fue un justiciero, un Robin Hood en bombachas. “Además, tenía la particularidad de haber sido santificado. Era como un alma milagrosa, un santo popular un poco parecido al Gauchito Gil”, señala Juan Mascaró director junto a Lucas García del docu-ficción “Bazán Frías, elogio del crimen”, al momento de explicar los por qué de este film que se estrenó en estos días..
Buscando contar la historia se encontraron con una dificultad: “Tuvimos un problema inicial de la película que era que no había cómo contar esa historia desde un lenguaje documental expositivo, clásico, un documental histórico. No teníamos ni imágenes, ni testimonios de esa época y eso generó una pregunta acerca de cómo contar la historia y aparece la posibilidad de representarla”, narra Mascaró sobre los inicios del proyecto.
El documental se arriesga a perseguir varios objetivos. Por un lado contar la historia de este justiciero-bandido y además hacerlo desde un taller de teatro con internos del penal de Villa Urquiza, que encaran la representación y a la vez reflexionan sobre la criminalidad y el delito.
“El film tiene una primer parte donde los presos nos decían mucho lo que queríamos escuchar, lo que se supone que alguien que viene de afuera quiere escuchar en un preso, que es el discurso del arrepentimiento, decimos nosotros: ‘Yo estoy acá, voy a cambiar, esto me sirve’… Esto se empezó a desarmar gracias a la confianza que se fue armando, primero en charlas que se daban fuera de cámara y luego empezaron a estar adentro”, señala Mascaró.
Lucas García, analizando el trabajo, rescata la reflexión del criminólogo noruego Nils Christie, un antipunitivista, “Él hacía su trabajo en las cárceles y se lo acusaba de justificar los crímenes. Él hablaba con los criminales más violentos y señalaba que para pensar esto hay que hacer un doloroso esfuerzo de empatía. Yo resumiría a la película y a nuestro trabajo como eso, como un doloroso esfuerzo de empatía”.
“Hay una condición que genera el crimen, que es la desigualdad pero es también cualquier condición de las sociedades capitalistas en el sentido de la incitación al consumo y de la frustración, de lo que no se puede tener. En ese sentido, la película no propone ni solucionar ni tranquilizar”, describe Mascaró.
La obra se estrenó el jueves 16 de mayo y se puede ver en las salas del INCAA en la ciudad de Buenos Aires y Quilmes; en La Plata en el cine Eco Select y en la sala Orestes Caviglia de San Miguel de Tucumán.
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